NO CREO EN EL CONSENSO TOTAL



NO CREO EN EL CONSENSO TOTAL

Estar absolutamente de acuerdo “en todo” para convivir me parece difícil y, además, lo creo innecesario. Y lo mismo me parece en el escenario político.

Me permitiré ejemplarizar:

Soy profundamente partidario y agradecido del Gobierno Militar. Viví y recuerdo con detalles lo ocurrido en CHILE en la segunda mitad del siglo XX y no dudo, ni un segundo que, si hoy vivimos en libertad y en un nivel socio económico superior a muchos vecinos es gracias a ese Gobierno y sus políticas económicas, educacionales, de seguridad y obras públicas.

También estoy convencido que la violencia, que vivimos desde los años sesenta, fue dolorosa para mucha gente y entiendo que gran parte de las víctimas de esa violencia no olvide o le cueste comprender las causas de lo realmente ocurrido.

Estas conceptualizaciones son largas de explicar e iré a los ejemplos:

La inmensa mayoría de los chilenos quería que el Gobierno de la Unidad Popular no lograra asumir el Poder Total, pero quienes podían solucionar políticamente la crisis se declararon incapaces y hubo que recurrir a las FF.AA. y de Orden.

Los políticos querían que los Militares derrocaran al Gobierno totalitario y les devolvieran el Poder en el menor tiempo posible. Pero los Militares estimaron que se debía robustecer la institucionalidad y que esa tarea no podían realizarla quienes fueron incapaces de impedir el totalitarismo del Gobierno derrocado.

Además, la capacidad disuasiva del profesionalismo militar pudo anular, en 24 horas, la Guerra Civil que se pretendía para instalar una dictadura comunista, pero el desarticulado ejército guerrillero sembró el terrorismo asesinando a civiles y uniformados con atentados y francotiradores que había que enfrentar y eliminar. “Matar o morir” era la alternativa.

La renovación institucional fue realizada por un Gobierno Cívico Militar y su éxito, logrado con audacia y disciplina dura, fue tan claro y vigoroso que, naturalmente, aumento la molestia de los políticos.

Sería largo e innecesario señalar los éxitos, pero recordemos algunos:

Se logró disuadir a los países vecinos que querían quitarnos gran parte del territorio. Esto fue histórico y grandioso. Se evitó un conflicto en el que éramos infinitamente inferiores en armamento, debido al cierre del mercado por parte de los Estados Unidos.

El aumento de la capacidad universitaria para la juventud

fue enorme y ello hizo posible una gran superación del desarrollo del país.

Empresas estatales que generaban pérdidas al país se transformaron en productoras privadas tan exitosas que, en el nuevo régimen, llegaron a ser financistas de políticos corruptos.

En los desacuerdos, que explican mi lejanía al consenso total, me atrevo a declarar que siendo un agradecido del Gobierno Militar no soy pinochetista. Reconozco que su autoridad y capacidad de mando era muy difícil de igualar y menos de superar, en los altos mandos de ese instante. Creo que fue vital para lograr el éxito indiscutible. Pero, también, como civil y agradecido de la libertad y progreso con que dejó el mando de Presidente de la República y Capitán General, no olvido que debió impedir la traición política de Aylwin, que transformó en prisioneros a quienes defendieron a su Gobierno y a la civilidad de los guerrilleros terroristas y de la amenaza bélica de nuestros vecinos: los prisioneros políticos militares son los grandes héroes, que atajaron a invasores externos y anularon a los guerrilleros.

PAP