FF.AA. y Carabineros:



FF.AA. y Carabineros:

VISIONES IRRECONCILIABLES DEL PASADO RECIENTE

 Por GDB.  Humberto Julio Reyes

            Desde hace muchos años, más de treinta, septiembre, llamado el mes de la Patria, reflota nuestras diferencias respecto a los acontecimientos que condujeron al quiebre de la democracia.

            Esta vez no ha sido la excepción.

            Habitualmente las expresiones comienzan con actos de conmemoración de los partidarios de la Unidad Popular, relativamente masivos y con desórdenes de grupos reducidos pero violentos y que no son replicados por quienes sólo tienen un mal recuerdo de esos años o que agradecen en forma más discreta que la peor crisis política del siglo XX haya podido ser superada.

            Lo novedoso fue que la juventud de un partido de reciente creación, haciendo uso de su libertad de expresión, haya difundido un video planteando su visión de lo sucedido el 11 de septiembre de 1973, acción que provocó la publicación de una carta firmada por un grupo de personas que se identifican con un partido de la llamada centro derecha, donde se califica dicho video de “lamentable retroceso democrático”.

            Posteriormente dicha carta fue contestada por el presidente nacional de dicha juventud, en lo que tituló “nuestra postura”, donde expresa la existencia de una diferencia profunda e insalvable entre las visiones de ambos grupos.

La diferencia básica residiría en que para unos lo sucedido en esa fecha fue una tragedia para Chile y para otros, los autores del video, significó la salvación de nuestra libertad y nuestra democracia.

Adelanto que estoy con quienes sustentan “nuestra postura” ya que, si bien en el sentido griego de lo que es una tragedia, eso fue lo que vivimos durante la Unidad Popular, agotadas todas las vías democráticas, un grupo de hombres de armas asumió la enorme responsabilidad de intervenir, justamente para salvar lo que quedaba de nuestra democracia.

Los subordinados de dichos hombres, salvo contadas excepciones, obedecimos y, con ello, se evitó una división similar a la de 1891 y la consiguiente guerra civil.

Volviendo al primer intercambio de cartas, éste no terminó ahí, ya que se han publicado posteriormente otras, sea abundando en lo ya publicado o exponiendo diversos argumentos, reflejando la imposibilidad de acercar la diferencia inicial, peor aun, ahondándola al recurrir a suposiciones ya desmentidas por los actores del momento, como el plebiscito frustrado por el pronunciamiento o el no acatamiento de los resultados del plebiscito de 1988.

Por respeto al paciente lector, no recurriré a apoyar aquellos argumentos leídos y con los cuales concuerdo, tampoco a rechazar los que no considero válidos, sino que expondré lo que no estuvo presente o no advertí en el intercambio.

Lo primero que me llamó la atención fue la mención a que “el 11 de septiembre hubo cerca de 80 víctimas, entre ejecutados y detenidos desaparecidos”. Asumo que la cifra está respaldada pero no veo entre esas víctimas a los nuestros, sí, a los caídos cumpliendo órdenes y que no eligieron estar ahí donde alguien les dio muerte.

Digo esto porque parecería que ese día, para algunos, nuestros 36 camaradas de las fuerzas armadas y de Carabineros, fallecieron de causas naturales y no por acción de alguien que los enfrentara.  [1]

Esas víctimas ignoradas por los autores de la primera carta también tenían una familia que no clamó verdad, justicia y reparación en los tribunales ni sigue hasta el día de hoy enrostrando su muerte a los que sí continúan victimizándose en estas fechas.

Me detengo también en el argumento según el cual un gobierno democráticamente electo no puede ser depuesto, como si bastara con su legitimidad de origen.

A esas personas que posiblemente no habían nacido o eran niños, quisiera recordarles que Salvador Allende fue elegido por el congreso, previa aceptación de su parte de un estatuto de garantías que no cumplió.

En su conocida entrevista con Debray reconoce haberla firmado por “razones tácticas”, vaya cinismo, pero le concedo que, quizás, asumió que, para sus adversarios políticos, la Democracia Cristiana en particular, era sólo un saludo a la bandera para salir del embrollo y votar favorablemente, salvando la cara.

