Una Mala Clase Dirigente

La sociedad libre que nos legó el gobierno militar está plasmada en la Constitución de 1980 y se funda en varios principios: (1) Nadie, gracias a Dios, es igual a otro. (2) Por tanto, todos somos desiguales. (3) Más aún, todos tenemos derecho a ser desiguales. (4) Pero, para nosotros, cada uno es igualmente importante. (5) Esa es la esencia de la economía libre y de esa libertad dependen todas las demás. Así lo expresó una vez Margaret Thatcher, que impuso en su país los mismos principios que, antes de ella, el Gobierno Militar estaba implantando acá, es decir, los propios de una sociedad libre. Ésta ha creado acá una masa de pequeños empresarios que son los principales empleadores del país, pero el poder económico mayor está en pocas manos, que maneja una mala dirigencia empresarial.

¿Cómo estamos hoy? Lo revela un reciente video de Vanessa Kaiser, que termina reproduciendo una perorata del líder de extrema izquierda Marcel Claude, quien alguna vez fue candidato presidencial y obtuvo muy pocos votos, diciendo (cita no textual): “La Primera Línea ya venció a la yuta asesina (traducción: alude así a Carabineros). Ahora corresponde tomarse la Segunda Línea: La Moneda, el Congreso y el Poder Judicial. Y después hay que tomarse la más importante, donde radica el poder en Chile, la Tercera Línea; los Matte, los Luksic, los Angelini”. Es decir, la gran empresa, el poder económico, la clase dirigente.

También circula, así es que, para efectos prácticos, también ayuda a la revolución en curso, un video del guerrillero Jaime Castillo Petruzzi, que estuvo años preso en Perú por sus malandanzas en Sendero Luminoso y a quien los peruanos, para librarse de él, nos mandaron para acá, donde nadie le hace ni le hará nada. Castillo Petruzzi, en sustancia, hace el mismo llamado que Claude y confirma que la revolución violenta está en pleno desarrollo y activa.

La misma ya se tomó de hecho los tres Poderes Públicos: La Moneda se somete a lo que la izquierda alzada dice y Piñera no les hace nada a los subversivos. Ordena a los carabineros huir sin disparar, como lo vimos en el caso del último furgón policial quemado. Y mantiene un aparataje de DD. HH. financiado con el presupuesto y dedicado a perseguir a cualquier agente del orden que use sus armas o actúe efectivamente contra la violencia y el terrorismo. Así es que el gobierno financia los organismos de DD. HH. que tienen por objeto neutralizar al mismo gobierno en su acción contra la violencia desatada. Y el Ejecutivo ha incumplido ostensiblemente su primer deber: mantener el orden público. Si se aplicara la Carta a la letra y nada más, Piñera debería haber sido destituido hace largo tiempo por su ostensible abandono del deber más importante de su cargo, mantener la seguridad de la nación. En Chile ya no hay seguridad para nadie. 

El Poder Judicial está, con la complicidad activa del actual Presidente de Chile, desde hace quince años en manos de la extrema izquierda y dedicado a condenar a quienes combatieron el terrorismo en el pasado y a concederle a este último millonarias indemnizaciones ilegales. Esto ya se ha convertido en una verdadera industria multimillonaria y escandalosa, pasando por sobre las leyes y la verdad de los hechos, y sin que se informe de ello detalladamente en los medios de comunicación predominantes.

Y, en fin, el Legislativo es manejado por una mayoría de izquierda que ampara a los violentos y hasta homenajea a los delincuentes de la Primera Línea, aparte de transgredir impunemente y de manera reiterada la letra de la Constitución, en desmedro de las facultades del Ejecutivo, ya ampliamente rendido, como vimos, a la revolución. 

Todo esto deriva de que tenemos una clase dirigente de mala calidad y poco comprometida con los valores fundamentales de la sociedad libre reseñados en un comienzo. Tanto así que uno de los dos principales diarios en manos de dicha clase llamó editorialmente a votar “Apruebo”, en octubre pasado, a la idea de reemplazar la Constitución que sirve de fundamento a la sociedad libre, sumándose así a la destrucción de ésta. 

Adalides de nuestras ideas, como Hernán Büchi y Axel Kaiser, se sienten tan huérfanos en medio del auge de las posturas liberticidas e igualitaristas de izquierda y de la falta de defensa de las nuestras, que hoy residen en el exterior.

Los torneos empresariales de la clase dirigente se esmeran por contar con expositores socialistas como Eugenio Tironi, Agustín Squella y José Joaquín Brunner. Y los que no son socialistas son convocados en la confianza de que jamás osarían defender al régimen presidido por Augusto Pinochet, que instauró nuestra sociedad libre. Al contrario, es recordado el evento máximo empresarial que brindó un aplauso de pie a Nicolás Eyzaguirre (sí, el mismo que quiere “quitar los patines” a la libre enseñanza para igualar a todos en la mediocridad) cuando refirió que, como miembro de las Juventudes Comunistas (confesamente comprometidas en la guerrilla armada organizada por Cuba durante el gobierno militar) pudo también haber caído en combate. “Tú También, Bruto” titulé en esa ocasión mi columna semanal en “El Mercurio”, por esta enésima puñalada en la espalda al régimen que rescató al país del comunismo en medio de la alegría y los brindis con champagne de la clase dirigente que después lo abandonó.

Esa clase dirigente es tan débil que se ha dejado basurear por los propios medios que ella controla, a raíz de los casos del papel tissue, los pollos, los remedios o la pesca, mercados en que la institucionalidad garantiza libre importación e iniciativas, sólo interferidas por la intervención socialista estatal. Las consignas de la izquierda presiden todo debate sobre esas materias, que han desprestigiado injustamente a la clase empresarial, indefensa ante la ineptitud de su dirigencia entreguista y proclive a someterse al dicterio izquierdista. Y las nuevas generaciones de dirigentes con frecuencia son aún peores, más ignorantes de la verdad histórica y más entreguistas y con voceros convertidos en antenas repetidoras de la izquierda. Elocuente es lo recién sucedido en el CEP, centro de estudios de creación empresarial, una de cuyas investigadoras principales, Sylvia Eyzaguirre, ha renunciado a ser candidata en la misma lista para la Convención Constitucional en protesta por el hecho de también ir en la nómina una comentarista de derecha no entregada a la izquierda, Teresa Marinovic, que no deja pasar sin réplica ninguna consigna de los revolucionarios. 

Es tan mala la dirigencia actual que si no te pasas al enemigo, te quieren marginar. Tan mala que las mejores plumas defensoras de las libertades básicas, amenazadas por la violencia revolucionaria, son ahora de intelectuales ex comunistas, como Max Colodro y Sergio Muñoz Riveros. O Carlos Peña, un rector universitario de izquierda y columnista de “El Mercurio” que “viene de vuelta” y se ha transformado, por la fuerza de la amenaza armada marxista y la ostensible indefensión de la dirigencia de derecha, en un lúcido adalid de los valores de nuestra sociedad libre amenazada. Al contrario, un columnista de derecha se ha vuelto tan entreguista que ataca al único candidato presidencial realmente de derecha. 

¡Quién iba a pensar, años atrás, que iban a ser ellos, ex comunistas y ex izquierdistas, quienes iban a estar en la primera línea, sirviendo de escudo contra la violencia al principal legado del Gobierno Militar! Con una clase dirigente tan mala, sólo cabe decir ¡menos mal!

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