La Única Celebración del Once

La Única Celebración del Once
Ahora que prácticamente todos son del “No” (la izquierda, todos sus candidatos y la derecha con el que ha comprado sus restos náufragos y hasta ha llegado a criminalizar al “Sí”; y los demás que se “han dado vuelta la chaqueta”), el esfuerzo para celebrar el Once, la efeméride más importante de la historia patria después del Dieciocho, resulta ímprobo. Pues sólo hay “contra conmemoraciones”, como la llevada a cabo en La Moneda por todos los que se han travestido: los agresores (iban a destruir la “democracia burguesa” por las armas) se han convertido en “víctimas”; los totalitarios (querían otra Cuba y la URSS era su “hermana mayor”), se han travestido de “demócratas”; los kerenskys de Frei Montalva y Aylwin, que aplaudían a los militares en 1973 y después, ya pasado el miedo, los mandaron presos para ganar el voto comunista.
El único destello de verdad histórica de la fecha fue la publicación de dos páginas en “La Tercera” de hoy, con los retratos de 47 servidores públicos asesinados por la guerrilla marxista entre 1978 y 1986, si bien con algunos datos censurados, porque la prensa no tiene libertad de informar, pese a que el mismo diario y otros habían publicado ambas páginas, sin censura, en 1986. PHermógenesero ahora tienen temor a la justicia de izquierda que impera entre nosotros. Los diarios saben que un abogado comunista puede querellarse contra ellos si publican el nombre de un asesino de un militar. Y así puede obtener una condena y una indemnización. A cada rato siguen condenando a militares a 40 años de los hechos, sin pruebas, y obteniendo millonarias indemnizaciones. Y los uniformados activos miran para otro lado.
¿Por qué publicamos el aviso en “La Tercera”? Porque puso menos problemas y cobró un millón de pesos menos que “El Mercurio”. Y no teníamos fondos para publicarlo en ambos diarios. Es el único recordatorio de la fecha en los diarios que leí. No pocos patriotas con memoria han izado la bandera, pero la contra-conmemoración ha quedado en manos de la izquierda.
Ésta se encuentra alarmada porque la Corte de Apelaciones ha reconocido que al brigadier Miguel Krassnoff, condenado a 267 años de presidio sin ninguna prueba que no sea el testimonio de docenas de testigos llevados por los abogados comunistas, tiene derecho a la libertad condicional. Pero ya los cultores del odio anticipan que los presos políticos militares no tienen derecho al beneficio. Lleva once años preso. El ministro sumariante que más años le impuso, Alejandro Solís, reconoció ante mí, en la TV, que condenaba sobre la base de una “ficción jurídica” (la de que Krasnoff mantiene hasta hoy secuestradas a numerosas personas). Sin esa ficción tendría que aplicar la amnistía y la prescripción. La más odiosa persecutora de los presos políticos militares, con la posible excepción de Lorena Pizarro, es la ministra de Justicia Javiera Blanco, quien afirma que a esos presos no les corresponden los beneficios carcelarios que a los autores de delitos comunes. Eso no está en ninguna ley. Es sólo odio. Porque en Chile el odio tiene fuerza legal.
En una oportunidad el brigadier Krassnoff me dijo que, en rigor, él nunca había detenido a nadie, salvo que se considerara como “detención” el haber llevado en brazos a la pareja del terrorista Miguel Enríquez, herida cuando éste fue abatido en la calle Santa Fe, para entregarla a una ambulancia. Todo dicen que fue “torturador”. Cuando le pregunté, me dijo: “Nunca torturé a nadie ni en mi presencia se torturó a nadie.” El juez Solís nunca lo interrogó, pero cuando ya estaba por jubilar por edad lo llamó a su comparecencia, para conocerlo. Es que le había impuesto más de un centenar de años de presidio y nunca había hablado con él. Muchas veces lo procesó sin siquiera tomarle la declaración indagatoria, esencial en el proceso penal. Simplemente fotocopiaba otra de otro proceso en su contra, porque todos los abogados comunistas se querellaban contra Krassnoff por cualquier cosa. Debe haber sido “por órdenes superiores” de la “Hermana Mayor”: en la URSS su abuelo y su padre cosacos habían sido colgados por Stalin en la Plaza Roja de Moscú.
Pero los del “Sí” hemos logrado que también en “La Tercera”, por lo menos, aparezca en las encuestas el único candidato que tenemos, José Antonio Kast. Antes ni siquiera aparecía. Estamos juntando firmas para que participe en primera vuelta. No es pequeño el desafío, contra una veintena de rivales del “No”, tanto de izquierda como de derecha.
¡Qué distinto del 11 de septiembre de 1973, cuando el país celebraba y Frei escribía a Europa que “se levantan banderas en las poblaciones”!
Por Hermógenes Pérez de Arce