GOBIERNO Y POLÍTICA:
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Lecciones del caso Monsalve
Podemos tener las mejores Fuerzas Armadas y policías de Latinoamérica, pero si no tenemos liderazgos probos y sistemas de inteligencia que sean capaces de operar correctamente, lo anterior de nada vale.
30 de October de 2024 El Líbero Richard Kouyoumdjian
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Después del periodo electoral regreso a mi columna de los miércoles. Esta la quiero dedicar a todo lo relativo al exsubsecretario Manuel Monsalve, su salida y las lecciones que el caso nos deja particularmente en aspectos de seguridad nacional, inteligencia, manejo de las policías y fiscalización de la actividad pública.
Aparentemente el Ministerio Público tiene un caso contra Monsalve. Todo abuso sexual debe ser tratado con el máximo rigor. No tengo más información que la aparecida en los medios de prensa como para emitir una opinión. Sí queda claro que tanto el Presidente como la ministra Tohá no habrían manejado el caso como se hubiese esperado, en una muestra más de la falta de profesionalismo, control interno y de capacidad de gobernar de la actual administración. También queda claro que podría haber más que acusaciones de abuso sexual, todas cosas que con el pasar de las semanas irán quedando despejadas con el avance de las investigaciones del Ministerio Público.
Dejando claro como lo hizo más de un columnista, que lo principal aquí es el abuso sexual del que se acusa a Monsalve, lo que en esta oportunidad quiero destacar es el riesgo a la seguridad nacional que significó y significa este caso ya que estamos hablando de la persona que en la práctica supervisaba a las policías y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI).
La información que ha ido saliendo y la que se comenta en canales informales, es que estamos hablando de una autoridad de conducta un tanto descuidada y poco apropiada para el cargo de subsecretario del Interior. No soy de meterme en las vidas privadas de las personas, pero cuando esta puede ser un riesgo a la seguridad nacional, sí tenemos el derecho a opinar y exigir.
Desde el minuto que el subsecretario del Interior maneja las policías y la ANI, este debe ser un ejemplo de conducta tanto en lo público como en lo privado e idealmente, no debe tener pecados pasados que estén escondidos, y que, de saberse, puedan causar conmoción pública, o bien, puedan ser usados por otros, como gobiernos extranjeros u organizaciones criminales para extorsionarlo.
Alguien podría decir que me estoy pasando de rosca, pero esto que indico es una realidad y algo que los servicios de inteligencia de gobiernos extranjeros buscan, como también de quienes dirigen organizaciones dedicadas a actividades ilícitas, las que se beneficiarían por tener a una autoridad de este tipo bajo su control.
Lo anterior es más normal de lo que se piensa, y muy habitual en países como México o en donde operan organizaciones que se beneficiarían de la información que una alta autoridad les puede dar, o que producto de su rol, ordenar acciones que les sean beneficiosas o anular las que les sean adversas.
Que todo lo que ha salido respecto de Monsalve sea una sorpresa es un problema tanto de seguridad nacional y de inteligencia. Lo primero por su rol de autoridad a cargo de policías y de la ANI, y lo segundo porque no saltó en forma previa a pesar de tener escolta policial asignada por la PDI. Aquí falló el sistema de inteligencia en forma grave. Falló la contrainteligencia, la que nos debió haber alertado de su conducta riesgosa, como también el control preventivo, si es que lo hay, que la contra debe realizar sobre quienes participan en sistemas de liderazgo de sistemas como el de seguridad pública o el de inteligencia nacional.
Me preocupa que lo anterior no sea motivo de análisis por parte de los medios de prensa, me refiero a las conductas riesgosas y la incapacidad del sistema de inteligencia de realizar controles preventivos que nos aseguren que las cosas están funcionando bien y de minimizar riesgos futuros.
Como era de esperarse, junto con la utilización que Monsalve hacía de medios policiales para su beneficio, es muy posible que salgan sorpresas en el manejo que el hacía de fondos reservados, asunto por el cual debemos estar atentos y en donde no podemos permitir que el gobierno trate de pasar piola.
Si antes estábamos en graves problemas de seguridad pública, ahora estamos en una situación peor. Colocaron a un abogado inexperto en las materias sobre las que debe decidir, las que sabemos están fuera de control, por lo que nada bueno podemos esperar, quedando como única esperanza que, ante un cambio de gabinete, el Presidente decida usar a los expertos que tenía la antigua Concertación y no de los inexpertos que el Frente Amplio entrega al gobierno para realizar sus tareas y obligaciones que Chile les encargo hace unos años.
