Los hechos de violencia que se
viven en Haití no nos pueden ser indiferentes, ya que ponen en entredicho la
eficiencia de nuestra participación por más de diez años en la Minustah -la
misión de paz de la ONU-, en la cual miles de soldados y civiles participamos
con entusiasmo y profesionalismo, con un costo no menor de recursos, y donde
entregaron su vida algunos cascos azules.
Lo he dicho en múltiples instancias: los militares contribuimos a bajar la
fiebre -la violencia-, pero como no se atacaron las causas profundas de la
enfermedad, entre otras, la falta de Estado de Derecho, educación, salud,
trabajo, ausencia de instituciones sólidas, los resultados, lamentablemente,
siguen estando a la vista.
Esos problemas de fondo sin duda que exceden a aportar soldados o policías y
queda claro que la comunidad internacional, y en particular nuestro país, no
participó con similar entusiasmo enviando profesionales para ayudar en forma
más efectiva.
Me temo que alguna autoridad ya debe estar pensando en la nueva misión de
intervención, la que llegaría a la decena en la historia de ese país.
Espero que nuestras autoridades saquen lecciones aprendidas. Los ciudadanos que
pretendemos ayudar se los agradecerán.
Eduardo Aldunate Herman
Ex segundo comandante de la Minustah