UN EJÉRCITO SIEMPRE FIEL A SU NACIÓN Y SU BANDERA



UN EJÉRCITO SIEMPRE FIEL A SU NACIÓN Y SU BANDERA

Por Nelson Cabezas Flores, Coronel de Ejército

La suave brisa de la primavera junto a los sones marciales de las bandas militares nos trae el recuerdo de la epopeya de nuestra emancipación, de las increí- bles hazañas de nuestros soldados que durante doscientos siete años, desde la Independencia hasta nuestros días han ofrendado sus vidas y esfuerzos para brindarnos una Nación digna, altiva, gallarda, libre y orgullosa como pocas en el mundo.

Desde el nacimiento de la Patria el Ejército de Chile, ha sido el pilar fundamental de la libertad, la independencia y soberanía de la Nación. Institución base de la República y de cuyo seno han nacido las instituciones armadas hermanas.

En la ocasión solemne del cabildo abierto que proclamó en 1810 la primera Junta de Gobierno, las nacientes armas chilenas custodiaron ese memorable hecho jurídico y ciudadano. Tres de las unidades del ejército que nacieron con la Patria los gloriosos regimientos N° 1 de Infantería, hoy Buin; de Artillería N°1, hoy Tacna; y los bravos Húsares, cumplen más de dos siglos de heroicas tradiciones.

Es por esta razón que las fiestas del aniversario de Chile se encuentran íntimamente ligadas a las celebraciones del 19 de septiembre. Desde 1915 y por decreto del presidente don Ramón Barros Luco se institucionalizó esta última fecha como el Día de las Glorias del Ejército. Merecido tributo a una noble institución matriz.

Nuestro deber es recordar hoy aquellos miles de hombres que llenos de fe en el porvenir, de garra y espíritu, que dieron su vida y energía en aras de preservar un Estado de Chile libre y soberano.

Los viejos tercios que integramos el Cuerpo de Oficiales Superiores de las Fuerzas Armadas (Cosur Chile) representamos tres instituciones hermanas, orgullosas de la ruta de gloria trazada por el Ejército durante dos siglos de vida nacional, dando origen a una impresionante cantidad de volúmenes de su historia. Nuestra mejor forma de venerarlo es dando a conocer los testimonios de una apasionante y épica novela, que destacan la trayectoria de una institución.

Evoquemos el recuerdo del primer soldado de la Patria, don Bernardo O’Higgins Riquelme, que en la lucha por la Independencia y junto al General don José Miguel Carrera, fueron líderes en sentar las bases de la República de Chile. Tras ocho años de ardua lucha contra la Reconquista española, el cruce del Ejército Libertador de los Andes en 1817 coronó un año más tarde en los campos de Maipú la definitiva segregación de la Corona. Se ganó entonces una frágil libertad que sólo se consolidó con la posterior empresa estratégica de la naciente Armada de Chile: una Expedición Libertadora del Perú, con gran parte de los medios provistos por Chile y encabezada por el General argentino José de San Martín, que culmina con la exitosa liberación de la nación vecina del norte el año 1820.

Mencionemos a generales Presidentes de Chile como don Ramón Freire, don José Antonio Pinto, don Joaquín Prieto y don Manuel Bulnes, entre otros, quienes condujeron la gestión pública durante casi medio siglo hasta 1850. Debieron resolver en ese turbulento periodo, la gran amenaza de la Confederación Perú-Boliviana del gobernante del altiplano Andrés de Santa Cruz, con los triunfos del Puente de Buin, Portada de Guías y la espectacular Batalla de Yungay, triunfo marcial, que permitió a nuestro ejército destruir el potente peligro y entrar a Lima por segunda vez en enero de 1839.

Uno de tantos hitos destacables, fue el haber establecido con la Armada de Chile, un 21 de septiembre de 1843, la primera guarnición militar en la zona del Canal de Magallanes, el legendario Fuerte Bulnes que nos otorgó la soberanía austral y su posterior proyección a la Antártica Chilena, cristalizando el anhelo del Libertador quién al fallecer en1842 exhaló como último deseo el concepto geopolítico “Magallanes”.

La segunda parte del siglo XIX, encuentra al Ejército dedicado a ocupar la brava región de la Araucanía y su total integración con el resto del territorio de la República. En estas circunstancias, nos sorprende el año 1879 con un nuevo inicio de hostilidades con los países vecinos de Perú y Bolivia.

Es entonces cuando comienza a escribirse la máxima epopeya bélica que nuestro ejército, que en perfecta simbiosis con su institución hermana la Armada de Chile, escriben las páginas más gloriosas de nuestra Historia Militar: Antofagasta, Topater, Pisagua (primera operación anfibia en la historia militar moderna), Pampa Germania, Dolores, Tarapacá, Cuesta de Los Ángeles, Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores. Batallas que por tercera vez producen la ocupación de Lima un 17 de enero de 1881, con el legendario Regimiento Buin encabezando las tropas.

Nuestra Guerra del Pacífico prosiguió con la homérica Campaña de la Sierra, dónde los gloriosos Batallones Olvidados libraron una dura lucha en Sangrar, La Concepción y Huamachuco. Cuatro años de fructífera ocupación concluyeron 1884 con un tratado de paz que dio término al hecho bélico más importante de América del Sur. Para Chile significó también la anexión de casi 200.000 kms2 de un rico territorio que hasta nuestros días, es la mayor parte del aporte a la economía nacional. Desde esa época miles de héroes, soldados y marinos, identifican las calles, plazas y sitios públicos de nuestro país como mudos testimonios de gloriosas jornadas escritas con amor patrio.