Capítulo aparte es la falla de la PDI en el asunto Monsalve. Es correcto que se haya removido a la prefecta inspector a cargo de la inteligencia policial, y lo mismo debiera suceder con la persona a cargo de los servicios de seguridad para autoridades de gobierno. Puedo entender las fallas de las autoridades, no así de instituciones como la PDI, ya que, si estas no operan adecuadamente, estamos mal, muy mal. Nos debemos asegurar que el sistema de inteligencia opere bien, y que de haber fallas, sea el mismo sistema que las detecte y corrija, ya que, de lo contrario, tenemos problemas graves de abuso sexual y de inoperancia del sistema de inteligencia, con el consecuente impacto en la seguridad nacional.
Podemos tener las mejores Fuerzas Armadas y policías de Latinoamérica, pero si no tenemos liderazgos probos y sistemas de inteligencia que sean capaces de operar correctamente, lo anterior de nada vale.
Publicado por AthenaLab
Déjà vu
La falta de credibilidad de La Moneda convierte en crisis mayores cada nuevo problema que se le presenta.
por Pilar Molina26 octubre, 2024
Esto es algo que se repite con cada crisis del Gobierno. Versiones sucesivas y contradictorias crean la impresión que esconden la verdad, provocando total escepticismo y desconfianza.
Es lo que ocurrió en el caso de los indultos que concedió Gabriel Boric a presos por delitos cometidos en el estallido del 18 O, justificando que eran “jóvenes que no son delincuentes”. Hasta hoy no está claro si el Presidente, al tomar la decisión, contaba con todos los antecedente e ignoraba que varios tenían prontuario y condenas previas a octubre de 2019. Un ministro, la vocera Vallejo, aseguró que no, mientras que el titular de Justicia dijo que sí. Hasta hoy el Mandatario elude precisar su responsabilidad repitiendo cada vez “ya respondí la pregunta”.
Nunca pudimos tampoco datar, entre versiones 1, 2 y 3, cuándo se supo en La Moneda que había irregularidades en convenios firmados por el seremi de Antofagasta con la Fundación Democracia Viva, vinculada a RD y la pareja de la diputada de ese partido Catalina Pérez. El hecho, revelado por el medio digital Timeline en junio de 2023, destapó una cascada de convenios irregulares a lo largo de todo el país, cuya investigación avanza a paso de tortuga. El Presidente se enredó respecto a cuánto antes que la prensa estallara el caso había tomado conocimiento de lo que ocurría, en medio de contradicciones entre las autoridades de la época.
Se repite la duda ahora, con las versiones sobre la denuncia de una funcionaria contra el exsubsecretario del Interior Manuel Monsalve. El ex diputado socialista, la cara más visible responsable de la seguridad de Chile, fue denunciado por violación, abuso sexual e infringir la ley de inteligencia, invocándola para asuntos personales.
“Ya he respondido esa pregunta”, repitió tres veces la ministra del Interior, Carolina Tohá. Es que la credibilidad está perforada y no sólo frente a la oposición, sino que también han volado plumas y gallos en el oficialismo. Cada día hay nuevas versiones y aclaraciones respecto a la anterior o lo que dijo otra autoridad en los más diversos temas: ¿el Ejecutivo recibió la información parcial o completa de la PDI sobre la investigación contra el subsecretario? (Tohá aseveró ambas cosas, sucesivamente, y también se contradijo con la cabeza de la PDI, Eduardo Cerna); Monsalve, después de admitir la situación con el Presidente la tarde del martes 15, ¿se fue al día siguiente al BioBío a informar a su familia (según Tohá) o se usó el miércoles para recabar más información (Boric)?; ¿le transmitió la ministra al Mandatario que la PDI le había informado que Monsalve, abusando de la ley de inteligencia, había pedido a la policía revisar las cámaras del restorán y del hotel donde el exsubsecretario cometió el delito la noche del domingo 22 de septiembre, o el Presidente lo oyó por primera vez de su ex colaborador, como lo sostuvo, convirtiéndose en “testigo de oídas”?
Y suma y sigue, las incógnitas se multiplican: ¿era correcto que el imputado usara el avión policial para volver de Concepción a Santiago, como señaló el ministro de Justicia, Luis Cordero, o fue irregular, como afirmó su par Antonia Orellana?; ¿no hubo alteración de la prueba con la intervención en las cámaras por orden de Monsalve, como sostuvo Cordero, o presumiblemente la hubo, como consignó la Fiscalía?
