Un agente cubano en Chile: la historia del padre de la nueva ministra de Defensa.

Publicado por El Líbero

Maya Fernández Allende es hija de Luis Fernández Oña, el verdadero representante de Fidel Castro en Chile durante el gobierno de Salvador Allende.

La futura ministra de Defensa del gobierno de Gabriel Boric, Maya Fernández Allende, es una declarada simpatizante del régimen cubano y las razones no son solo ideológicas. Junto con vivir en ese país hasta los 21 años, la hasta ahora diputada es hija de quien fuera agente de inteligencia de Fidel Castro, Luis Fernández Oña, su verdadero representante en Chile durante el gobierno de Salvador Allende. 

De familia pobre, Luis Fernández Oña nació y se crió en el barrio Centro Habana. Tenía 15 ó 16 años cuando comenzó a involucrarse en la vida política, participando en las manifestaciones contra la dictadura de Fulgencio Batista. Durante la lucha clandestina adoptó la “chapa” de “Luis Fernández Oña” -no nació con ese nombre-, que posteriormente legalizó. Después del triunfo de la revolución, el 1 de enero de 1959, integró durante unos meses la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), que sustituyó la fuerza represiva de Batista.

En los 60 logró ascender en el aparato diplomático del régimen cubano hasta ingresar al Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, liderado por Manuel “Barbarroja” Piñeirola instancia había sido creada para lograr la colaboración con las agrupaciones revolucionarias de la región.

Fue en este contexto que surge su relación con Chile, particularmente debido a dos eventos que resultaron fundamentales para la izquierda de la época: la organización de la conferencia en La Habana de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL) en 1966, que fue presidida por el escritor chileno Manuel Rojas; y, un año después, la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, liderada por el entonces senador Salvador Allende. Ambas instancias le sirvieron para establecer contacto con los dirigentes de la izquierda chilena, lazos que se mantendrían hasta el Golpe de Estado de 1973. De hecho, hasta antes de la asunción de Allende a la presidencia, la función de Fernández era precisamente recibir a estos dirigentes en la isla.

En uno de sus viajes a Chile Fernández Oña conoció a Beatriz Allende, hija de Salvador Allende, quien entonces era senador. Iniciaron una relación y se casaron, convirtiéndose en yerno del futuro Presidente y el máximo representante de la línea intervencionista dictada por Castro. En septiembre de 2007, él mismo relató a la revista Punto Final N°647: “Yo había recibido, como encargo del Presidente Allende, cuatro archiveros que contenían documentación reservada. En un par de ocasiones le pregunté si quería que esos archivos se mandaran a Cuba, para protegerlos. Tenían documentos, grabaciones de reuniones de la Unidad Popular, fotografías, en fin. Me dijo: ‘Ud. debe encargarse de que estén seguros y de que nadie los conozca. Y si hay un golpe militar y están en peligro, quémelos’. Así lo hice, quemé todo”.

“Nexo privilegiado” entre el régimen castrista, la familia Allende y la UP

“Castro nunca creyó que una revolución verdadera pudiera hacerse con libertades públicas, elecciones periódicas, pluralidad de partidos, prensa libre, etc. Por eso desconfió del camino legal y pacífico de la izquierda liderada por Allende”, escribe Sergio Muñoz Riveros en su ensayo “Allende y la intromisión cubana”. Fue así como frente a la elección presidencial de 1970 mantuvo una actitud escéptica respecto de la posibilidad de triunfo de la izquierda, pero un mes antes cambió de opinión y dijo que, como cosa excepcional, una victoria electoral podría abrir paso al socialismo. “Producido el triunfo de Allende por mayoría relativa, Castro aprovechó la amistad con él y las simpatías que tenía en el Partido Socialista para maniobrar con vistas a ganar posiciones en el entorno del líder chileno”, continúa Muñoz Riveros.

Inmediatamente después de ser elegido en el Congreso Pleno, Allende restableció relaciones diplomáticas con Cuba. El encargado de abrir la embajada cubana en Santiago fue Luis Fernández Oña, oficial de la Dirección General de Inteligencia (DGI), quien asumió como encargado de negocios, pero cuya autoridad estaba por encima del embajador. 

“La sede diplomática fue en realidad un enclave político de Castro en Chile para influir en el rumbo del gobierno de Allende”, asegura Muñoz Riveros. Y Luis Fernández Oña ejerció como nexo privilegiado entre el régimen castrista, la familia Allende y la izquierda que conformaría la Unidad Popular.

Al exilio en Cuba con Maya Fernández de poco más de un año

Fernández Oña fue además testigo directo de la forma en que la izquierda vivió el Golpe de Estado de 1973. “El armamento (en la embajada cubana) estaba compuesto básicamente por fusiles AK y lanzacohetes RPG-7. Nuestras instrucciones eran claras: proteger la embajada y prestar apoyo si el presidente Allende lo pedía. Pronto quedó claro que eso no iba a ocurrir. Allende estaba decidido a permanecer en La Moneda y se había jugado para impedir una guerra civil. No iba a aceptar que cubanos se enfrentaran con chilenos”, recordaría en el año 2007 en la revista Punto Final. “Un poco después, llegó a pedirnos armas Andrés Pascal, con Arturo Villabela y otros dos compañeros del MIR. Venían desarmados y les dimos unas pistolas para su propia defensa. Discutimos. Valoramos lo que hacían, pero decidimos no entregarles armas. Por una razón: no existía un operativo que garantizara que esas armas iban a llegar a destino. Lo más probable es que cayeran en manos golpistas. Así se les dijo. Fue triste. Tuvieron que irse. Trataron de detenerlos a la salida de la embajada y dispararon un par de tiros, para abrirse paso”, agregó.

Las vivencias de Luis Fernández Oña en Chile terminaron la noche del 12 de septiembre de 1973, cuando salió rumbo a Cuba con Beatriz, su hija Maya, que entonces tenía poco más de un año, y una guagua que venía en camino, Alejandro, que nació en La Habana. Tiempo después, Luis y Beatriz se separaron. Beatriz entró en una profunda depresión y en 1977 se suicidó. Sus hijos quedaron a cargo de Mitzi, hermana de Miria “Payita” Contreras, secretaria personal de Allende.

En los últimos años, Fernández Oña cada cierto tiempo viajaba a visitar a su hija Maya, hasta que la diabetes se lo impidió. Falleció en diciembre de 2016.

 

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