El Papa Francisco en Colombia y en Chile

El Papa Francisco en Colombia y en Chile
Fernando Ramos: “…La próxima visita del Papa Francisco a Chile puede ser una oportunidad privilegiada para abrirnos a una convivencia social basada en aquella justicia que trae la paz. Debemos permitirnos, en medio de los debates políticos y sociales de estos meses venideros, disponernos a revitalizar el Alma de Chile…”.
Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de estar en Colombia, con ocasión de la visita apostólica del Papa Francisco a ese hermoso país. Pude ser testigo de las multitudes que salieron a las calles de la capital para saludar y ver al querido Santo Padre. Constaté la emoción de los colombianos por sentirse acompañados por el sucesor de Pedro en un momento crucial de su historia contemporánea. Pude participar en la celebración de una Misa a la que concurrió casi un millón de personas en el parque Simón Bolívar.
Junto al Papa Francisco, la Iglesia en Colombia y gran parte de los colombianos se propusieron dar un primer paso firme hacia la paz y la reconciliación en ese país. La visita del Santo Padre fue una ocasión propicia para que la sociedad colombiana reflexionara profundamente sobre la historia de sus últimos 50 años, sus heridas, errores y oportunidades para salir de la inercia de la violencia y abrirse a un compromiso de paz social que sea la base de un futuro promisorio.
En el Parque de Las Malocas, en la ciudad de Villavicencio, el Santo Padre y la comunidad reunida vivieron uno de los momentos más emocionantes y estremecedores de su Visita Apostólica al país cafetero, el Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional. Durante el acto, mezcla de liturgia y de recopilación histórica, ex miembros de la guerrilla dieron crudos y dolidos testimonios de su vinculación activa a grupos armados, y evidenciaron un sincero arrepentimiento que los llevó a pedir perdón públicamente. Sentados junto a ellos estaban también víctimas de esa misma violencia. Ellas, tras compartir sus historias de dolor, manifestaron cómo, después de años de sufrimiento por pérdidas de familiares y hasta secuelas físicas, pudieron romper el ciclo de la violencia y liberarse humanamente, dando paso a una acción que parece desvanecerse cada vez más de nuestra léxico social: el perdón.
“Estoy conmovido. Son historias de sufrimiento y amargura, pero también, y sobre todo, son historias de amor y perdón que nos hablan de vida y esperanza; de no dejar que el odio, la venganza o el dolor se apoderen de nuestro corazón”, manifestó el Papa Francisco tras oír con reverencia sagrada las palabras de sus interlocutores.
Ese mensaje del Papa es también una interpelación para nuestro Chile de hoy, que vive un proceso distinto del que ha padecido Colombia, pero en el que subyace el riesgo de fragmentación social. Hay signos evidentes de crispación en nuestra sociedad que se expresa en la disminución de la amistad cívica o del respeto en el diálogo social, en una dificultad creciente para llegar a acuerdos nacionales y en una siempre presente desconfianza mutua que hace difícil cimentar el encuentro y el diálogo entre los que vivimos en este país. Con qué facilidad en los debates se pasa de la confrontación de ideas y proyectos a la descalificación personal. ¿Somos conscientes de la responsabilidad que cada uno posee en la construcción de una sociedad cohesionada, fundada en el respeto de la dignidad de todos?
Por eso, la próxima visita del Papa Francisco a Chile puede ser también una oportunidad privilegiada para abrirnos a una convivencia social basada en aquella justicia que trae la paz, y que queremos acoger como un don de Dios que nos dice “Mi paz les doy”. Podemos y debemos permitirnos, en medio de los debates políticos y sociales de estos meses venideros, disponernos a revitalizar el Alma de Chile.
“Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”. Estas palabras tan claras las dijo el Papa Francisco a los colombianos, pero creo que nos vienen perfectamente bien a nosotros los chilenos. Preparémonos, entonces, a acoger el mensaje del sucesor de Pedro que viene a visitarnos, ya que su presencia en medio de nosotros será ciertamente una oportunidad de encuentro entre todos los que vivimos en este hermoso país.
+ Fernando Ramos Pérez
Obispo auxiliar de Santiago