El corazón de las contradicciones es que en La Moneda creyeron que podrían postergar la revelación de la denuncia hasta después de las elecciones de este fin de semana, mientras se sobaban las manos con el impacto del caso Audio sobre los resultados electorales en la derecha. Y hoy no pueden explicar por qué callaron cuando el martes 15 el director de la PDI le informó a la titular de Interior que investigaban al funcionario por la denuncia presentada el lunes 14. En ese momento ella encapsula la información con el Presidente, quien se reúne ese mismo día con el acusado en La Moneda. Y en vez de alejarlo del Gobierno, le permite viajar al sur y cuando regresa el jueves, participa a media mañana en una discusión sobre el presupuesto 2025 de seguridad en el Congreso y tiene agendada una pauta para las 4 de la tarde de ese día con el Presidente y otras altas autoridades en el palacio.
Porque no pensaban revelarlo es que no aplicaron de inmediato la ley Karin, en vigencia desde agosto, con la excusa que no había una denuncia, cuando el Estado no la requiere para actuar frente a una violación. Esa ley establece la protección inmediata de la víctima, pero tampoco se la dieron.
El vespertino La Segunda desordena los planes oficiales al publicar la noticia sobre la investigación y comienza el baile de máscaras que no cesa. El que le agregó más fuego fue el propio Presidente con la locura de la conferencia de prensa de 53 minutos que dio el viernes 18. Pretendió salvarse solo, mostrándose como totalmente transparente, pero, en vez, se hundió solo porque abrió nuevas incógnitas que es probable nunca despeje.
Sólo al darse cuenta que la credibilidad oficial se hunde más y más, nuevamente auto asignado como vocero, el Presidente buscó encapsular la responsabilidad en su ex subsecretario, al que le permitió antes renunciar en La Moneda y alegando su inocencia. Y lo más importante, hizo un giro respecto a la víctima. El jueves último, en San Joaquín, a nueve días de haber recibido la denuncia de Monsalve, atinó a decir que “nuestro deber es creerle y yo le creo” (a ella). Pero el viernes anterior había relativizado la gravedad de la acusación por violación, señalando que “si alguien bebe más de la cuenta… es responsabilidad propia” y asegurando, entre otras cosas, que “una denuncia no presume la culpabilidad” o que “acá ni siquiera hay una formalización y no sabemos el contenido de la denuncia”.
El jueves pasado, en cambio, empatizó con la víctima frente a un delito tan grande donde es “inimaginable lo que debe haber pasado para tomar la decisión de denunciar, más aún contra alguien que ostenta más poder”.
Pero no puede explicar hoy por qué no le pidió la renuncia nueve días antes y le permitió a él dejar el gobierno. Y por qué tuvo una gentileza con el imputado (permitirle viajar donde su familia) que no tuvo para proteger a su víctima.
Es más, no requería formarse la convicción del delito para apartar de inmediato del Gobierno “feminista” al subsecretario, por haber establecido una relación abusiva, en el menor de los casos, con una subordinada; por haber bebido en exceso la fatídica noche del 22 de septiembre y haber incumplido su obligación de presentarse al día siguiente lunes, a dar la cuenta al país de los 37 homicidios ocurridos en el largo feriado del 18 de septiembre, balance que le correspondía hacer como ministro del Interior subrogante.
No pueden explicar el Mandatario y Tohá cómo callaron cuando se han ido conociendo nuevos antecedentes, como que Monsalve movilizó a su subordinada a trabajar al edificio de La Moneda, le subió el sueldo después de darle un beso no consentido tras haberla citado en una ocasión anterior a comer; que había usado su poder para invocar la ley de inteligencia con el propósito que la intimidaran policías de la PDI y ordenar intervenir las cámaras antes incluso que la mujer presentara la denuncia.
Y aún nos falta mucho por conocer: todo lo que ocurrió en los 22 días entre la noche del 22 de septiembre y el día 14 de octubre cuando la víctima del “gobierno feminista” presenta la denuncia y esta semana, una querella. Pero la versión oficial de los hechos ya perdió toda credibilidad para poder explicarlos.
Una Diputada veraz:
Una crisis terminal
Vea y escuche comentario de Tomás Mosciatti:
https://youtu.be/cQlcawrBAts?si=QtsdsChz8Pl6LXT9
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