El siglo XX sorprende a nuestro ejército lavando las heridas de un doloroso quiebre a causa de la guerra civil de 1891 y dejando como lección que la unidad monolítica y espíritu de cuerpo de un ejército no debe quebrarse jamás. El saldo positivo del conflicto fratricida es la tremenda transformación estructural y modernización administrativa que se inicia en 1886 con la implantación de un modelo militar prusiano, cuya impronta de forma y contenido perdurará por muchas generaciones. El siglo XX también significa para la institución enfrentar nuevos desafíos, propios de los cambios derivados de la Primera Guerra Mundial tanto en lo operativo y tecnológico. A raíz de ello los servicios aéreos del Ejército y de la Armada se fusionan para conformar un 21 de marzo de 1930, la Fuerza Aérea de Chile. Institución que nace con el legado cultural de una gran cantidad de oficiales y suboficiales que constituyeron los primeros cuadros y héroes hasta la década del 40. Esa fuerza aérea es hoy la más moderna y potente al sur del Río Grande.

Casi al mismo tiempo, en 1927 por orden del Presidente de la República el general don Carlos Ibáñez del Campo, se crea la nueva institución policial sobre la base de las unidades de carabineros del Ejército y personal de las distintas policías existentes. Carabineros de Chile es una institución policial de carácter militar, ejemplo a nivel mundial de lo que debe ser una institución de reconocido prestigio.

Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial y otros conflictos posteriores el Ejército de Chile ha tomado hasta la fecha una dinámica evolutiva sin descanso, irradiando a nivel regional su influencia de profesionalización hacia los ejércitos de Ecuador, Colombia, Honduras y El Salvador, los cuales conservan el sello de un modelo organizacional que se había importado de Prusia, se adaptó a la experiencia nacional y se exportó generosamente a ejércitos latinoamericanos.

Avanzando en el siglo XX, en el contexto mundial de la Guerra Fría, las fuerzas armadas de Chile reaccionaron en 1973 frente a la inconstitucionalidad de un gobierno que pretendió imponer su experimento marxista mediante una escalada de violencia popular. La necesaria intervención militar fue cruenta y dolorosa como toda lucha interna, pero atendió el clamor ciudadano de la mayoría de sus compatriotas para restaurar el Estado de Derecho y salvaguardar la Soberanía Nacional. La represión de la violencia subversiva durante los 17 años de Gobierno Militar aún la pagan con su libertad camaradas de armas, procesados con más rencor que afán justicia.

Tampoco podríamos dejar de mencionar las circunstancias del grave peligro que vivió Chile debido a la amenaza de una inminente guerra con los vecinos del este, del norte y del noreste.

En 1978, ahí estuvo el Ejército junto a sus camaradas de la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros en perfecta simbiosis, ”…arma al brazo en la frontera que tenemos por misión resguardar”. Unos 100.000 hombres fueron movilizados en pie de guerra y sin alarma pública. Ellos estuvieron dispuestos a vencer o morir. Quienes vestimos uniforme ese año fuimos actores presenciales del legítimo legado de gloriosos antepasados que fueron el sagrado ejemplo a seguir en esa circunstancias. Un reciente libro “1978 el año más dramático del siglo” patrocinado por la ”Unión de Oficiales de las Fuerzas Armadas“ (Unofar) y escrito por Germán Bravo, atestigua al mundo civil hechos de esa épica jornada.

El año 2017 encuentra a nuestro Ejército enfrentando el siglo XXI en una constante reingeniería iniciada el 2000 y planificando su organización, para tener al 2026 una institución acorde a los cambios tecnológicos y operativos que la ciencia nos impone día a día. Los tres logros que la Institución se ha impuesto como tarea alcanzar son: Una fuerza polivalente con visión de empleo estratégico conjunto, ágil y letal que esté en condiciones de enfrentar con éxito las distintas amenazas emergentes, adicionales a las convencionales tales como, ciberguerra, guerra asimétrica, etc. Una fuerza capaz de cumplir un papel preponderante en operaciones de no guerra en distintos escenarios mundiales, como herramienta eficiente del Estado de un Chile integrado a un mundo globalizado, para asumir un rol internacional en mantener la paz mundial que se cumple desde 1932 a la fecha.

Una fuerza que coopera efectivamente al logro de los objetivos nacionales en una sana conducta de integración cívico militar, actuando en todas las emergencias y catástrofes que son parte de la cosmovisión de todo chileno; que consolida las fronteras interiores de nuestra loca geografía, desde Parinacota hasta Tierra del Fuego, con un Cuerpo Militar del Trabajo (C.M.T. que ha construído centenares de kilómetros en todo el territorio, sin dejar de mencionar la obra cumbre de nuestra” carretera austral”; y proyectando nuestra presencia en territorios antárticos e insulares.

Tras 207 años de vida el Ejército de Chile se encuentra trabajando duro en la vertebración de nuestro Territorio Tricontinental. Como siempre está presente en la vida republicana de nuestra Patria, en todos los grandes hitos de su trayectoria política, económica y social; defendiendo la soberanía nacional y la integridad territorial; laborando codo a codo con sus instituciones hermanas; y sin dejar nunca de tener presente el profundo sentido humano de ser soldado, el más valioso tesoro de nuestro ejército bicentenario.

Transcurridos más de 2 siglos cobran tremendo valor las palabras dichas por el general e historiador ateniense Tucídides el 411 AC en la guerra del Peloponeso contra Esparta, al expresar “la fortaleza de la ciudad, no está en sus naves ni en sus murallas, sino en el espíritu de sus ciudadanos que la defienden”. Honor y gloria a los soldados del Ejército de Chile, siempre vencedor y jamás vencido.