El plebiscito del 5 de octubre de 1988

Por Roberto Hernández Maturana

Hace 30 años, conforme lo establecía la Constitución de 1980, en su artículo transitorio, después de un itinerario de normalización institucional respecto a normas electorales y legalización de partidos políticos,  los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y el General Director de Carabineros propusieron al país, por la unanimidad de ellos,  al Presidente en ejercicio, General Augusto Pinochet Ugarte, para ser ratificado por la ciudadanía  un nuevo mandato por un período de ocho años más, como de presidente de la República en el período presidencial siguiente.

En el plebiscito, la ciudadanía debía, por mayoría absoluta de votos, aprobar o reprobar esta propuesta.  Si se aprobaba, se entendía que el general Pinochet ejercería como presidente de la República por un período de ocho años. En caso contrario, continuaría en el cargo por un año más, debiendo realizarse, al cabo de ese período, elecciones parlamentarias y presidencial.

La opción Sí fue respaldada por los partidos Renovación Nacional, la Unión Demócrata Independiente, Avanzada Nacional, Democracia Radical, Partido Nacional, Partido Liberal, Social Democracia, Partido del Sur y diversos grupos pro gobierno militar.

El gobierno militar reconoció como legales los partidos políticos en 1987 -excepto aquellos de ideología “marxista”- y a principios de 1988 se formó la “Concertación de partidos por el No”,  una coalición de centroizquierda con un solo objetivo: derrotar a Pinochet. Estaba compuesta por 16 colectividades, que reunía a la casi totalidad de la oposición al régimen militar. Este conglomerado pasó a llamarse luego Concertación de Partidos por la Democracia que en su primera conformación estaba integrado por la Democracia Cristiana (DC), Partido Socialista (PS), Partido Por la Democracia (PPD), Unión Socialista Popular (USOPO), Partido Radical (PR), Social Democracia Chilena (SDCH), Democrático Nacional (PADENA), Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), MAPU Obrero Campesino (MAPU-OC), Izquierda Cristiana (IC), Partido Humanista (PH), Partido Los Verdes (PLV) y Alianza de Centro (PAC).

El plebiscito contó con una altísima participación ciudadana. El resultado arrojó que 56% votó por el No y 44% apoyó la opción Sí.

Como consecuencia de la derrota plebiscitaria, el gobierno militar estuvo dispuesto a realizar reformas a la Constitución de 1980 y al modelo de democracia protegida que contenía.

Después de una serie de negociaciones, tanto con la oposición como con Renovación Nacional, se llegó a acuerdos básicos para reducir las disposiciones protectoras del autoritarismo presidencial impuestas por el gobierno militar.

En lo sustancial se acordó:

– Flexibilizar el sistema de reformas constitucionales.

– Reducir a cuatro años el primer período presidencial.

– Modificar el artículo octavo de la Constitución, referente a la proscripción política.

– Aumentar el número de senadores elegidos democráticamente.

– Modificar la composición del Consejo de Seguridad Nacional.

Estas reformas fueron plebiscitadas el 30 de julio de 1989, siendo aprobadas por el 85,7% de los votantes y rechazadas por el 8,2% .

De esta forma, la democracia se instaló sin alterar radicalmente la vida de la gente. La alegría dio paso a un sentimiento confuso de complacencia con el progreso material y con el orden democrático, de inseguridad frente a una nueva forma de modernidad marcada por la falta de certezas en lo personal y lo colectivo, y de inquietud frente a desigualdades sociales que la izquierda había atribuido a la dictadura, pero que siguieron enraizadas bajo sus gobiernos en la sociedad nacional

Chile continuó su camino rumbo al posmodernismo global, donde la democracia y el mercado son las bases simbólicas y materiales, y la globalización se alza por sobre los países, incluso por sobre la soberanía de ellos.

Se instauró la “racionalización” de la vida política, el pragmatismo, el institucionalismo y el consenso (oportunista y pragmático) y las vueltas de carnero, especialmente en la derecha que alentó y participó del gobierno militar y después los abandonó a su suerte cargándole todos las culpas y cargos que hoy enfrentan los que entonces eran jóvenes subalternos, ni siquiera autoridades.

Gracias a las políticas macroeconómicas implementadas por el Gobierno Militar y que la Concertación mantuvo y perfeccionó, Chile gozó de un dinamismo económico sin precedentes durante casi toda la nueva década democrática, lo que permitió un importante margen de movilidad social y mayores gratificaciones en la vida de la gente.

Así, la vida cotidiana fue cambiando en el día a día a medida que se difundía un modelo exitoso de desarrollo centrado en el ciudadano-consumidor y en la apertura mediática al mundo.

Hoy 30 años después, como el 11 de septiembre de 1973, el 5 de octubre de 1988, forma parte de nuestra historia, una historia que aún permanece viva y con heridas abiertas, en que los últimos patos de la boda, son los entonces jóvenes subalternos de entonces, hoy viejos ex militares y policías que continúan siendo perseguidos, procesados y encarcelados ante la general indiferencia de los chilenos

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