POLÍTICA Y GOBIERNO:

POLÍTICA Y GOBIERNO:
¡FUE SORPRENDENTE!:
¿Continuidad o cambio?

PILAR MOLINA
Periodista.
Es en la segunda vuelta donde se dará la verdadera disputa entre la prolongación del actual gobierno y el cambio. Y como hasta ahora, allí no parecen contar la simpatía ni los juegos de luces, sino que lo que se impone es el desalojo.
Hay un poco de histeria, a pesar de que no hay mucha novedad en lo que está ocurriendo en el panorama presidencial. El motivo, tres encuestas que dan a la candidata comunista Jeannette Jara arriba, en dos de ellas como mención espontánea, con un 31% o 39% de las preferencias, y en la otra con papeleta, con 26%. No tiene mucho de inesperado, en verdad, que la ex ministra concentre las preferencias de la izquierda, o la centro izquierda, que ella dice querer representar desde su aplastante triunfo el domingo. No sólo derribó al candidato del Frente Amplio, Gonzalo Winter, del partido del Presidente Boric, sino que dejó en la levedad absoluta a la carta del oficialismo democrático, Carolina Tohá.
Lo nuevo es la tendencia persistente con la tendencia a retroceder de la candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, y que José Antonio Kast se esté distanciando de ella, en un escenario donde la derecha hace todo lo posible por perder la elección. Tiene una oferta de múltiples candidatos que puede asegurarle a Jara pasar a la segunda vuelta e impedir que la derecha triunfe en primera. E ignora riesgos adicionales que ofrece la persistencia de Franco Parisi a competir desde un populismo centrista, aunque desaparezca después de cada aventura presidencial y todos sus parlamentarios abandonen su partido, el PDG, como ocurrió en este período con sus seis diputados. Imposible olvidar que el mismo Parisi salió tercero en la contienda de 2021 y el candidato de Chile Vamos, cuarto.
“La candidata comunista cree que puede convencer a la opinión pública que ella es lo mejor de lo peor de estos 3 años, añadiendo el factor credibilidad y una dosis de empatía convincente”
Falta que corra mucha agua bajo el puente y haya sorpresas tan inesperadas como las que nos brindó la última contienda que partió con una dupla segura (Lavín-Jadue) y terminó con Kast-Boric.
Lo claro es que Jara es la cara amable de la izquierda, y aunque niegue ahora todo lo que ha sido en el pasado, es la continuidad de un gobierno mal evaluado. Como sea que se atribuya los “logros” que cree tener esta administración (40 horas, alza salario mínimo o reforma laboral), es el rostro de esta asociación de socialistas y marxistas en el poder que ha hecho retroceder a Chile en términos de desarrollo y bienestar. El gran pasivo que dejará esta administración es un país más inseguro y más pobre, aparte de vaciar las cuentas fiscales que sirven para emergencias y que el gobierno prefirió usar para continuar ampliando el Estado de bienestar.
La candidata comunista cree que puede convencer a la opinión pública que ella es lo mejor de lo peor de estos 3 años, añadiendo el factor credibilidad y una dosis de empatía convincente. Siendo ella la representante de un polo, busca presentarse “como uno” para facilitar la identificación. La del liceo con número, sencilla, de población, abierta a conversar y buscar los acuerdos con todos. En suma, no es de la élite, como eran sus rivales que pisoteó en la primaria criticando dulcemente los malos resultados en seguridad y crecimiento de este gobierno del cual todos formaban parte. No es de la “casta”, que desafió otro extra sistema en Argentina y ganó (Milei).
Pero ese discurso se topa con que no todos los contendores de Jara son de la élite política de la que la ciudadanía parece estar harta por los malos resultados. Porque quien mejor se ha posicionado en el otro extremo tampoco es del sistema. Kast rompió con el establishment político cuando se alejó de la UDI. Y esa es precisamente la fortaleza que le ha ido permitiendo escalar en la adhesión pública. Esa posición, más su coherencia, parecen ser también su principal ventaja y mayor peligro para Matthei, que podría quedar fuera del juego en la primera vuelta.
Pero es en la segunda vuelta donde se dará la verdadera disputa entre la continuadora del actual gobierno y el cambio. Y como hasta ahora, donde Jara pierde frente a Kast, Matthei y hasta con Kaiser, allí no parecen contar la simpatía ni los juegos de luces, sino que lo que se impone es el cambio.
