POLÍTICA Y GOBIERNO:

POLÍTICA Y GOBIERNO:
En esta foto de la dirigencia del partido comunista de Chile se ven las banderas de los movimientos terroristas de izquierda.
La Cam, Frente Farabundo Martí de El Salvador, Hamas, Frente Patriótico Manuel Rodriguez, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farcs), Frente Sandinista de liberación Nacional de Nicaragua. Cabe alguna duda que están detrás de la violencia terrorista del país?
Carmona sabe lo que hace
Por Gonzalo Rojas Sánchez
Las decisiones en el PC se toman de acuerdo a una estricta racionalidad dialéctica. Hay que oponer los contrarios para que la síntesis sea favorable. Es, creen, la inexorable ley de la Historia.
Por eso su presidente, Lautaro Carmona, torpedea, “misilea”, bombardea y mina la candidatura de Jeannete Jara. Porque a la derrota ya asumida de la postulación comunista en la segunda vuelta de diciembre, Carmona estima que debe oponerse la convicción del partido defendiendo aquellos aspectos que la candidata no puede (no debe) promover durante la campaña. Ella, para intentar mejorar su votación, debe intentar hacerse socialdemócrata. Por el contrario, el PC, ante su inminente derrota, debe mostrarse cada vez más marxista leninista.
Se supone que del enfrentamiento entre la debilidad de Jara –casi una burguesa en competencia– y la fortaleza de un partido monolítico que ya casi no la reconoce como carne de su carne y sangre de su sangre, debiera resultar en diciembre una síntesis muy favorable para los interese de Carmona y su gente: El PC no perdió, perdieron los demás que la hicieron socialdemócrata; el PC no quedó amarrado a los compromisos que ella adquirió en su desplazamiento territorial, sino que tiene las manos libres para atacar con todas sus energías al gobierno que comience su andadura en marzo.
A esa convicción se suma, además, un dato no menor. Si el PC logró –como lo anticipamos tantas veces en los años anteriores– minimizar electoral y simbólicamente al Frente Amplio, no vaya a suceder que la derrota de Jara anule esas ganancias, desprestigie el carácter vanguardista del partido, y que nuevas formaciones juveniles aparezcan a la izquierda del PC, convencidas de que tienen mejor derecho que los comunistas a conducir la oposición al nuevo gobierno. Y, como ha sucedido antes, no vaya a pasar que sectores significativos de las JJCC quieran sumarse a esas minorías rupturistas. Todo eso también lo ha previsto la directiva de Carmona. Nada de correr riesgos tontos cuando la derrota se ve tan cercana.
Democracia y libre mercado
Por José Tomás Hargous Fuentes
Democracia y libre mercado son dos de los pilares de nuestro ordenamiento jurídico, político y económico. Ambos se sostienen en la participación social y son fundamentales para el desarrollo integral de las personas. También, son dos entramados institucionales que se han debilitado en los últimos doce años, paradójicamente, un período en que la clase política se obsesionó con profundizar la democracia, al mismo tiempo en que se ha echado la culpa al mercado de todos nuestros males, reales o aparentes.
Lejos quedaron los años en que Chile era un país pujante, próspero y con instituciones serias, modelo para el continente y en menor medida para el mundo. Durante esos años la democracia y el mercado no eran buscados como fines en sí mismos, sino que se trataban del resultado de hacer las cosas bien, orientando todas las decisiones a metas más altas, como la reconciliación nacional, un Chile de propietarios, un país ganador o hacer de Chile una gran nación, en última instancia, el bien común de la sociedad.
El mercado y la democracia se entendían como instituciones puestas al servicio del bien común, y no como el fin supremo de todo. Y es que, bien entendidos, éstos no pueden concebirse como fines ni como principios. Al contrario, los regímenes político y económico, aunque necesarios, son medios o, si se quiere, el ambiente adecuado para buscar el fin del hombre en sociedad. Por eso, jamás deben concebirse como el fundamento del gobierno o de la relación social.
Llevamos doce años con la izquierda diciendo que quiere profundizar la democracia y que el desarrollo llegue a todos. Desgraciadamente hemos obtenido todo lo contrario: somos menos democráticos y más pobres que cuando Sebastián Piñera le entregara la posta a Michelle Bachelet. El próximo gobierno tendrá una dura tarea por delante: reconstruir los cimientos que nos hicieron un país grande, en la senda del desarrollo integral. Pero no podemos cometer nuevamente el error de buscar la democracia y el mercado como fines en sí mismos, o nos volveremos a quedar sin pan ni pedazo.
