PENALES DE LA VENGANZA



PENALES DE LA VENGANZA

 

¿Justicia igual para todos?

 

    Una carta de los internos del penal conocido como Punta Peuco, ha logrado despertar la conciencia de algunos columnistas y parlamentarios, que han puesto en evidencia el completo abandono y falta de humanidad con que el estado de Chile a través de sucesivos gobiernos y de Gendarmería, ex profeso han vulnerado los derechos humanos de una población anciana, con enfermedades terminales o seriamente limitantes, abandonada de los cuidados médicos que tanto nuestras leyes como las del derecho internacional imponen -a las que tanto aluden continuamente para culpar a ex miembros de las FF.AA y policías por hechos acontecidos hace más de cincuenta años-. No haré referencia a las características de estos juicios por todos conocidos, ni menos a las conductas de jueces y tribunales, incluyendo CC.AA. y el máximo tribunal, que solo han encontrado eco en las redes sociales.

    El ministro de Justicia ha señalado “no existe razón para tener un penal exclusivo” en sintonía con lo expresado por el mandatario en su última cuenta pública, recibiendo instrucciones para modificar el decreto que creó dicho establecimiento en 1995, durante el gobierno del presidente Aylwin y finalizado bajo el de Frei Ruiz -Tagle. “Justicia igual para todos” claman desde la izquierda, lo que me hizo recordar las expresiones del intelectual y Convencional Rojas Vade -el que inventó un cáncer para obtener dividendos políticos y económicos- decía: “si comemos mierda, todos comeremos mierda, pero seremos todos iguales.” Pero, en la práctica los únicos que han comido mierda son los internos de Punta Peuco, Colina 1, San Joaquín y otros recintos; pues desde hace 25 años han sido juzgados por un sistema procesal obsoleto, reformado por ser injusto y carente del debido proceso, por cuanto las funciones: investigar, procesar, formalizar, acusar y dictar sentencia estaban en manos de un mismo juez; no existía el Ministerio Público,  no eran juicios orales ni públicos y carecían de un abogado proporcionado por el Estado como en la actualidad.

   La totalidad de los procesados por delitos de sangre cometidos por los subversivos y terroristas durante el Gobierno Militar fueron indultados durante los gobiernos de la Concertación; y los condenados por el asesinato de Jaime Guzmán del FPMR, brazo armado del PC, escaparon de la cárcel de alta seguridad en una fuga cinematográfica, la “fuga del siglo,” sin que a la fecha se haya investigado en la debida forma.

      Visité el penal de Cordillera cerrado por Piñera, pese a las promesas hechas antes de su elección delante de cientos de oficiales y suboficiales en retiro, las que no solo incumplió, sino que a través de su subsecretario -hoy asesor de la candidata Matthei- recorrió el país abriendo causas ya cerradas e impulsando nuevas que han sido causante del exceso de población en los penales, quien ha tenido el descaro de referirse a dicho hecho. “Cordillera” estaba muy lejos de ser un hotel de 5 estrellas como han pretendido descalificar, no le daba ni para pensión. La misma descalificación guiados por el odio, la venganza e ignorancia se les ha atribuido a “Punta Peuco” y “Colina 1”. Ambas las he visitado desde su inicio. Punta Peuco concebida para un poco más de 30 personas, con dependencias individuales para los internos, su seguridad exterior estaba bajo la responsabilidad de Gendarmería y la interna por parte del Ejército, que al poco tiempo fue retirada. Al ir aumentando la población los espacios libres que disponía fueron eliminándose. Así desaparecieron la cancha de tenis habilitada por los internos; la biblioteca creada por ellos, la sala donde se realizaban clases de inglés e italiano o se daban charlas de actualidad, etc. Los espacios vacíos fueron llenados con conteiner donados por el Ejército para el alojamiento de nuevos internos; los patios interiores de cada módulo, ayer de tierra, hoy están cubiertos de pasto y flores gracias al esfuerzo de los condenados y la cooperación de camaradas de armas y de personas anónimas.

    El acceso inicial para las visitas durante varios años fue a través de la Panamericana, km.41. De ahí se seguía por una huella de tierra de 2 km aprox. que en invierno se transformaba en un lodazal, dificultando el paso de los vehículos y vejatorios para familiares que venían en buses y se bajaban en la carretera. En más de una oportunidad auxilié a una esposa que bajo la lluvia arrastraba un carrito con especies para su esposo. El acceso pavimentado por la salida de Quilapilún era solo para Gendarmería, hoy es para todo público. Además de carecer del apoyo médico ordenado por la Corte Suprema, Gendarmería por razones administrativas rechazó la donación de un vehículo para el traslado de los internos al Hospital Militar, lo que redunda en la permanente pérdida de horas médicas obtenidas con anterioridad. Este pseudo hotel de 5 estrellas carece de agua propia, la que según los internos es proporcionada por un aljibe y donada por un particular. Hoy se albergan 137 personas, que en condiciones deplorables de salud y por su edad esperan un trato justo y digno y no formar parte de la legión de fallecidos en prisión que ya suman 33.

    En Colina1, si bien la edificación es más moderna, fue concebida para una población de aprox. 100 internos y en la actualidad supera con creces el doble. Los comedores que con cierta comodidad permitía los días de visitas reunirse con los familiares y poder compartir en general con otras visitas, hoy ya no existen, pues han dado paso al alojamiento de los internos de forma tal, que los obliga a guardar sus especies personales bajo la cama. No hay espacios libres y los pasillos y corredores prácticamente han desaparecido. Es tanta la población que los días de visita han sido diversificados, para hacer uso del único patio existente, ayer eriazo, hoy día enverdecido con pasto y flores por el trabajo de los mismos internos. Al igual que Punta Peuco, la situación de salud es muy precaria por la falta de recursos de que adolece Gendarmería, corroborando la negligencia por parte de las autoridades.

    Han pasado 50 años y la anhelada reconciliación es una palabra vacía, hueca, sin sentido. La ideología, de la mano con el odio y la venganza, que además ha reportado importantes recursos a víctimas y a otras supuestas, se mantiene vigente. Como suelen decir “no hay perdón ni olvido”, ni mucho menos misericordia por parte de las autoridades del gobierno y parlamentarios. Mientras los familiares de los nuestros, caídos en iguales circunstancias, padecen con orgullo y respeto, sufren en silencio y anhelan por lo menos la voz de las iglesias, como lo fue en el pasado.

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada

 

 

Un ejemplo a seguir: