El triunfo comunicacional de la izquierda



El triunfo comunicacional de la izquierda

La Presidenta Michelle Bachelet no repunta en los sondeos: según la última encuesta Cadem, el apoyo a Bachelet alcanzó apenas al 20% este lunes, llegando a niveles históricamente bajos, contra el 70% de la población que rechaza su gestión. La situación del gabinete es aún peor: sólo un 13% de los chilenos aprueba la gestión de los ministros y, por eso, se redoblan los llamados de los partidarios de la Nueva Mayoría que exigen un cambio de gabinete contundente.

Los escándalos del Sename y Gendarmería, la deficiente gestión sanitaria que se traduce en listas de espera que llegan a los ocho años, la mala recepción generalizada del proyecto de ley de la educación superior y la disputa con el Cruch por la entrampada destitución de Roxana Pey, la delincuencia descontrolada, y tantos otros problemas que se han agravado en los últimos días, parecen haber hartado a 7 de cada 10 chilenos, muchos de los cuales votaron por Bachelet hace sólo 30 meses. El desánimo del oficialismo es generalizado y hasta Ricardo Lagos se atreve a sentenciar en La Tercera que el país no podrá resistir otro año y medio con una crisis política e institucional como la que, a su juicio, estamos sufriendo. La Nueva Mayoría parece derrotada y contra las cuerdas. ¿Por qué entonces la derecha no gana la iniciativa? Porque en nuestro país la izquierda le ha sacado una ventaja considerable a la derecha en el ámbito cultural y comunicacional, que es donde se da la pelea de verdad en el largo plazo.

Para decirlo en términos futbolísticos, la izquierda ataca porque juega de local y la derecha se defiende en territorio rival. La izquierda ha impuesto sus condiciones y sus reglas, y la derecha contrataca, siguiendo la estrategia definida por sus rivales. Como el marco de referencia de la política chilena lo impuso la izquierda hace rato, la derecha podrá ganar algunas elecciones eventualmente, pero el discurso dominante seguirá siendo el de sus contrincantes, a no ser que la derecha logre cambiar el encuadre dominante. Como explica George Lakoff, profesor de ciencias cognitivas de la Universidad de California y autor de varios manuales políticos, “cuando debates políticamente contra alguien del otro bando usando su lenguaje y sus marcos de referencia, estás activando y fortaleciendo los encuadres del otro entre las personas que te escuchan a ti, y debilitas tus propios puntos de vista… Cuando debates con alguien del otro bando, no deberías usar su lenguaje, pues a través de su lenguaje el otro impone el marco de referencia de la discusión, y este no será el marco que tú quieres”.

El framing—o marco de referencia que usamos para comprender el mundo—ha sido impuesto en Chile en los últimos años por la izquierda, y ese encuadre distingue entre ideas correctas e incorrectas, apoyándose en el lenguaje para imponer las ideas correctas y anular las incorrectas.

¿Cuáles son las ideas típicamente defendidas por la izquierda que se han impuesto en Chile? Algunas son: a) la defensa de la igualdad sobre la libertad individual, b) el control del Estado en vez de la promoción de la iniciativa privada, c) el combate a la desigualdad y no de la pobreza, d) el aumento del gasto público en vez de la reducción de los impuestos, e) la ampliación de los derechos sociales gratuitos sin contraprestaciones, es decir, sin la exigencia de cumplir unos deberes mínimos, f) la legitimidad de las marchas, protestas y tomas “por una buena causa”, en desmedro de la ley, el orden y el derecho de quienes sí quieren estudiar, trabajar o circular libre y pacíficamente, g) la negación del beneficio personal—incluido el lucro—frente a la defensa del “bien común”, h) la erradicación de la disciplina y el esfuerzo personal en aras de una sociedad menos competitiva, i) la íntima convicción de que la delincuencia y la violencia política tienen su base en la desigualdad social, por lo que hay que ser “comprensivos” con los delincuentes y los violentos, y j) la certeza de que la izquierda tiene una superioridad moral sobre la derecha.

Frente a la impopularidad del gobierno, la que se toma la calle no es la derecha, sino la izquierda, ahora reencantando a un sector amplio de la población por las falencias del sistema privado de pensiones, un sistema de pensiones que está en el corazón del modelo de desarrollo que permitió a Chile reducir la tasa de pobreza en 30 puntos porcentuales en 25 años. El triunfo de la izquierda en esta materia es evidente, pues convirtió un fracaso en una victoria aplastante: la pensión de Myriam Olate que representa todos los vicios del sistema de reparto, se vuelve un arma contra el sistema privado que busca precisamente evitar ese tipo de abusos. Eso explica parcialmente por qué, según Cadem, 7 de cada 10 chilenos reprueba la gestión de los fondos privados de pensiones, el mismo porcentaje de chilenos que rechaza a Bachelet.

Si la derecha no inspira ni encanta a los chilenos imponiendo su propioframing, podrá ganar la próxima elección municipal y hasta la presidencial con el apoyo de quienes se opongan a la continuidad de la Nueva Mayoría, pero será una victoria de corto plazo, pues el discurso dominante seguirá siendo dictado por la izquierda, la que hace rato impuso su marco de referencia y logra sacar a la gente a la calle cuando quiere, cautivándola con la defensa de los más pobres y desposeídos, proclamando la caída de este sistema injusto e insolidario que no defiende nadie como corresponde, y emocionándola con las combativas canciones de Víctor Jara, Violeta Parra e Inti Illimani.

Por Ricardo Leiva