EN BUSCA DE UN RELATO
EN BUSCA DE UN RELATO
Por Fernando Thauby
El fracaso de la actual clase dirigente. La élite tecnocrática económica nacida del Gobierno Militar se impuso y superó a la de la izquierda en la gestión del crecimiento y desarrollo económico de Chile; pero nunca logró conformar una oferta de desarrollo político y social atractivo para la ciudadanía y fue superada en forma inapelable por la elite ideológica de izquierda. Su cultura política consistió en un lenguaje mayoritariamente tecnocrático con ideas vinculadas al libre mercado y a una democracia limitada; al recuerdo de la lucha contra la Unidad Popular, y al compromiso con el proyecto político del régimen militar.
“La dimensión simbólica de la política, aquella encargada de formar comunidad, fue perdiendo protagonismo en el sector, en beneficio de las cifras estadísticas y la institucionalidad en vez de buscar un proyecto de sociedad mayor, pese a que hubo intentos”[1] como el inspirado en las teorías liberales de Friedrich Hayek, y el de Milton Fiedman en el liberalismo económico.
Jaime Guzmán intentó “cristianizar el capitalismo”, pero el foco principal continuó en la dimensión económica, lo que terminó por eliminar completamente el mensaje social y simbólico que alguna vez pudo existir en el sector.
En breve, la elite pos Gobierno Militar no logró generar un entramado de sentidos que convocara y creara un proyecto cultural atractivo para las personas: un relato. Peor aun, la derecha intentó llevar la “batalla de las ideas” a una confrontación en el plano de la discusión técnica, presentandosu proyecto como algo de “sentido común” o de “realismo”, descalificando a la “ideología política” como voluntarismo, como “utopía” apartada de la realidad de las personas.
De este modo, esta dicotomía entre “realidad” e “ideología” le impidió a la derecha elaborar un proyecto cultural convocante dejando de competir por la construcción simbólica de la sociedad, entregando el espacio social y cultural a los diferentes grupos de la izquierda nacional.
Actualmente el desafío para los continuadores de la obra del Gobierno Militar es valorizar los aspectos sociales, culturales y simbólicos que van mucho mas allá de lo material, sin excluir el progreso económico ni menos abandonarlo.
En este sentido, enfrentamos un problema que debe ser resuelto en dos ejes fundamentales:
a.- Realizar una introspección y un análisis de lo que los chilenos quieren como país y sintetizarlo mediante un concepto filosófico, político, ideológico, social y económico: un proyecto político. Esto implica revalorizar la competencia cultural, filosófica e ideológica y hacerla explícita en un contexto de lucha por la hegemonía cultural global.
b.- Expresar este proyecto político en una discurso atractivo, adaptable y convocador, en la forma de un relato que constituya el entramado simbólico de su propuesta política.
Un Proyecto Político. Sin pretender restringir el espectro de las ideas, creo que en los tiempos y condiciones del Chile actual, un proyecto razonable podría estar situado en el área Liberal / Libertaria / Capitalista enfrentado a otro proyecto Socialista / Marxista / Anarquista.
A partir de las definiciones ideológicas que eijan sus autores, el proyecto deberían tomar sus decisiones de políticas públicas encuadradas dentro de la Constitución Política vigente.
En el momento actual, en que ocurre un rápido y profundo cambio político, estratégico, social, económico y tecnológico global, es fundamental incorporar los cambios que habrá que enfrentar y la influencia que éste tendrá en el proyecto.
Por definición un “proyecto” político será de carácter racional, técnico, requerirá el uso de un vocabulario y de conceptos capaces de reflejar conceptos muy complejos en diversas áreas de la política. De esto deriva la necesidad de desarrollar un “relato” o narración política de carácter mas emocional, popular y al alcance de una variedad de públicos.
Un Relato Político. No hay pueblo sin relato, sin épica. La historia es inseparable de su narración. Un problema actual es que el relato (como técnica de marketing y como ficción) pueda llegar a reemplazar al “proyecto” político, en un entorno cada vez más dependiente y condicionado por los medios de comunicación”.
El relato como ficción, a través de la capacidad narrativa y la creación literaria, ya es utilizado sin escrúpulos a través de la publicidad. Frente al pedagogo político se sitúa el seductor mediático, que tiene una concepción de la política basada en la química, en el feeling.
En opinión de muchos autores, el Relato simplifica, estimula la pasión superficial y contribuye a convertir la política en espectáculo, especialmente en las campañas electorales (cada vez más frecuentes), e implica un riesgo de evasión y comprensión de los problemas reales.
El relato, una necesidad política. A pesar de tantas advertencias válidas, la necesidad de un relato político, -que interprete, que dé sentido a la realidad y que convierta en comunicación el proyecto político- es una nueva oportunidad para la humanización de la política en el siglo XXI. Demasiada soberbia tecnocrática nos llevó a la comodidad intelectual de lo “técnico” mientras los adversarios ideológicos, y sus poderes, ganaron “espacios culturales”, de valores y, sobre todo, elecciones
Si tener un relato es peligroso; mas peligroso es no tenerlo.
[1] Pablo Ortúzar 2020