Finalizo mis opiniones con el repetido supuesto deseo del presidente Pinochet de no respetar el resultado desfavorable del plebiscito de 1988, pero que terminó respetando.

Más allá que, en su momento el General Matthei aclaró las cosas, yo podría suponer lo mismo respecto a la intención que se le atribuye al presidente Allende de llamar a un plebiscito en 1973: deseaba hacerlo, pero no lo hizo.

Por lo demás, llamar a un plebiscito de resultado favorable tan improbable, no parece propio de un político avezado como era su caso.

Para terminar una conclusión, perdonando la redundancia:

En este intercambio de visiones irreconciliables la izquierda ha tomado palco y seguramente lo ha disfrutado y sacado cuentas alegres con la división de sus opositores.

Por su parte, los más fieles partidarios del presidente Allende, el Partido Comunista, se abstiene de reprochar a los socialistas, hoy democráticos, su principal responsabilidad en haber bloqueado, junto a otros intransigentes, toda posibilidad de una salida política a la crisis.

Toda una lección.

1 La verdad olvidada del terrorismo en Chile 1968-1996. El Libro de las Fuerzas Armadas y Carabineros en condición de retiro. 2007. Págs. 83-85.

26 de sept. de 24

 

 

*”Nadie lo Va a Hacer por Ti”*


Por CRL. Cristián Labbé Galilea

Terminaron las Fiestas Patrias y entramos de lleno a estar en “modo elecciones”. En menos de un mes debemos elegir alcaldes, concejales, gobernadores y consejeros regionales; los resultados además serán estratégicos en las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2025. A pesar de lo que eso significa, se percibe en el ambiente un peligroso e irresponsable “sonambulismo político”, principalmente en sectores de la oposición.

Este sonambulismo da cuenta de un perverso letargo y abulia frente a los efectos que los resultados de octubre podrían tener en futuro del país. Es cierto que todos se quejan: “las cosas no van bien”, “el país está estancado”, “el gobierno es de una inoperancia supina” etc., etc., pero en los hechos pareciera que están “dormidos” y que sus lamentos no son más que “lágrimas de cocodrilos”.

Si tal actitud se percibe en el ciudadano común, ni qué decir del sonambulismo en que están sumidos los políticos de la Sociedad Libre y sus dirigencias (léase oposición). Desconectados de la realidad, están inmersos en sus propios mundos, incapaces de generar un relato seductor y una visión de futuro sugerente; menos aún, pueden encender “una chispa de pasión” para motivar a sus bases y lograr los cambios que nos lleven a ser lo que queremos ser.

En ese ambiente los candidatos, por su parte, hacen lo que pueden y optan por el camino del “mensaje inocuo”, ese que no responde a los problemas reales: “Gonzales, el mejor para Cachiyuyo”, “Perez, lo que la comuna necesita”… Poco o nada dicen cómo van a enfrentar los problemas de educación, salud comunal, ordenamiento público, aseo, comercio ambulante y otros etcéteras.

Está claro que vivimos un momento crucial de nuestra historia. Hoy se necesitan personas valientes, comprometidas, pero por sobre todo, se necesitan personas que abandonen sus zonas de confort. Estando nuestro sector en las mejores condiciones de hacer un buen papel electoral en octubre, no podemos permitir que la izquierda venga a “robarle los huevos al águila”.

Con dicha metáfora, esta pluma busca hacer un llamado a la necesidad de movilizarnos para defender nuestras banderas de siempre: la libertad, la seguridad, la propiedad, el orden, el derecho… y para impedir que la izquierda aproveche muestra debilidad y falta de compromiso para infringirnos una derrota, en circunstancias que el 4S les hicimos saber lo que el país quiere y demanda.

Quejarse no cambia las cosas. Sólo con acción, responsabilidad y un enfoque positivo, podemos transformar la realidad que estamos viviendo en un futuro de bienestar y progreso para las nuevas generaciones.

¡Pongamos manos a la obra! No podemos esperar que las cosas cambien si seguimos en la misma actitud. Hoy se necesitan personas comprometidas… que abandonen sus zonas de confort, porque nadie más defenderá nuestras banderas, ni dará nuestras batallas. ¡Nadie va a hacer las cosas por ti!… ¡Vamos que se puede!