El Chile que viene
Por Arturo Squella
Estamos viviendo un momento crucial en la historia de Chile. El país desea vivir en paz, poder trabajar y prosperar, dejar atrás la etapa de inseguridad, decadencia y un progreso detenido, entre la maraña burocrática, la ausencia de energías y la ideologización. Los chilenos piden un gobierno de emergencia, que logre dar un vuelco decisivo hacia el futuro.
La crisis global que vive el país no puede enfrentarse con debilidad o con diagnósticos interesados, woke o simplemente ciegos ante la realidad. Los problemas son múltiples, con violencia y malos resultados en muchos establecimientos educacionales, listas de espera indignas e interminables en salud, falta de vivienda y proliferación de campamentos. A ello se suma una economía detenida y que solo creó ¡141 empleos en el último año!
A esta penosa mediocridad, muy distante de las reales posibilidades del país, se suma un problema mayor, relacionado con el avance del crimen organizado y el descontrol migratorio, que terminan haciendo de Chile un país fácil para quienes delinquen, asesinan y secuestran, mientras encuentran más dificultades quienes buscan trabajo y mejores condiciones de vida para sus familias. Cada semana nos vemos sorprendidos por anuncios de muertes de niños, la actuación de bandas criminales y problemas con el comercio ilegal.
Podemos observar esta realidad con la misma indolencia que hemos visto tantas veces en los últimos años. Algunos pensarán que son exageraciones o mirar solamente el vaso medio vacío. Sin embargo, esta vez la situación es diferente, como lo saben los millones de chilenos que sufren la inseguridad, los cientos de miles de jóvenes que no encuentran empleo, esa gente honesta que busca trabajar o estudiar y que enfrenta al narcotráfico y la violencia con un apoyo estatal insuficiente.
Por eso Chile necesita un gobierno de emergencia, que actúe con sentido de urgencia, determinación y sin complejos. Donde las autoridades trabajen al servicio de la gente y no del partido de turno, donde las cuotas de cargos para operadores sean parte del pasado y los recursos lleguen directamente a las personas más necesitadas.
Más que recurrir a los “cuadros políticos” a los que se hacía referencia en estos días, en un gobierno de José Antonio Kast se sumará a las personas que tengan talento, preparación, valentía y convicción para enfrentar la crisis generalizada, independiente de su militancia política.
Cuando los países enfrentan desafíos como los que tiene Chile hoy, emergen varias alternativas, que van desde los diagnósticos equivocados hasta la incapacidad de liderar y revertir la situación. Hay otras posibilidades, ciertamente malas y destructivas, como la violencia, aunque también fracasadas como las utopías llenas de promesas y tristes realidades. Pero también existen otras opciones, que aparecen cuando un pueblo cansado, pero maduro, emprende el camino hacia el futuro con decisión, consciente de que la tarea es difícil, pero convencido de que es necesario trabajar y superar las dificultades para llegar a la meta.
Esta es la situación actual de Chile, país cansado, pero esperanzado, con gente dispuesta a dar vuelta el partido y asumir el futuro no como una fatalidad, sino convencidos de que las cosas irán mejor si trabajamos unidos. Este es el contexto en el cual se desarrollarán las elecciones presidenciales y parlamentarias de este 2025.
Asumimos los desafíos presentes con entera convicción y responsabilidad. Los Republicanos nos hemos preparado durante años para gobernar y hemos recorrido Chile con pasión, escuchando y trabajando, con diagnósticos claros, programas de acción y un liderazgo que tiene las condiciones para dirigir al país en este gobierno de emergencia.
Frente a las dificultades y amenazas, José Antonio Kast ha dicho muy claro: “No nos van a amedrentar, porque no les tenemos miedo. Chile necesita un cambio, un cambio radical, que permita terminar con este gobierno de izquierda fracasado, y comenzar a construir las bases de un Chile más libre, más seguro y que progresa económicamente para todos”. Es verdad: si la fuerza de Chile se pone de pie, ni las funas, ni las mentiras, ni la violencia podrán detener el progreso. Y el gobierno de José Antonio Kast nos permitirá mirar el futuro con ojos distintos, sabiendo que no estamos condenados a la decadencia.
El cambio de rumbo ya empezó y por eso nuestros compatriotas pueden mirar el futuro con esperanza. Un diagnóstico crudo no es una mala noticia, sino el anticipo del cambio que viene, una muestra de determinación de quienes se resisten a seguir viviendo en la mediocridad, de quienes aspiran a vivir en un país seguro, que progrese y que tiene sueños de grandeza, porque sabe que sus posibilidades son muy superiores a la compleja situación que hemos sufrido estos años.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el jueves 28 de agosto de 2025.