Carta de Jak; 2019: Hacia una derecha sin complejos



Carta de Jak; 2019: Hacia una derecha sin complejos

El 2017 fue el año de la revelación. En la primera vuelta presidencial y contra todo pronóstico, alcanzamos un 7.93% correspondiente a 523.375 votos a nivel nacional. No es una cifra estratosférica pero es significativa, considerando que competíamos junto al Presidente Sebastián Piñera y no teníamos el apoyo de partidos, parlamentarios o figuras relevantes de la centro-derecha. No sólo eso, fue una campaña en que continuamente nos vimos asediados por dirigentes de nuestro sector, que nos tildaban de divisionistas y elaboraron sendas estrategias comunicacionales para deslegitimarnos y desfavorecer nuestra opción. Incluso, llegaron a afirmar que éramos la piedra de tope para que Sebastián Piñera ganara en primera vuelta, dado que estaba a pocos votos de alcanzar la mayoría.

Nada de eso era verdad. Nosotros llevamos adelante una campaña limpia, honesta y humilde; que buscaba rescatar los principios y convicciones del sector, y diferenciarnos, positivamente, del candidato que competía al lado nuestro. Nunca perdimos de vista que nuestros adversarios políticos están en la izquierda y sólo buscamos, mediante la generación de un movimiento desde la ciudadanía, ampliar las fronteras de la derecha y recuperar los votos tradicionales que habíamos perdido por decepción o desencanto.

Nuestra apuesta fue la correcta. Sebastián Piñera estuvo muy lejos de ganar en primera vuelta y si bien nuestros votos no eran suficientes para alcanzar el triunfo, si eran una señal clara de hacia donde debía avanzar el sector y los pasos concretos que teníamos que tomar para vencer a la izquierda en segunda vuelta.

A las pocas horas de conocer el resultado, fuimos a ponernos a disposición de Sebastián Piñera. Sin condiciones ni exigencias, le avisamos que recorreríamos el país para conseguir más apoyos y que haríamos campaña hasta el último día, defendiendo los votos como apoderado si fuese necesario. Lo único que le planteamos, fue que respetara sus compromisos de campaña y que no tuviera complejos en defender las ideas de derecha.

Así lo hicimos y durante casi un mes, recorrimos Chile de Arica a Punta Arenas con el mensaje de Sebastián Piñera y terminamos, el día de la elección, defendiendo sus votos en el Estadio Nacional. No sólo subimos al carro a todos los que me apoyaron en primera vuelta, sino que buscamos ampliar las fronteras de nuestro sector. Y lo logramos. El triunfo de Sebastián Piñera es primero, un triunfo de él; segundo, un triunfo de la coalición que lo apoyó; y también, un triunfo de todos aquellos chilenos que confiamos en sus promesas y en la visión que expresó en su campaña y programa de Gobierno.

El 2018, ha sido el año de la consolidación. Si bien no íbamos a ser parte del Gobierno, tampoco seríamos parte de la oposición. Porque nosotros no nos confundimos ni nos equivocamos: somos de derecha y nuestros adversarios políticos están en la izquierda. Por eso, nos planteamos como colaboradores del Gobierno en todo lo que hiciera bien, y así lo hemos hecho apoyando a Ministros, iniciativas y proyectos de este Gobierno que le han devuelto a Chile la esperanza y que marcan la diferencia con lo que fue el desastre que dejó el gobierno anterior. Por eso apoyamos con fuerza Aula Segura, el rechazo al Pacto Migratorio, valoramos las medidas y resultados en materia de crecimiento; y constantemente hemos alabado los buenos resultados e iniciativas desarrolladas por el Gobierno. Asimismo, hemos apoyado a los parlamentarios de la coalición en sus intervenciones públicas, porque son ellos los que están en primera línea debatiendo con la izquierda.

Pero también, dijimos que nos diferenciaríamos de todos aquellos proyectos, iniciativas y mensajes que se alejaran de los compromisos de campaña y que fueran en contra de lo que la mayoría de los chilenos eligió en Diciembre de 2017. Por eso nos opusimos a ley de Identidad de Género, hemos sido críticos del repliegue de Carabineros en la Araucanía, o hemos cuestionado el constante accionar del Gobierno en contra de las Fuerzas Armadas y de Orden. También hemos lamentado con fuerza la no reducción de los impuestos y los escasos avances en la eliminación de los operadores políticos que aún siguen apernados en el Estado.

¿Es eso ser de oposición? ¿Es ser desleal y hacerle el juego a la izquierda? Por supuesto que no. Nuestros adversarios están en la izquierda y ellos lo saben perfectamente. Por eso nos han golpeado, nos atacan y ahora buscan censurarnos del debate público. Porque se dan cuenta que somos una fuerza que está creciendo y que los está enfrentando en cada uno de los espacios, físicos y virtuales, y los estamos derrotando con la fuerza de las ideas. Por eso hoy Acción Republicana cuenta con miles de adherentes verdaderos, con financiamiento ciudadano y desplegados a lo largo de todo Chile, realizando trabajos territoriales, cabildos y enfrentando a la izquierda, en cada rincón y debate que sea necesario.

