Tedeum 2015: Construir una convivencia con esperanza y solidaridad

Una tradición casi ininterrumpida desde el año 1811 congrega en esta Iglesia Catedral a las más altas autoridades del país junto a los representantes de países amigos y a miembros de las organizaciones más significativas de la Iglesia y de la ciudad de Santiago. Desde el año 1970, el Tedeum se ha enriquecido con la participación activa de iglesias, confesiones y comunidades cristianas, y con la cordial adhesión de las comunidades judía y musulmana. A todos y cada uno de ustedes, comenzando por la señora Presidenta de la República, a quienes detentan la autoridad de los poderes Legislativo y Judicial, así como a otras altas autoridades del país, deseo expresar mi cordial gratitud por su presencia en esta celebración. ¡Muchas gracias!

2. Crisis de esperanza y solidaridad

No es esta la sede para analizar con profundidad lo que sucede en el país. Para eso está la sabiduría y la responsabilidad de los gobernantes, el Congreso Nacional, el aporte de las universidades, los foros de opinión, así como la conversación cotidiana en que compartimos nuestras impresiones. En cambio, creo que este es el lugar y el momento para acompañar esas reflexiones pensando cómo ejercer mejor nuestras responsabilidades.

2.2. No hay esperanza sin solidaridad

La esperanza va de la mano de la amistad cívica, de la solidaridad, del amor. Un beso, una caricia, un gesto de cariño gratuito, hacen florecer la esperanza; hacen renacer la sonrisa, ensanchan el corazón, y del árbol caído nace un brote insignificante que anuncia un bosque nuevo. Es lo que experimentamos hace casi 40 años en este mismo templo Catedral y en la casona contigua, la Vicaría de la Solidaridad. Los cientos y miles que acudieron a ella en Santiago y desde regiones, al ser acogidos gratuitamente, al experimentar la conmoción que producía su dolor, sintieron renacer sus esperanzas, y muchos, muchísimos, se hicieron parte de esta corriente solidaria capaz de gestar nueva vida en los dolientes. Una vez más, de la solidaridad renacía la esperanza.

Esa solidaridad no es solo un hecho del pasado. Es memoria que nos sirve para construir el presente y el futuro, basados en la parábola del Buen Samaritano que acabamos de escuchar. Cuatro son las actitudes que caracterizan al samaritano: Ve, se conmueve, sirve e incluye. El fruto de ese gesto solidario es devolver la esperanza y la vida nada menos que a un ser humano.

a. También hoy es esencial aprender a “ver”, que no es lo mismo que “mirar”. De hecho, se puede mirar sin ver. Y así lo decimos cuando afirmamos que en nuestra sociedad los más necesitados simplemente no se ven. Tal vez nos complique ver a los más pobres y excluidos, a las personas que sufren distintos tipos de discapacidad, a los ancianos, a los enfermos e, incluso a muchos migrantes. También tendemos a invisibilidad a los encarcelados, cualquiera sea la causa de su encierro, el crimen común o la violación a los derechos humanos. ¿Cuál será la razón? Según la parábola, para ver se requiere mirar desde la periferia, desde el caído. Como afirma el Papa Francisco, en su carta encíclica Laudato Si’, “Desde el valor de un pobre”.

b. Quien ve se conmueve tiene una experiencia que lo inquieta, se siente aludido, se hace parte y, si no lo hiciera, su conciencia no lo dejaría en paz. No se puede ver y seguir viviendo igual. En este caso, el samaritano ve y se “conmue-ve”. Enseña la Sagrada Escritura que Dios vio la opresión de su pueblo esclavizado, se conmovió y bajó a liberarlo. Y cada vez que Jesús vio la enfermedad, el hambre y el dolor profundo, se “conmovió” y de esa conmoción brotó la cercanía, la palabra de perdón, la sanación.

Me permito recordar que esta fue una de las tres preguntas esenciales que se hicieron a quienes participaron hace 30 años en el Acuerdo Nacional para el Restablecimiento de la Plena Democracia. La pregunta fue: Para acceder a la plena democracia ¿A qué está usted dispuesto a renunciar, o a poner en un segundo o tercer lugar, para obtener lo deseado? Y ese acuerdo hizo renacer la esperanza en tiempos de profunda desesperanza y, por lo mismo, de gran agitación social.

Homilía Sr. Arzobispo de Santiago Ricardo Card. Ezzati A., 18 de septiembre de 2015, Catedral Metropolitana de Santiago

 

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