Es probable que muy pocos lectores sepan que la ciudad de Cúcuta en Colombia y la ciudad de Temuco en Chile se encuentran en las mismas coordenadas geográficas: 72 grados, 35 minutos y 54 segundos, longitud Oeste.

Recordarán que a través de Cúcuta se intentó —fallidamente— llegar con ayuda humanitaria a Venezuela. A partir de aquello, el Grupo de Lima intensificó sus presiones para que la Organización de las Naciones Unidas de pronuncie en contra del Gobierno de Maduro. Y casi todo el mundo, incluidos los chilenos, hemos estado de acuerdo.

Aquí en Chile, desde la Ciudad de Temuco también se ha intentado —fallidamente — ingresar a la república independiente de Temucuicui o, como ellos se autoproclaman, Comunidad Mapuche Autónoma. En ese lugar, entre mitos rurales y verdades policiales, podemos hablar de subyugación de voluntades por parte de los dirigentes de esa comunidad o de los grupos más violentos, borracheras que terminan en disparos, heridos o muertos, tráfico de drogas y armas, robo de vehículos, quema de iglesias y escuelas, bloqueos de caminos, homicidios frustrados y quizás cuantas cosas más que no sabemos. Una comunidad mapuche que ha rescatado y aplicado a la perfección el antiguo concepto geopolítico del “espacio vital”, permitiéndoles en pocos años obtener un territorio, que hoy supera las 3.500 hectáreas. Las tomas, los ataques a sus vecinos y los terrenos cedidos por el gobierno de turno han favorecido su “lebensraum” (espacio vital). Es decir, el territorio suficiente para atender sus necesidades y así garantizar la existencia y sobrevivencia de un Estado. Al mejor estilo de la Alemania Nazi. Es lo que Hitler escribió en su obra “Mi Lucha” (Mein Kampf): “..los alemanes tienen el derecho moral de adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender a las necesidades de la población..”.

Por lo mismo, me parece de una hipocresía inmensa que los chilenos estemos condenando lo sucedido en Cúcuta, mientras aquí, en nuestro propio territorio, ninguna autoridad puede ingresar a Temucuicui e imponer el régimen de las leyes que existen en el Estado de Chile.

De: Christian Slater Escanilla, Coronel de Ejército