Museo de la Memoria Militar

Por Hermógenes Pérez de Arce Ibieta

El miércoles 19 de Julio, apareció, bajo ese mismo título, un artículo mío en el diario financiero “Estrategia”, el cual me publica los miércoles y, supongo, hasta ahora ha resistido todos los embates de conocido origen que han llevado a otros medios a dejar de reproducir mis escritos. En efecto, el diario digital “El Mostrador” reprodujo semanalmente este blog durante más de seis años y hasta que comenzó la campaña de Piñera para su reelección, en noviembre pasado, a partir de cuyo mes dejó de reproducirme. El que se pregunte por qué, que se conteste, porque, si conoce a Piñera, ya lo sabe. También la revista “Cosas” llevaba quincenalmente una columna mía en que, reconozco, casi siempre me reía de Piñera. La más memorable, para mí, ironizaba el episodio que culminó en un aterrizaje forzoso de su helicóptero por falta de combustible en el sur, tras haber sido profusamente filmado –a pedido suyo– manejando los mandos al despegar de Cerro Castillo y tras haber declarado a los medios que llegaron cuando aterrizó (por “la pana del tonto”) que él se había venido piloteando por la costa, nada de lo cual obstó a que la Dirección de Aeronáutica sancionara a su acompañante, y no a él, por las numerosas infracciones en que incurrió durante el vuelo. Siempre encuentra a quien echarle la culpa, como ahora en el caso SQM que, si tuviera un desenlace normal, debería terminar con él formalizado del mismo modo en que lo han sido los senadores Rossi y Pizarro por conductas iguales a la suya.

El hecho es que en la heroica “Estrategia” aparezco escribiendo hoy lo siguiente: “Hay un Museo de la Memoria marxista en que, con enorme dispendio de recursos públicos, el sector que preparó la toma del poder por las armas se presenta como “víctima” de quienes se lo impidieron ante el pedido angustioso de la mayoría civil, a través del Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973.
“Ahora el mayor perseguidor de militares, junto a los marxistas, Sebastián Piñera, que multiplicó por tres las querellas ilegales contra los que pusieron el pecho a las balas subversivas, propone un Museo de la Memoria de la Democracia, que olvida lo hecho entre 1973 y 1990, que nos devolvió a la democracia. Los vecinos de Vitacura, Las Condes y La Dehesa que en 1973 abrazaban a los soldados en las calles, le dieron a su principal perseguidor, en la reciente primaria, el 80 % de los votos. Vergüenza. Aquí van los nombres de los que un 11 de septiembre de 1973 cayeron por salvarles sus vidas y sus patrimonios:
“Suboficial de Ejército Ramón Toro Ibáñez; cabo 2° de Ejército Hugo Mora Narváez; cabo 2° de Ejército Agustín Luna Barrios; cabo 2° de Ejército Luis Castillo Astorga; soldado conscripto de Ejército Sergio Espejo Plaza; soldado conscripto de Ejército Juan Segura Sepúlveda; soldado conscripto de Ejército José San Juan Naveas; teniente segundo de la Armada Carlos Matamala; teniente segundo de la Armada Víctor Parada; Cadete de la Armada Allan Murphy; marinero Manuel Yáñez; marinero Carlos González; grumete Moisés Pérez; grumete Juan Núñez; grumete Fernando Montenegro; mayor de Carabineros Mario Muñoz Carrasco; capitán de Carabineros Héctor Dávila Rodríguez; teniente de Carabineros Ramón Jiménez Cadieux; sargento 1° de Carabineros José Wettling Wettling; carabinero Martín Vega Antiquera; carabinero Raúl Lucero Araya; carabinero José Apablaza Brevis; carabinero José Maldonado Inostroza; carabinero Juan Herrera Urrutia; carabinero Manuel Cifuentes Cifuentes; carabinero Fabriciano González Urzúa (ascendido póstumamente a suboficial mayor por el heroísmo mostrado al rescatar a un camarada herido en la industria Indumet, a raíz de lo cual fue muerto); sargento 1° de Carabineros Anselmo Aguayo Bustos; carabinero Mario Barriga Arriagada; carabinero Pedro Cariaga Mateluna; y cabo de Carabineros Orlando Espinoza Faúndez.
“Un recuerdo a nombre de una Patria y una élite malagradecidas.”

Piñera es pródigo en ideas dirigidas a enaltecer su propia imagen. Se le ocurren a borbotones. Días atrás propuso un “Consejo de ex Presidentes de la República”, supuestamente para monitorear desde las alturas la marcha del país. Un Consejo tan “designado” como lo eran los “senadores designados”. Sería de esperar que los ex Presidentes no pretendan cobrar, por integrar tal Consejo, otra dieta parlamentaria más, porque ya entre gallos y medianoche se aprobó una legislación vergonzosa que les regala una pensión vitalicia “perseguidora” (se reajusta junto con la dieta parlamentaria) de diez millones de pesos mensuales.

Lo que sí se justificaría sería inaugurar un Museo de la Memoria Militar que exhibiera testimonios históricos explicativos de cómo un país asolado por la inflación y el terrorismo se transformó en la nación líder latinoamericana, con niveles de tranquilidad interna en 1990 que envidiamos hoy, en particular en una Araucanía donde queman a las personas y sus propiedades y en cambio entonces, cuando era plenamente pacífica, los caciques rendían homenaje de agradecimiento al Presidente de la República y votaban mayoritariamente “Sí” a la continuidad de su gobierno.

 

Demasiada gente ha traicionado el legado de ese régimen, entre ellos no sólo los civiles de Vitacura, La Condes y Lo Barnechea que en un 80 % votaron en las primarias por el principal perseguidor de aquél, sino también no pocos de los suyos, los mismos oficiales que recibieron la medalla “Misión Cumplida” a su término. Cómo olvidar al comandante en jefe que ordenó retirar de la Escuela Militar la exhibición de placas, testimonios y trofeos recordatorios de Pinochet o aquel otro que llamó a retiro inmediato al leal general Ricardo Heargraves por el solo hecho de decir que Pinochet había hecho un buen gobierno. ¡Oh, los chilenos! Ahora la mayoría de los otrora “leales” rompe lanzas por el principal perseguidor de militares, cómplice activo de la prevaricación de los jueces para condenarlos.

Por cierto, con una mayoría de chilenos como los de hoy jamás habrá iniciativa ni recursos para el único museo que sería justificado organizar y financiar, el de la Memoria Militar en agradecimiento a los cuerpos uniformados que, acudiendo en 1973 al llamado de la mayoría aterrorizada, sustrajeron al país de la violencia, la pobreza y la inminente amenaza totalitaria.

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