Contra Natura
Contra Natura
Una gota colmó mi vaso y la aportó Paula Narváez, en un panel de TV donde dijo que el gobierno había incurrido reiteradamente en grave abuso de poder al conculcar la libre expresión ciudadana, impidiendo quemar y derribar la estatua del general Baquedano. ¿Qué? ¡Pero si las personas cuerdas están contra el gobierno justamente porque permite que destruyan esa plaza, ese monumento y tantas cosas más! Los lugares comunes se abalanzaron dentro de mi mente: “el ladrón detrás del juez”, “el mundo al revés”, “¿en qué país estamos?”
Más adelante vi a la misma Paula Narváez avanzar todavía más allá y afirmar que se debería destituir inmediatamente al comandante en jefe del Ejército, por incurrir en una “deliberación política” en un comunicado de su institución con términos ofensivos contra las personas que intentaron incendiar y derribar la estatua del general Baquedano. En eso fue secundada ¡cómo no! por la precandidata presidencial DC, Ximena Rincón, quien además afirmó que, de haber sido ella Presidente, habría ya llamado a retiro al mismo general. ¿No es todo eso locura política rampante?
El único recuerdo anterior que yo tenía de Paula Narváez era de cuando, siendo ministra de Michelle Bachelet II, había inaugurado ante la prensa, en medio de risas y sin ninguna cortedad, una escultura callejera que presentaba un órgano sexual masculino erecto y de gran tamaño. Fue una exhibición de, justamente, una de esas “partes pudendas” del cuerpo humano que en todas las representaciones públicas normales y decentes siempre se ocultan tras una hoja de parra. Pero ella aparecía riendo ante el supuesto horror de las personas pudorosas y, por tanto, menos modernas y evolucionadas.
Es que históricamente la izquierda extrema siempre ha disfrutado haciendo esos despliegues “pour épater les bourgeois”, dicen. Lo logran sobradamente, como en este caso y también recientemente, como parte del revival nacional, cuando han salido sus mujeres masivamente desnudas, algunas de las cuales han protagonizado actos de masturbación pública a los pies de la misma estatua del general Baquedano. Eso fue como ya “la última paletada”, tras la cual “nadie dijo nada, nadie dijo nada”. ¿Adónde vamos a llegar?
Pero aquel talante de Paula Narváez, al parecer, suscitó la simpatía y coincidencia de temperamentos entre ella y nuestra expresidente y actual alta comisionada de DD. HH. de la ONU, Michelle Bachelet, que hace poco la designó abrupta y oficialmente “a dedo” como candidata presidencial de su partido, dejando una vez más con un palmo de narices a los mismos “varones socialistas” y “panzers” que ya por tantos años han visto defraudados sus abnegados ímpetus por sacrificarse desde la “casa donde tanto se sufre”.
¿Está el país horrorizado por lo que sucede? Al parecer no, y eso es lo peor, pues encabeza la última encuesta presidencial el candidato comunista. Damos por sabido que la naturaleza humana demanda libertad dentro del orden, respeta el pudor, venera a sus héroes, defiende la vida. Sin embargo, los chilenos aparecemos consagrando o al menos tolerando una situación donde reinan la impudicia descarada y un clima colectivo caótico, en medio del cual mueren a balazos hombres, mujeres y niños por falta de toda autoridad contra el delito y, más encima, nos aprestamos a votar también contra natura y, en lugar de hacerlo por la vida, preferimos llevar al poder a la misma izquierda cuyos gobiernos ya generaron en el mundo cien millones de muertos.
¿Qué nos pasa? ¿Adónde vamos a ir a parar?
Hermógenes Pérez de Arce