La muerte de uno de los críminales más grandes de la historia



La muerte de uno de los críminales más grandes de la historia

El legado de Fidel Castro lamentablemente no llega a su fin con su muerte, Cuba termino peor que cuando Batista gobernaba.

Ante la muerte de Fidel Castro debemos reflexionar cual fue su legado, del cual, Carlos Alberto Montaner nos da alguna luces tomando elementos claves de origen y contexto histórico.

“Les prometió libertades a los cubanos, los traicionó y calcó el modelo soviético de gobierno. Acabó con uno de los países más prósperos de América Latina y diezmó y dispersó a la clase empresarial, pulverizando el aparato productivo. Tres generaciones de cubanos no han conocido otros gobernantes durante cincuenta y tantos años de partido único y terror. Se alió a Corea del Norte y a la Teocracia iraní. Apoyó la invasión soviética a Checoslovaquia. … El 90% de su tiempo lo dedicó a jugar a la revolución planetaria. Deja un país mucho peor del que lo recibió como a un héroe”, sentencia Carlos Alberto Montaner.

Aunque la Historia no es tribunal de justicia es tiempo que quienes cultivamos la disciplina generemos reflexión e investigación sobre el legado más sangriento de la historia.

Tuve la oportunidad de visitar Cuba en el marco de los 55 años de la “Revolución”, fue un viaje de carácter histórico, junto a un colega queríamos conocer la “Cuba de Fidel” antes que se concretara algún tipo de apertura, era nuestra aspiración a visitar la dictadura.

Nos reunimos en Panamá y viajamos a La Habana, antes de llegar a policía internacional ya nos habían interrogado un par de agentes cubanos para saber si éramos periodistas, sin muchos problemas pasamos sin dejar de sentir que no era una entrada a un país cualquiera.

Al buscar las maletas nos dimos cuenta de la escases en la isla: aparecían neumáticos, piezas de auto, paquetes gigantes de papel higiénico, entre las maletas de los turistas, al recuperar nuestras maletas cambiamos euros por el famoso “cuc” la moneda creada para los turistas para mantener el precio diferenciado para financiar “la revolución”.

Esos cuatro días que pase en Cuba fueron contradictorios, por un lado la zona de turista donde todos te sonreían y cantaban, lleno de proxenetas y prostitutas donde te ofrecían de todo. Una explotación sexual infantil amparada y fomentada por los turistas y las autoridades.

Salir de ese “cascaron para los turistas” no era difícil, a pesar de los agentes de la policía y las personas que “casualmente nos seguían”, tras horas de fotografías y una que otra selfie ya no era simple paranoia ver los mismo rostros en nuestras espaldas.

En ese “Cuba real”, que con seguridad no conocen la gran mayoría de los turistas pudimos observar las filas por carne podrida, la falta de agua potable, electricidad y otros elementos básicos de vestimenta.

Vimos los cupones de racionamiento, el rostro del ciudadano desesperanzado y que no tiene ilusión, desgraciadamente nuestra ropa de turista simplemente no pasaba desapercibida entre personas con ropas desteñidas y descalza, no paso mucho sin que se nos acercasen a pedir jabón, pasta de dientes, aspirinas, una remera o caramelos. Las historias que escuchamos no fueron de alegría y tampoco de gloria revolucionaria, eran los pesares de un pueblo angustiado y oprimido, que no había conocido las ventajas que la clase dirigente cubana disfrutaba.

La principal forma de abastecerse de elementos básicos era mendigar a turistas o el mercado negro, en donde literalmente te ofrecían de todo, desde la célebre moneda con la imagen del “Che” Guevara, hasta sellos para poder traficar libremente los habanos, escudos comunistas, piezas de armamento, uniformes y otras curiosidades que eran propiedad del omnipresente Estado.

Cuba no era un paraíso ni para capitalistas ni para socialistas, como señalaba Orwell en Revolución en la Granja: “hay algunos que son más iguales que otros”.

El legado de Fidel Castro lamentablemente no llega a su fin con su muerte, Cuba termino peor que cuando Batista gobernaba, mucha nostalgia ideológica recorrerá estos días los medios, debemos calmar ese febril sentimiento, no podemos permitir que su real legado sea olvidado.

No es posible que uno de los más grandes criminales de la historia sea glorificado.

Francisco Sánchez Urra