En defensa de las FF.AA.

por Francisco Orrego

Nuestras Fuerzas Armadas han demostrado con creces un irrestricto respeto al poder democrático y a los derechos humanos. Por más de 47 años han guardado silencio ante todo tipo de descalificaciones y son una garantía al respeto de la institucionalidad. Tal vez, por eso muchos desean que pierdan el cariño, adhesión y admiración que la mayoría de los chilenos siente por ellas, lo que queda demostrado en todas las encuestas, donde figuran entre las primeras siete instituciones más confiables del país.

Para el abogado Luis Mariano Rendón, las Fuerzas Armadas deben “ser disueltas y reemplazadas por unas nuevas fuerzas de defensa, no corruptas, no fascistizadas, comprometidas con Chile y no al servicio de los poderosos”. En una reciente columna publicada en El Mostrador, se refiere a que ellas se encontrarían en un proceso de profunda descomposición moral, azotadas por la corrupción desde sus más altos mandos.

Cuán equivocado está en sus juicios y pensamientos, que son fruto de prejuicios, odios y desconocimiento del verdadero ethos de nuestras instituciones de la defensa nacional. Sin duda, lo que está detrás de sus comentarios obedece a una campaña de desprestigio que ha sido orquestada por años y difundida por algunos medios de comunicación, destacando solo los errores e irregularidades de algunos de sus miembros, lo que en ningún caso obedece a una cultura de falta de integridad instalada en las FF.AA.

Lamentablemente, ellas no pueden defenderse, ya que serían acusadas de deliberación. Para el mundo político, que solo piensa en su popularidad, hacerlo sería poco beneficioso y popular, pues lo afectaría en la valoración de las encuestas. Prefieren el camino de gritarle a la galería, a cambio de aplausos fáciles. Otros prefieren guardar silencio.

Al referirse a las capacidades operativas de nuestras FF.AA., y específicamente cuando han sido requeridas por el país, pareciera que olvida el constante apoyo y trabajo que han desarrollado en cada uno de los desastres naturales que Chile ha enfrentado. En ellos, las instituciones armadas han prestado una valiosa colaboración en procesos de evacuación, distribución de alimentos, insumos básicos, habilitación de albergues, armado de casas, ataque a incendios forestales, Estados de Excepción Constitucional por la grave violencia del 18/O y, más recientemente, por la pandemia, donde se han desplegado en la primera línea, como verdaderos héroes anónimos.

Respecto al desgastado argumento de su participación en las violaciones a los derechos humanos cometidas en la década del setenta, olvida su autor mencionar que han pasado 47 años desde ese 11 de septiembre de 1973, por lo que no existe ningún miembro de las FF.AA. que esté en servicio activo y tenga antecedentes de los hechos acontecidos en aquella época. Asimismo, han pasado más de 30 años desde el regreso de la democracia, en 1990, por lo que tanto los oficiales como clases que componen sus filas, han sido formados y se han desempeñado en democracia.

Por ello, su verdadera propuesta apunta a politizarlas, utilizando maliciosamente el próximo proceso constituyente para intervenirlas y destruir sus valores, que son los que constituyen el principal escollo para aquellos que quieren destruir nuestra idiosincrasia y sociedad. Creen que destruyendo su ethos podrán manejar políticamente a las Fuerzas Armadas y hacer que no trabajen por el país, sino que para el gobierno de turno, sometiéndolas a una determinada tendencia política. Grave error.

Hago una invitación a todos los políticos a abordar a las instituciones de la Defensa Nacional, durante el próximo trabajo constituyente, con seriedad y responsabilidad. Hay una tradición constitucional que las ha consagrado como instituciones fundamentales de la República.

Nuestras FF.AA. han demostrado con creces un irrestricto respeto al poder democrático y a los derechos humanos. Por más de 47 años, han guardado silencio ante todo tipo de descalificaciones y son una garantía al respeto de la institucionalidad. Tal vez, por eso muchos desean que pierdan el cariño, adhesión y admiración que la mayoría de los chilenos siente por ellas, lo que queda demostrado en todas las encuestas, donde figuran entre las primeras siete instituciones más confiables del país.

Finalmente, su argumento de vetar la continuidad constitucional de las actuales instituciones armadas, es muy peligroso, pues no haría nada más que dejarlas a merced de las mayorías políticas. Del mismo modo, su orgánica y funciones dependerían de leyes simples, lo que, considerando la importancia que tienen para Chile y que ostentan el uso de la fuerza, las expondría a la utilización por los gobiernos de turno, como lo vemos en Venezuela. Una gran mayoría de chilenos no queremos FF.AA. al estilo chavista.

Es por ello que hago una invitación a todos los políticos a abordar a las instituciones de la Defensa Nacional, durante el próximo trabajo constituyente, con seriedad y responsabilidad. Hay una tradición constitucional que las ha consagrado como instituciones fundamentales de la República. No es el momento de abandonar los principios y valores que las inspiran y el amor que sienten por nuestra patria.

Publicado por El Mostrador

 

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