El Líbero · El Bosque Central 69, Of. 101 · Santiago 7550269 · Chile
Otra visión de lo que está sucediendo en la actualidad no menor:
*Tonterías y Abdicaciones*
Cristián Warnken, El Mercurio
La candidata del Partido Comunista a la Presidencia de la República afirmó, al consultársele por una fotografía en la que aparecía con una polera con la imagen del “matapacos”, que eso había sido una “tontería”. ¿Fueron “tonterías” también la quema de bibliotecas, sedes universitarias, iglesias, la destrucción del espacio público, la quema del metro, ante las cuales la candidata y su partido no solo guardaron silencio, sino que muchas veces las justificaron con el conocido “mantram” de que “para hacer tortillas hay que romper huevos”? Los huevos eran los locales de pequeños comerciantes, centros culturales y otros; la tortilla, “la revuelta”, palabra mágica cargada de romanticismo revolucionario y que abundaba en las bocas no solo de dirigentes políticos (incluidos diputados y senadores), sino también de intelectuales, dirigentes estudiantiles y miembros de una élite que en las tardes de octubre y noviembre del 2019 se sentaban a mirar en el televisor, en sus cómodos livings, el espectáculo incendiario que devastaba día a día el centro de Valparaíso, Santiago y otras ciudades del país. Entonces eran convicciones, “sueños”, delirio y embriaguez jacobina; ahora, solo “tonterías”. Tonterías que costaron muy caro al país, que desde entonces entró en un estado de anomia y violencia, del que ha sido muy difícil salir.
No sé si a los más radicales de su propio partido les agradará que su candidata convierta los “hechos gloriosos de la revuelta” en “tonterías”. Tal vez lo justifiquen como parte de una táctica electoral. Y también puede ser una mañosa manera de licuar y relativizar hechos graves, muchos de ellos delitos o actos de violencia política, convirtiéndolos en simples “tonterías”. Sabemos cómo los dirigentes del Partido Comunista se las arreglan para deformar el lenguaje, para pervertirlo, para convertirlo en vehículo de propaganda. Seguramente en esta campaña nos darán lecciones de cómo embaucar a las masas, hasta el punto de hacer olvidar al electorado que la candidata (encantadora, desde luego) pertenece a un partido cuya doctrina (la marxista leninista) está en abierta contradicción con los valores democráticos (liberales, claro, no los de la llamada “democracia directa”), un partido que guardó silencio ominoso ante la desaparición y asesinato en nuestro país de un oficial disidente de la dictadura venezolana, un partido negacionista de las violaciones de los derechos humanos en Cuba y otras dictaduras, un partido que no dudó en poner en jaque la democracia en octubre de 2019.
De un partido que sigue las formidables lecciones de Lenin sobre agitación y propaganda, se puede esperar que la adhesión a la violencia sea nombrada como una mera “tontería”. La pregunta es si los miembros del Socialismo Democrático y la Democracia Cristiana también consideran que su silencio cómplice o derecha complicidad con la violencia del estallido y su posterior adhesión al delirio del proceso constituyente, que estuvo a punto de llevar al país al pantano o derechamente al abismo, fueron meras “tonterías”. Si tuvieran coraje político y moral, debieran reconocer que, en realidad, fueron abdicaciones, colosales abdicaciones, que explican en parte la dolorosa derrota de su candidata Tohá en la primaria del domingo pasado. Lo único que puede salvar de la extinción a ese sector tan importante de la política chilena (el llamado “Socialismo Democrático”) es una profunda introspección y autocrítica. Ello requiere coraje y visión. ¿Los tienen? ¿O volverán a cometer otra vez “tonterías” como las del estallido y la Convención, abdicando esta vez ante la candidata de un partido (Comunista) con el que ningún partido socialdemócrata o socialcristiano del mundo estaría dispuesto a aliarse? Sería la tercera abdicación, como la tercera traición de Pedro a su maestro. Que no lloren después, como él, al darse cuenta, tarde, de lo que hicieron.
Comunismo o libertad
Por José Tomás Hargous Fuentes
El triunfo de la comunista Jeannette Jara en las primarias del oficialismo remece el tablero político en este turbulento año electoral. Si bien confirmó los pronósticos de los sondeos de opinión –los publicados antes de la veda y los que fueron filtrados durante ese período– aún quedan muchas incógnitas de qué ocurrirá en noviembre. Si hace unos meses enfrentarse a ese escenario aseguraba el triunfo en segunda vuelta, hoy no es evidente. Que no sea claro que alguien de derecha sea el próximo Presidente de Chile y una comunista esté inéditamente rozando la Primera Magistratura de la Nación se debe al desfondamiento del centro político, encarnado en las candidaturas de Carolina Tohá –fuertemente aplastada por el otrora partido más fiel a la Unión Soviética– y Evelyn Matthei –que inexplicablemente ha entregado el liderato de la tabla y se ha autorrelegado en el tercer lugar–.
