Género, militancia y Gran Labor Previa…



Género, militancia y Gran Labor Previa…

Ha sido una semana de intensa y animada vida social; mientras una romería de autoridades y congresales visitaba en turnos horarios preacordados a la ministra de Justicia para manifestarle apoyo por y para su Gran Obra, casi simultáneamente doña Solange Huerta estaba siendo ungida como directora del Sename. Ya era hora. El Sename está a cargo de la rehabilitación de menores en problemas y por ese motivo resultaba poco presentable que en sus recintos hayan -hasta la fecha- muerto 186 de ellos. Es el tipo de situaciones que crean delicados temas de imagen corporativa. Indudablemente se necesitaba con suma urgencia la intervención decidida y eficaz de un o una titular en posesión de los debidos requisitos y doña Solange los cumple a satisfacción de La Moneda. Sus méritos son múltiples, pero en lo que toca a los que demanda su flamante destinación pesaron decisivamente los tres que en esta, la era de las transformaciones profundas, son de estratégica importancia: la militancia, el género y la gran labor previa del candidato. En cada uno de esos ítems ella cumple a cabalidad. En efecto, la señora Huerta está relacionada con el PS, colectividad en la cual militó alguna vez, pertenece al género debido -cosa de la mayor relevancia para la Presidenta, quien no por nada dirigió varios años el Centro de Madres del Planeta- y desde luego cumplió una gran labor en su anterior rol como fiscal a cargo del caso 27/F, proceso en el que con serena firmeza y femenina energía llevó a la justicia sin dejarse influir por la majestad del cargo a todos los implicados en el más sonado, colosal y letal fracaso de los órganos del Estado. Era un antecedente que debía tomarse en cuenta y ser recompensado para satisfacción de grandes y chicos.

Un gobierno curricular

Ha sido uno de los méritos más destacables de este gobierno precisamente ese, el considerar en lo que valen los antecedentes laborales de los ministros e incluso hasta de las más medianas y oscuras autoridades del “Staatsapparat”. Si alguien tiene dudas sobre esta materia, basta, para despejarlas, examinar las virtudes de los miembros del gabinete.

Véase el caso de Educación. La secretaria de Estado Adriana Delpiano indudablemente puede ostentar, como la señora Huerta, el género debido, la militancia que corresponde y por cierto una Gran Labor Previa. En Justicia y con gran lucimiento está en el timón doña Javiera Blanco, quien puede dar muestras de una adecuada militancia, del género correcto y una Gran Labor Previa, aunque por razones ajenas al servicio y de las cuales la dirección no se hace responsable la señora Blanco ha requerido, para sostenerse, del apoyo solidario de toda la NM. En Trabajo, la cartera la maneja doña Ximena Rincón. Rincón quizás tiene una militancia con gusto y olor a arroz graneado, PERO en subsidio posee con más méritos que ninguna otra secretaria de Estado los encantos del género y además una Gran Labor Previa como dama de compañía de la Mandataria. En Vivienda, la señora María Paulina Saball militó en consagradas instituciones, como el Comité Pro Paz, la Vicaría de la Solidaridad y en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y por lo tanto y de seguro ha cumplido una Gran Labor Previa. En Minería, la cartera está en manos de Aurora Williams, quien amén de mujer milita donde se debe y seguramente ha cumplido una Gran Labor Previa. En el Ministerio del Deporte la señora Riffo milita en las filas del progresismo y ha cumplido una Gran Labor Previa en abdominales. En Salud ni qué decirlo: la señora Castillo, la ministra, no sólo es dama y milita con las huestes que conducen la nación a la Felicidad Eterna, sino además, como es público y notorio si se revisa el libro de contabilidad de su cartera, ha cumplido no sólo una Gran Labor Previa sino también Presente. El Ministerio de la Mujer no requería una Gran Labor Previa porque no existía antes nada parecido. Bastaba sólo la condición de mujer y la militancia.

¿Y los hombres?

También hay hombres en el gabinete, pero muchos compensan esa lamentable identidad de género con rasgos personales y laborales de condición y expresión vaporosa y exánime, sino exangüe. ¿Quién sabía, por ejemplo, que hay un señor Céspedes en Economía, un señor Furche en Agricultura, un señor Osorio en Bienes Nacionales, un señor Badenier en Medio Ambiente, un señor Ottone a cargo (¿?) de las Artes y la Cultura y un señor Barraza en Desarrollo Social, sea lo que sea que esta última expresión signifique?

Es verdad que hay especímenes ministeriales masculinos que no han tenido el tino suficiente para hacerse invisibles. Son inevitablemente más conocidos porque tienen ciertos méritos o curiosas peculiaridades. El recién llegado señor Fernández, quien fue puesto a cargo de Interior, tuvo el mérito de hacer apostasía de sus viejas creencias y adoptar la agenda presidencial como devocionario de cabecera. Hizo noticia, además, inventando la denominación que corresponde a la posición que hoy disfruta la decé en la repostería y cocina de Palacio. Por su parte, el señor Eyzaguirre ha sido alguna vez, según lo registró el Diario Oficial, ministro de Educación. Su labor en ese ramo del saber y del hacer quizás haya pasado algo desapercibida, pero ahora ayuda a conducir los destinos de la patria desde una cartera llamada Ministerio Secretaría General de la Presidencia cuya labor ha sido y será siempre ignota. El verdadero mérito de Eyzaguirre, el que lo diferencia de los  Osorio o los Badenier, es que suelta de vez en cuando simpáticos chascarros al estilo de su madre, la maravillosa actriz Delfina Guzmán. Lo distingue además un aire general de pije progresista que suscita sospechas en el proletariado, pero es un defecto que compensa con su férrea lealtad a la Mandataria. Eso vale su peso en oro. El mérito y notoriedad de Marcelo Díaz radica en su capacidad para desplegar en sus vocerías una tolerable imitación del buenazo de Cantinflas. En cuanto a Rodrigo Valdés, quien primero se hizo notar llegando a La Moneda en calidad de salvavidas financiero, hoy es conspicuo por su velocidad para admitir errores luego de súbitos telefonazos de la Presidenta y advertencias del vicepresidente en las sombras, el señor Teillier. Oportunamente y en cada ocasión se le ha hecho ver la luz y su obsecuencia o consecuencia ha brillado resplandeciente.

Extras en acción

A los méritos que con tanta abundancia manan del Gran Elenco ministerial, el Estado, afortunadamente, también puede sumar los abnegados servicios de miles de militantes repartidos en cada una de las docenas de reparticiones que constituyen su organigrama. De la competencia y capacidad promedio de estos servidores públicos la ciudadanía puede todos los días recabar muestras contundentes en la gestión que celebran en sus unidades administrativas y de lo cual los medios de comunicación informan diariamente, a veces con innecesario tono de alarma. No siempre se les conoce y por eso es difícil averiguar los detalles de su Gran Labor Previa. Dicha ignorancia por parte del pueblo soberano es posiblemente el complemento de la privacidad de la que esperaba disfrutar Dávalos, el Primer Hijo de la República, pero un aciago destino se cruzó en la senda de su invisibilidad y tronchó prematuramente su carrera. Así es; el anonimato y la discreción es el territorio que prefieren habitar los actuales servidores del pueblo. Nada de vacías vanidades, sino Gran Gestión y dignas pensiones.

Por  Fernando Villegas