Resulta curioso entonces, que desde nuestro propio sector se busque armar una polémica política artificial. La derecha más liviana, nos acusa de dividir y de extremar posiciones, con el objeto de dañar al Presidente Piñera. Los mismos que apenas lograron que el 50% de sus militantes votara en la elección presidencial. Los mismos que en todo el país con suerte superaron los 200 mil votos en las distintas elecciones que participaron. Los mismos que antes de que comenzara el Gobierno exigieron cargos, cuestionaron nombramientos y que al poco andar empezaron a presentar proyectos de ley que criticaban directamente al Presidente. Los mismos que hoy ocupan espacios de influencia en el entorno presidencial y que han logrado someter a su Gobierno a la dictadura de las redes sociales y las encuestas, y alejarlo de la calle y de la inmensa mayoría que lo llevó a ganar el Gobierno. Nosotros, humildemente, hemos contribuido mucho más al Gobierno de Sebastián Piñera que esa derecha acomplejada y a diferencia de ellos, no hemos pedido nada a cambio, solo coherencia.

No, no somos nosotros los que buscan dividir al sector sino que todo lo contrario: queremos unirlos en torno a un proyecto de derecha verdadera, sin complejos y que no confunde sus posiciones con la izquierda. Un proyecto que defiende con carácter nuestras convicciones y que está dispuesto a hacerlos con fuerza y de manera honesta.

Por eso, el año 2019 es un año de definiciones. La derecha tiene que elegir la proyección que quiere buscar hacia el futuro. Los chilenos están cansados de propuestas tibias y de proyectos ambiguos que apenas se diferencian. No da lo mismo votar por alguien de centroizquierda que por alguien de la derecha, y esa definición debe manifestarse de forma expresa. Hay principios y convicciones irrenunciables y no todo puede estar sometido a la deliberación de una asamblea.


Por eso es que es importante que en el sector surjan nuevos liderazgos o se sinceren los ya existentes, para que discutamos sobre las bases y convicciones que nos gobiernan. No podemos cometer el mismo error que en el año 2013, donde esperamos eternamente que se destaparan las figuras y llegamos tarde a la elaboración de una propuesta seria. Gobernar y pensar en el futuro no son excluyentes, y si se trabaja de manera honesta y transparente, se puede avanzar en la elaboración de una propuesta que permita proyectar a nuestro sector más allá del 2022.

También es importante que los partidos den libertad a sus militantes y adherentes, y no los persigan por apoyar distintas posiciones. Nuestro movimiento es apoyado por personas en la UDI, RN, Evópoli y el PRI, y no es nuestro objetivo que esas personas dejen de pertenecer a un partido para participar en el movimiento. Al contrario, queremos partidos fuertes y que también surjan movimientos que representen otros intereses. Ni leyes del hielo ni vetos contribuirán a ese objetivo, porque lejos de coaccionar a quienes buscan alternativas, debemos buscar como promover su independencia.

Lo que sí tenemos claro, es que tenemos que avanzar hacia una derecha sin complejos. La elección del año 2017 marcó un punto de inflexión para aquellos que se cansaron del avance de la izquierda y de la amenaza continua hacia el modelo económico, político y social que ha permitido el desarrollo de Chile en las últimas décadas. Y las amenazas del futuro no son muy distintas ni distantes. El crecimiento del Frente Amplio es la consecuencia de la radicalización de la violencia y la precariedad de las ideas, al verse reemplazadas por eslóganes populistas y soluciones sin sustancia. Como sector tenemos el deber y la obligación de construir una propuesta sólida que le haga frente al avance de la izquierda y que política y programáticamente se haga cargo de este cambio y los enfrente con consistencia.

Nuestro mensaje en campaña fue claro: creemos en Dios, en la Patria, en la Familia y en el Estado de Derecho; creemos en la Libertad, en el Esfuerzo Individual y en la Competencia justa. Nuestros adversarios también estaban claros: la pobreza, la delincuencia, la corrupción, la inmigración ilegal, los operadores políticos y todos aquellos que atentan contra la vida, la familia y la libertad de culto. Nuestro norte, no era otro que el priorizar las urgencias sociales y dejar atrás los egocentrismos políticos que viven tomándose la agenda.

Nuestro llamado, de manera humilde y responsable, es a pensar en Chile más allá de nuestros propios intereses. Sigamos apoyando al Gobierno de manera firme y decidida, pero no obsecuente. También es deber nuestro representar nuestras diferencias y corregir el rumbo del Gobierno, cuando se marea con las encuestas. Sigamos también ampliando las fronteras del sector e incorporando a cientos de miles de chilenos que ven en nuestros principios y convicciones, el camino para un país más grande, justo y desarrollado integralmente. Para lograrlo, los llamamos a dejar la beligerancia política de lado y a contribuir, desde nuestras distintas posiciones, a alcanzar este objetivo.

De nosotros depende.
Jueves 27 de Diciembre 2018

José Antonio Kast Rist