La Madre de Nuestras Miserias Morales

La mayoría de los chilenos ha tenido una conducta miserable con los militares en general y con Pinochet en particular. La describí en mi libro “Miserias Morales de la Chilenidad Actual” (2018). Pero (y no es excusa) el resto del mundo se ha comportado de manera similar. Es que, como escribió Paul Johnson, el “último éxito del KGB antes de ir a parar al basurero de la historia, fue demonizar a Pinochet.”

 

Hasta la supuestamente respetable Cámara de los Lores, al no encontrar un caso que no estuviera prescrito y le permitiera retener allá a Pinochet (los lores no son tan caraduras como los jueces chilenos y no recurren a “ficciones jurídicas”) encontraron uno de fines de los 80: un muchacho que había sido maltratado en una comisaría remota de Curacautín. Y por eso el ex presidente debió seguir en Londres.

 

La secretaria de Estado norteamericana en 2000, Madeleine Albright, de paso en Chile cuando el diputado comunista Hugo Gutiérrez monitoreaba el proceso del juez Juan Guzmán contra Pinochet por hechos en que éste no tenía nada qué ver, espetó: “Deberian condenar a Pinochet”. Ella, cuya familia había escapado del comunismo checoslovaco, condenaba, sin saber nada del caso, a quien salvó a Chile del destino totalitario sufrido por su patria de origen.

 

El mundo es así. Propenso a infestarse con la propaganda comunista. Aunque, como lo reconoció Gonzalo Vial en su sesgada biografía (salvo el capítulo final) del ex presidente, “cuando cualquier país cae en una grave crisis, el uomo cualunque (hombre cualquiera), exclama: ¡Necesitamos un Pinochet!”.

 

Ahora hay un intríngulis por Punta Peuco, verdadera vitrina de la inconsecuencia e iniquidad en materia de DD. HH.: el comunismo rampante que maneja Chile, hoy asociado de nuevo con el piñerismo de centroderecha en un espurio segundo proceso constituyente, quiere cerrarlo. Digo “asociado de nuevo” pues la mayoría de las querellas prevaricatorias contra militares las presentó Piñera y se sumaron a las presentadas por Gladys Marín, la jefa comunista.

 

Punta Peuco es un recinto penal limpio y pulcro, donde caballeros de edad avanzada (el promedio es 79 años) se comportan ejemplarmente y hasta atienden a las necesidades de los que ya no pueden valerse por sí mismos. A la vez, Punta Peuco es un testimonio viviente de violación sistemática de DD. HH. a: (1) la igualdad ante la ley (se les desconocen a los militares (r) derechos y beneficios carcelarios de todos los demás presos), (2) a que se les aplique la misma ley procesal penal que al resto de los chilenos; (3) a un debido proceso; y (4) a que los mayores de 75 años cumplan la pena en libertad.

 

Más temprano que tarde Punta Peuco será un Museo de la Iniquidad. Aunque el régimen comunista gobernante ahora lo vacie y distribuya a los ancianos Presos Políticos por todos los penales saturados de reos provistos de estoques y con el piso cubierto de excrementos del resto del país.

 

Esta última ya sería la Madre de Todas las Miserias Morales de la Chilenidad Actual.

Hermógenes Pérez de Arce

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