La Constitución de 1980



La Constitución de 1980

Junto con asumir la responsabilidad del poder en 1973, el Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden, presidido por el general Augusto Pinochet, contrajo el compromiso de instaurar una nueva institucionalidad, que se tradujo, entre otras obras, en la Constitución de 1980.

Tras cumplirse un nuevo aniversario del pronunciamiento del 11 de septiembre de 1973, es justo reconocer los valores de dicha Constitución y su contribución al progreso de Chile en estos más de cuarenta años de vigencia.

Desde luego, permitió, gracias a las normas transitorias, diseñadas en1980 y no modificadas, el traspaso pacífico del poder desde el Gobierno Militar a un Gobierno Civil elegido democráticamente, luego de elecciones organizadas por el Gobierno del Presidente Pinochet. Esto fue inédito en nuestro continente.

En su articulado permanente, la Constitución de 1980 estableció una nueva institucionalidad de plenitud democrática que protege los derechos, garantías y libertades personales del modo más amplio que nuestro país haya conocido. Algunos de ellos no habían sido nunca contemplados en ordenamientos constitucionales y otros fueron reforzados en su alcance.

Otra creación de esta Carta Fundamental es el Recurso de Protección, para hacer efectivos esos derechos, y el fortalecimiento del recurso de amparo, en términos muy superiores a toda la normativa anterior. También se fijó un quórum especial para cualquier norma que pretendiera limitar o restringir esos derechos.

La Constitución sentó las bases para la modernización del país y para el establecimiento y avance de políticas sociales y económicas en directo beneficio de todos los chilenos, especialmente de los más necesitados. Asimismo, se anticipó a las tendencias sociales y económicas que luego se impondrían en todo el mundo. Sin estos principios, los gobiernos a partir de 1990 no hubieran podido enfrentar con éxito la globalización.

La opción por una economía social de mercado con un Estado subsidiario fue una fórmula que la experiencia mundial ha confirmado como la más eficaz, ya que crea las condiciones para el ejercicio de la responsabilidad individual, estimulando de esta forma la creatividad, el crecimiento de la economía y la paulatina erradicación de la pobreza. En esa referencia, cada gobierno deberá colocar las prioridades de su política económica, formulando con coherencia las políticas públicas específicas.

En el orden político, dotó al Presidente de la República de las facultades necesarias para gobernar y administrar el país, como lo habían requerido con insistencia todos los Jefes de Estado con anterioridad a 1973. Frente a este fortalecimiento del Ejecutivo, no alterado por las diversas reformas, la Constitución del 80 estableció un conjunto de equilibrios y contrapesos para evitar que la reforzada autoridad del Ejecutivo pudiere derivar en menoscabo de las libertades. Entre estos contrapesos está el Congreso, que es el principal elemento de equilibrio, pero no es el único. También existen otros: el Poder Judicial independiente, el Tribunal Constitucional no sometido ni al Gobierno ni al Congreso, la Contraloría General de la República con rango constitucional, el Tribunal Calificador de Elecciones con mayoría técnica, y el Banco Central autónomo. También la Constitución fortaleció las funciones del Poder Judicial, mediante su participación en instancias institucionales de la mayor trascendencia y las normas relativas a la organización y atribuciones de los Tribunales de Justicia pasaron a tener rango de ley orgánica constitucional, para evitar que puedan ser modificadas por simples mayorías circunstanciales que afectaran su independencia. Adicionalmente, añadió un instrumento capital para el imperio de los tribunales, cual es “impartir órdenes directas a la fuerza pública o ejercer los medios de acción conducentes de que dispusieren”. La descentralización y la regionalización del país es otro de los aportes relevantes del texto constitucional.

La Constitución de 1980 ha sido modificada en diversas ocasiones para adaptarla a las nuevas realidades, pero ha mantenido su esencia y capacidad para enfrentar los nuevos desafíos que nos demanda el progreso tecnológico y científico, con los cambios sociales que ello conlleva.

El paso del tiempo permitirá que se abra camino a la serenidad y a la imparcialidad, para analizar los aciertos de la Constitución de 1980 y para valorar su efectiva contribución a la paz, la estabilidad y al desarrollo del país.

Hernán Guiloff Izikson Presidente Fundación Presidente Pinochet