Usted se preguntará, ¿qué tienen que ver ambas políticas de fuste con el auge del comunismo? En el caso de Carolina Tohá parece una acusación injusta, considerando que sus contendores le achacaban el mote de anticomunista por defender sus convicciones democráticas en la primaria oficialista. El problema es que el Socialismo Democrático –¿llamado así para diferenciarse del “socialismo no democrático” encarnado por el comunismo y/o del frenteamplismo?– entró al Gobierno, cual padre aprontándose a detener los estragos causados por un hijo adolescente, a hacer un control de daños de una administración torpe, inepta y que hizo de la corrupción su segunda naturaleza. Primero, para defender un proyecto de nueva Constitución que nos habría llevado al autoritarismo –¿o totalitarismo?– chavista, correísta y evista de no ser porque 7.891.415 patriotas lo impidieron. Y luego, para entrar al gabinete y ofrecer algo de gestión a un Gobierno superado por la realidad, pero que no lograron detener la avalancha.
La candidatura Matthei, por su parte, como hemos mostrado reiteradamente en esta tribuna, ha sido profundamente amateur y sus errores de novato la han hecho entregar el liderato inapelable que tenía a principios de año. En enero Evelyn Matthei punteaba con 23% de respaldo, la secundaba Johannes Kaiser con un 10% y Kast estaba tercero con un 9% –sumando un 42%, o un 44% si incluimos a Franco Parisi–. En ese entonces Jeannette Jara aún no figuraba en las encuestas, empezando a asomar tímidamente a partir de febrero. ¿Recuerda qué hito político catapultó a Jara? La bullada reforma de pensiones que estuvo a nada de desarmar la joya de la corona del modelo chileno y a la que Chile Vamos –escudada en un segundo plano por la candidata– se sumó de forma entusiasta. Lo que en ese entonces parecía absurdo por beneficiar al Gobierno empezando un año electoral, terminó por darle la victoria a la candidata del Partido Comunista (PC).
Sí, la candidata del Partido Comunista. Que ella diga que quiere suspender su militancia, cosa que legalmente no puede hacer y que fácticamente tampoco: treintaiseis años de militancia en la tienda del marxismo ortodoxo, así como la apología del estallido, no se van de la noche a la mañana por una mera declaración de buenas intenciones. No es más que un descarado y desesperado intento de pasarle gato por liebre a los ciudadanos. Por mucho que ella quiera hacerse la simpática, una reencarnación de Michelle Bachelet, o que reitere que será un gobierno de coalición, ella sigue siendo comunista.
El PC no es cualquier agrupación partidaria. Como ciertamente señalaba Carolina Tohá –pero inconsistentemente considerando que había gobernado con ella y se comprometía a apoyar a Jara de perder– el comunista no es un partido democrático. Aunque Carlos Peña piense que es un “fantasma del miedo” que deberíamos despejar, lo cierto es que los comunistas nunca han adherido al sistema institucional chileno. Pese a que participan en él, desprecian la Constitución –la escrita y la histórica–. Pese a que hoy salgan con banderas chilenas, se sienten más cómodos con las banderas negras del 18-O. Ahora tienen posibilidades de imponer el programa resumido en el “mamarracho”.
Sí, ellos tienen un programa, y ése es la destrucción de lo que ellos llaman la “democracia burguesa”. Contra lo que ellos mismos dicen, no tienen las “manos limpias”. Basta ir a las fuentes de don Carlitos Marx –que no a la experiencia comunista de un siglo– para darse cuenta de que su cronograma es claro: desestabilizar los países, promover la división y usar a la clase trabajadora para, por medio de una revolución, tomarse el poder total, establecer la dictadura del proletariado y transicionar a una sociedad sin clases llamada comunismo, a la cual nunca llegan porque prefieren el totalitarismo genocida a desarmar el Estado. Ellos te dirán que no es lo que quieren hacer, sino que buscarían combatir las desigualdades y aspirar a una verdadera democracia –como la cubana– por medio de transformaciones estructurales por vía legal. Eso lo intentó Salvador Allende hace 52 años y ya sabemos cómo le fue. La diferencia es que durante la Unidad Popular (UP) el PC era un partido más y no la principal agrupación del Gobierno.
Jeannette Jara, con el empujoncito de Tohá y Matthei, ha logrado entrar en la historia con su triunfo en las primarias. No sólo le da vida a uno de los peores Gobiernos de nuestra historia, sino que le da posibilidades ciertas al comunismo de llegar a La Moneda. Nunca un candidato comunista había postulado a dirigir un Gobierno con posibilidades de salir electo –exceptuando a Jacques Duclos en Francia en 1969 y a Yedo Fiúza en Brasil en 1945, quedando ambos en tercer lugar–. Y ante eso no es “irracional” tener miedo. Urge el patriotismo de las fuerzas democráticas para impedir la llegada del comunismo a La Moneda, para defender la libertad de Chile. Esperemos que Matthei recapacite y no siga cerrada por pequeñeces a apoyar en el balotaje al candidato de derecha con más opciones de ser Presidente.