Carta de una venezolana



Carta de una venezolana

Estimados amigos chilenos.

 Les escribe una venezolana que ama profundamente este país al que le agradeceré infinitamente por habernos acogido, por tanto cariño.

 Hasta ahora me he contenido de escribir, de opinar, intento no ser imprudente pero veo todo lo que ocurre y siento un hueco profundo en el pecho que no sé cómo explicar.

 Les digo desde la más amarga de las experiencias, como periodista que tuve que vivir en carne propia todo lo que ha ocurrido en mi país en los últimos 20 años, que la fórmula es exactamente la misma: primero se aprovechan de cualquier descontento social, lo alimentan, incitan al odio. Luego se aseguran de que la sociedad se divida, se llene de amargura de indignación. Los someten silenciosamente amparados en el resentimiento.

Más tarde llaman a los más jóvenes, a los indomables estudiantes a ser la cara de la protesta, cuando realmente se convierten en carne de cañón para los intereses de los grupos de poder.

 Lo que sigue es más triste aún: empezarán a ejecutar a los jóvenes en las protestas para alimentar la indignación y que la gente salga aún más a las calles y empiezan a contarse mártires, luego cuentas tantos que pierdes la cuenta, pasan a ser solo estadísticas, un número más, una vida menos que solo le duele a su familia, a los más cercanos.

Cada concentración por muy sana que parezca es una oportunidad para que se infiltren los desalmados, los que buscan esto, los que necesitan del caos para sobrevivir. Ellos se aprovechan del caos para actuar, así ganan fuerza.

 Más tarde se afecta la cadena de distribución, escasean los alimentos y los servicios y todo se convierte en un sálvese quien pueda mientras la gente pasa horas absorta revisando redes y medios para tratar de estar informados; una noticia es peor que la otra, y no te da tiempo de percatarte de lo que realmente se teje debajo.

 No dejen que sus hijos sean carne de cañón. No dejen que se empiecen a contar muertos. No se presten para esta estrategia oscura, bien pensada. No dejen que este país tan hermoso se convierta en tristeza, en amargura, en odio. Ustedes son un pueblo valiente y sé que encontraremos las formas de exigir algunas reformas, pero esto jamás se logrará sobre las cenizas de lo que tanto ha costado construir, no se hará sobre los cuerpos inertes de gente inocente que solo soñaba con un mejor país.

No se presten para este plan macabro !!!