Desconfianza generalizada

Desconfianza generalizada
Se habla en Chile de una crisis institucional, pero no se llega a vislumbrar (aún) la extensión de esta crisis.
Se desconfía del político, de la Iglesia, del que tiene dinero (porque tiene dinero), de la gente en la calle (por miedo a los robos), se desconfía de que las mujeres puedan llevar a término embarazos difíciles, se desconfía de los medios de transporte urbanos e interurbanos, de la salud pública y privada, de las AFP, de las empresas, de la educación pública, subvencionada, se desconfía incluso de quien se acerca a tratar de establecer una amistad.
¿De qué viene esta desconfianza generalizada? ¿Es realmente un constructo de los medios de comunicación masivos? ¿O será algo que está siendo inherente a la sociedad chilena?
Por un lado, la forma de hacer política de la izquierda es generar desconfianza. Si nos damos el momento de reflexionar acerca de la lógica de la lucha de clases de Marx (de la cual finalmente desciende de algún modo toda la política de izquierda) podemos notar que Marx desconfiaba de la clase dominante, pues creía que toda la cultura estaba dispuesta de tal forma que ellos siguieran en el dominio. Lo mismo hace la izquierda chilena hoy en día de un modo u otro, defienden sus ideas y no dan cabida a matices, todo es blanco o negro, o estás conmigo o estás contra mí. Esto se puede observar claramente en la forma en que se discuten los proyectos de ley. ¿No puede ser que en verdad todos estemos del lado en que queremos lo mejor para Chile? Yo he notado que la derecha en muchas ocasiones ha intentado generar espacios de diálogo o algún tipo de acuerdo, pero no he visto esto de parte de la izquierda.
Otro ámbito donde se juega la confianza es en los medios de comunicación, y a decir verdad, a veces yo misma no sé qué creer. ¿Qué es lo que buscan al menos los canales de televisión? Rating. Y es impresionante que las apuestas televisivas que han aparecido últimamente son muy morbosas: una es sobre una poseída que intenta conquistar a un sacerdote, otra es sobre el crimen de Zamudio, otra es un reality donde todos esperan que las parejas peleen y se separen en cámara. Son cosas que mezclan esa sensación de “quiero verlo, pero no quiero verlo”, que de algún modo van educando nuestra forma de ver la realidad, y que finalmente, nos acostumbran a buscar el morbo, a ver la noticia más sangrienta, más terrible, a buscar lo malo por la simple razón de que nos gusta ver lo malo. Y de que lo que vemos en televisión está de alguna forma intervenido, lo está. El incendio en la región del Maule duró un mes (o más), y estuvo en las noticias por alrededor de 1 semana; la huelga que los profesores hicieron durante meses apareció en las noticias solo después de semanas de haberse iniciado; ahora poco a poco se está olvidando lo ocurrido en la región de Atacama.
¿Hay algo en lo que nos podamos refugiar? Es una de esas instituciones que está en crisis, y es la familia. Ante todo el clima de desconfianza, la familia puede dar el apoyo que se necesita para vivir en un ambiente en que no se puede confiar en nadie.
Lo más absurdo de todo es que no podemos vivir los unos sin los otros. ¿Cuál es el camino para “romper” con la sociedad en la que desconfiamos? Volver a la economía de subsistencia: vivir sin electricidad, sin internet, sin teléfono, sin gas, y producir nosotros mismos los bienes que necesitamos a diario: alimento, ropa, calefacción, etc. Muchos podrían decir ¡pero si eso no es vida! La respuesta que yo daría es simple: entonces aprendamos a convivir los unos con los otros, generemos confianza los unos con los otros, porque no es sostenible en el tiempo vivir desconfiando de todos, incluso para la salud. Como diría mi mamá, “péguense los alcachofazos”, y aprendamos a vivir en sociedad.
Camila Jiménez