En estos tiempos en que los terroristas son “víctimas” y quienes nos salvaron de ellos “victimarios”, me he acordado de una excelente mujer, esposa y madre: Antonieta Maachel. Había llegado de Italia junto a su marido, Eneas Recalcatti. Formaron el fundo Tregua de Panguipulli. Cuando su marido murió, Antonieta se hizo cargo con mucho sacrificio y tesón, hasta que en noviembre de 1970 su tierra y su casa fueron tomadas por José Gregorio Liendo (“Comandante Pepe”, hoy “víctima” por cuyo fusilamiento el juez Guzmán persigue a militares).
Antonieta fue secuestrada y ultrajada en forma brutal por todos los forajidos de la banda, y en su desesperación se quitó la vida en su dormitorio, mientras sus agresores se daban un banquete en el comedor de su casa. Dejó tres hijos adolescentes librados a su suerte y despojados de sus bienes.
No hubo “derechos humanos”. Por su muerte nadie ha hecho ni hará un “mea culpa”. Chile tiene el alma herida desde entonces y no ha podido sanar porque constantemente se está reviviendo solo una parte de su historia, pero se ha pretendido hacernos olvidar la otra, donde se originó todo”
Paz Rodríguez Correa
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