Pillaje, disuasión y represión

Pillaje, disuasión y represión
A fin de prevenir y evitar las situaciones de violencia y de destrucción masiva que hemos visto en estos días, son fundamentales los análisis de inteligencia y estratégicos, pero ellos por si solos no bastan si no van acompañados de una efectiva disuasión o represión, en el caso de que la disuasión no se logre.
La disuasión tiende a impedir que delincuentes, subversivos y terroristas cometan sus fechorías —pillaje, incendios, atentados explosivos, bloqueos de carreteras, destrucción de medios de transporte, de puertos y aeropuertos, de torres de alta tensión, de cadenas de distribución de alimentos, de combustibles, de medicamentos, de agua y otros servicios básicos o de utilidad pública; ataques a edificios u oficinas de servicios públicos, a residencias particulares, a iglesias, etc.— mediante un conjunto de disposiciones que constituyan amenazas suficientes. La disuasión impide tales fechorías amenazando con el empleo de la fuerza; de la violencia legítima del Estado.
La disuasión es un resultado psicológico que se busca mediante la amenaza de empleo de la fuerza. Su éxito depende de dos factores: psicológico y político.
El factor psicológico consiste en la credibilidad o convencimiento del disuadido de que existe la capacidad y la voluntad de llevar a cabo la amenaza. El político equivale al análisis de pérdidas y ganancias que haga el disuadido, considerando que actúa o se abstiene de actuar.
Podemos decir entonces que la disuasión consiste en amenazar a los delincuentes, subversivos o terroristas con un daño que no estén dispuestos a aceptar, sobre la base de que los beneficios que esperan alcanzar serían menores que los daños que podrían sufrir.
Para lograr una efectiva disuasión es preciso que el disuasor cuente con la capacidad y la voluntad para llevar a cabo la amenaza. Militares o policías fuertemente armados, es decir, que cuentan con la capacidad, pero que carecen de la voluntad para usar sus armas —por las razones que fueren: el cumplimiento de órdenes superiores, el temor a ser procesados y condenados por “violación de derechos humanos” si actúan u otras— no constituyen una amenaza real y, por lo tanto, no logran el efecto disuasivo deseado.
Si la disuasión no se logra, no queda más remedio que ejercer la represión, aplicando diversos métodos; incluso el empleo de armas de fuego u otros medios letales.
¿Se habrá pensado en el empleo de dardos adormecedores —como los que les son disparados a los leones o a otras fieras— a fin de evitar la muerte de personas durante el ejercicio de acciones represivas?
¿Cuáles son los protocolos para el uso de la fuerza en países tales como EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Israel o Japón? ¿Cómo reaccionan los policías de esos países si son insultados, escupidos en la cara, amenazados con armas blancas o de fuego; o atacados con palos, piedras, bombas Molotov o afectados por otro tipo de agresiones criminales?
El deber primero del Estado es el de mantener el orden público y la seguridad de la comunidad nacional, a fin de que las diversas actividades puedan ser desarrolladas con normalidad y tranquilidad. El Estado no solo tiene el derecho sino que el deber de defenderse y de mantener la plena vigencia del orden institucional; haciendo uso de la fuerza si ello fuese necesario para lograr tal cometido.
Adolfo Paul Latorre, Abogado
Publicada en el periódico digital Chile Informa el 30 de octubre de 2019.