HONOR A NUESTROS HEROES

HONOR A NUESTROS HEROES
Hace 31 años 5 escoltas del entonces presidente de la república, perdieron la vida cumpliendo su deber, en una cobarde emboscada perpetrada por el grupo terrorista “FPMR” en el cajón del Maipo. Gracias a la decidida acción de estos comandos, el entonces presidente salvo ileso y la intención del enemigo no fue cumplida. Que su sacrificio no sea olvidado y que su compromiso con la misión recibida nos sirva de modelo a quienes seguimos su legado
Chile siempre primero y a su ejército, honor y gloria.
Sin gritos, sin agresiones, sin sed de venganza. En silencio y con recogimiento las viudas, hermanos, padres, hijos y camaradas, conmemoran hoy la muerte de los escoltas, que murieron en cumplimiento del deber, a manos de los Terroristas.
Fue un 7 de septiembre de 1986, yo era Alférez de Ejército y lo viví desde Punta Arenas.
Se dijo que era un montaje de la dictadura y muchos creyeron.
Hoy a esos mismos asesinos la prensa los hace ver como guerrilleros, como patriotas… incluso uno es parlamentario y vive feliz profesando sus mismas creencias.
Así estamos, me conformo con que el que lea esto, piense que no hay nada mas noble que morir por la patria y la patria es el cumplimiento del deber.
Cabo 1º de Ejército Miguel Guerrero Guzmán: Comando de Ejército. Asesinado.
Cabo 1º de Ejército Gerardo Rebolledo Cisternas: Murió al impactar un cohete sobre el vehículo en que viajaba.
Cabo 1º de Ejército Cardenio Hernández Cubillos: Conductor del vehículo de la escolta de civil de Ejército. Fue alcanzado por un proyectil en el pecho al descender del vehículo que conducía.
Cabo 1º de Carabineros Pablo Silva Pizarro: Escolta del vehículo de Carabineros. Fue impactado por un proyectil en la base del cráneo.
Cabo 2º de Ejército Roberto Rosales Martínez: Comando de Ejército. Fue alcanzado por la explosión de un cohete que detonó cerca de su posición. Era el más joven de la escolta, tenía 23 años.
La Compañía de Comandos N° 12, los manchados, están de luto, al igual que Carabineros.
Escrito por Enrique Gloffka