Se despide con Estandarte, banda instrumental y de guerra, y honores a los gobernantes magnánimos.
Con una ceremonia maravillosa los soldados le dicen adiós a quien los respeta y no los engaña, miente o traiciona.

Una formación militar de esta envergadura no se la merecen canallas que desprecian a las FFAA, sus valores y tradiciones.

No se merecen Gran Retreta los seres malignos que han convertido los penales para militares en centros de exterminio. No se merecen nuestros himnos tradicionales aquel que arranca de su pedestal sin defenderlo, a nuestro héroe máximo de la Guerra del Pacífico, y saca de su lugar de gloria y Paz, entre gallos y medianoche al soldado desconocido. No se merece ni un homenaje militar al que ha visto cómo mueren uno a uno viejos camaradas, viejos y enfermos, tras los barrotes.

En fin, ni un honor, ni un toque de clarín, solo olvido y desprecio.
Nuestros gestos militares deben hablar.

Gral (R) Hernán Núñez Manríquez

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