Sin Verdad, sin Derecho, sin Destino

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Anoche sintonicé Teletrece. Mejor no lo hubiera hecho. La sarta de falsedades pro-izquierdistas sobre el “caso Quemados”, ilegalmente abierto por el ministro Carroza (que encabeza el “funeral de Estado” del derecho en Chile) tornan risibles las denuncias comunistas de que los medios de comunicación predominantes están en manos de “los poderosos de siempre”.

La noticia era que el ministro Carroza había reabierto el “caso Quemados”. Hasta ahí lo único veraz de la información. El resto, falso. Pero, desde luego, Carroza legalmente no podía reabrir ese caso, porque ya fue conocido por los tribunales, juzgado y sentenciado a firme hace más de un cuarto de siglo. ¿Cómo el ministro puede pasar por sobre la cosa juzgada y la prescripción sin más, incumpliendo la norma expresa del código que le ordena poner término inmediato a un juicio cuando exista una causal de extinción de la responsabilidad penal, sobre todo si es una causal doble, como en este caso?

Respuesta muy simple: lo puede hacer, porque en Chile no impera el estado de derecho y el delito de prevaricación (no aplicar las leyes) tiene carta de impunidad. Y por eso la cárcel donde están confinados los presos políticos (es decir, los encarcelados por jueces prevaricadores sin razones legales, sino políticas), que se llama Punta Peuco, está atiborrada.

Pues Teletrece dijo que Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana habían sido, el primero, “asesinado” y la segunda gravemente lesionada, mediante el fuego, por una patrulla militar, y luego abandonados. Pero un ministro integérrimo, apolítico y unánimemente respetado, don Alberto Echavarría Lorca, dictaminó hace casi treinta años (cuando el marxismo y sus compañeros de ruta todavía no dominaban la justicia), y en resolución de 23 de julio de 1986, lo siguiente: “a) Que Rodrigo Rojas De Negri y Carmen Quintana Arancibia fueron detenidos el día 8 de este mes, por una patrulla militar que aseguraba el libre tránsito de vehículos, reteniéndolos transitoriamente en el lugar de su aprehensión, uno al lado de la otra y próximos a elementos de fácil combustión, combustión que se produjo debido a un movimiento de la joven y la caída y rotura del envase de uno de esos elementos, causando quemaduras graves a los dos y originando posteriormente la muerte del primero”.

Los elementos incendiarios los portaban ambos subversivos. Tenían por objeto ser lanzados a los medios de locomoción, para aterrorizar a la población e impedirle ir a sus lugares de trabajo. En todo caso, cuando Rojas y Quintana se estaban quemando, los militares los apagaron, que es todo lo contrario de lo que informó Teletrece anoche. Subidos al vehículo militar para ser llevados a un centro asistencial, donde iban a quedar detenidos, rogaron al capitán a cargo que los liberara. El oficial, sin percatarse de la gravedad de las quemaduras, accedió. Por ello la sentencia de término lo condenó por cuasidelito, es decir, negligencia culpable.

Este es un país que, por hechos representativos del barrenamiento moral anteriormente descrito, está en vías de desintegración.

Comentario de Hermógenes Pérez de Arce

Enlaces anteriores:

Libro Política y Fuerzas Armadas, de Adolfo Paul Latorre

¿Podrá el odio salvar a Michelle Bachelet?

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