Mala Espina…

Mala Espina…
Por Cristián Labbé Galilea
Esta semana nuestra tertulia se centró en el anuncio
presidencial que involucraba a las Fuerzas Armadas en el combate al
narcotráfico.
Mayoritariamente, las opiniones apuntaron: en primer lugar, a
que no se veía muy claro cómo operaría esta medida y, en segundo lugar, a la
duda de si se habían evaluado bien los riesgos que esta disposición podría
acarrear. Como alguien dijo: “no les vaya a salir más malo el remedio que la
enfermedad”.
Los comentarios apuntaron a las múltiples aclaraciones que,
sobre la materia, han tenido que dar las autoridades, y a las disimiles
reacciones de los diferentes sectores políticos. El “gatuperio” que generó la
iniciativa fue tremendo, lo que permite suponer que surgió entre cuatro
paredes, y que hay muchas cosas que no están suficientemente claras. Según se comenta,
la medida fue “prematuramente gatillada” por los resultados en las encuestas de
aceptación presidencial. (Vaya uno a saber….).
Al respecto, las opiniones coincidieron en que una decisión
de esta naturaleza, que involucra áreas tan sensibles como la seguridad
nacional y tan peligrosas como el narcotráfico, no se puede improvisar; que es
necesario el desarrollo de planes estratégicos de largo y corto plazo; que hay
que afinar temas logísticos, tecnológicos, de comunicación… (suma y sigue);
pero además y, de forma prioritaria, es imprescindible revisar las experiencias
que se han vivido en otros países (México, Colombia, Venezuela, la experiencia
Europea), etcétera.
No es llegar y decretar, en un simple acto comunicacional,
que las FF.AA. “apoyarán el combate al narcotráfico”. Una misión de esa
naturaleza requiere entrenamiento, preparación, coordinación inter e intra
instituciones; ni qué decir de los problemas que se pueden generar producto de
una eventual superposición de funciones con las fuerzas policiales, e incluso
con el poder judicial.
Uno de los presentes que había estudiado el tema señaló: “hay
estudios que indican que, si bien estas misiones parten como algo provisorio,
de carácter restringido y colaborativo, con el tiempo generan un nivel de
involucramiento del cual resulta casi imposible desprenderse”. Luego de otras
referencias acotó: “Es muy probable que gradualmente se vaya debilitando el
Poder Nacional, en su componente militar, al dedicarlo a labores que no le son
propias y que además son de naturaleza doméstica”.
No faltó quien consideró que la “militarización del combate
al narcotráfico” expondría a las FF.AA. a múltiples acusaciones de parte de
activistas y organizaciones de derechos humanos, lo que a la larga terminaría
por afectar su relación con la comunidad civil. Otro de los presentes, con más
agudeza, advirtió que si a eso se le sumaba la conducta garantista de la
justicia actual, el delincuente -como suele ocurrir- quedará en la impunidad y
los soldados complicados.
En resumen, son muchas las dudas que esta iniciativa genera
en el ambiente, pero como la idea no es oponerse por oponerse, ni mucho menos,
que la autoridad se quede con los brazos cruzados, lo que hasta aquí se ha
dicho permite concluir que…. ¡esta iniciativa da mala Espina!, porque el
tema es demasiado complejo y no se soluciona con un mero decreto dictado “entre
gallos y medianoche”.