Por Cristián Labbé Galilea
Durante las vacaciones cambiamos de aires, alteramos la
tediosa rutina diaria e instintivamente nos damos tiempo para el ocio y las
cavilaciones. Del ocio ni hablar… pero de la reflexión tendríamos que partir
diciendo que: entre lo humano y lo divino, dados los tiempos que se viven, es
lo humano lo que nos preocupa.l
Ello porque al ciudadano común y corriente le es difícil
diferenciar, a simple vista, lo importante de lo accesorio, lo de largo plazo
de lo inmediato, las señales de los ruidos (signals & noise), ello porque
maliciosa y morbosamente es distraído por los detalles de hechos puntuales.
Las reiteradas “funas”, que ahora afligieron a la Maldonado,
la Argandoña y la doctora Cordero (“Las Indomables”), la ruptura por la fuerza
de un candado en una playa por parte de una Ministro (S), los verdaderos
campamentos que han aparecido en el borde costero, las reiteradas ocupaciones
de predios y los sospechosos incendios en la Araucanía, son temas que han
estado presentes en los encuentros veraniegos, pero ¿cuál es la reflexión?…
¿se está consciente de su gravedad?… ¿qué se hace?…
Veamos… por un lado tenemos una minoría intolerante que
movida por el afán de mantener ideologías extremistas y de izquierda buscan
sembrar el odio, la mentira y el miedo, y por el otro una mayoría que no se
siente representada por sus dirigentes, quienes actuando según lo
“políticamente correcto” y, con una candidez admirable, ceden autoridad para
moverse hacia el progresismo, convencidos que pueden “evangelizar” a la izquierda
y sus adláteres.
Es esa mayoría la que debe aprovechar lo que resta de estas
vacaciones para reflexionar y tomar conciencia de que: ¡el mundo viene de
vuelta!… ¡el progresismos esta en retirada!… y que ¡la gente se cansó!
El ciudadano pensante se percató de que: si bien no tiene
ataduras ¡no es libre!; está más conectado que nunca pero ¡se siente sólo!; el
progresismo busca destruir todo aquello que tenga identidad… (Valórica,
histórica, religiosa, sexual… etc.); con tal de ser populares los políticos,
salvo excepciones… ¡son fieles a nada!; la sociedad actual está viviendo en la
superficie… sin profundidad ninguna, confundida, desarmada espiritual e
intelectualmente;…. si seguimos así vamos… de vuelta a la barbarie.
Mi reflexivo lector se preguntará ¿hay pesimismo en esta
pluma?… ¡En ningún caso… advertencia positiva, sí!
La gran mayoría, hoy pasiva, debe dejar de ser “turista de la
existencia” para transformarse en actor y protagonista de una sociedad libre,
plural y abierta, donde impere el derecho, el orden, la paz social, el
bienestar político, social y económico, donde quepan todos y donde la
tolerancia deje de ser una palabra y se transforme en una actitud.
Debemos dejar las zonas de confort político, asumir un
talante resuelto… y contestarnos los que nos pregunta ese viejo refrán… ¿somos
o no somos los gatos plomos?
Por último, convencidos de que lo ofrecido por la izquierda,
además de odio y violencia, son “hojarascas retóricas”, y de que el incauto
progresismo mostrado por muchos de nuestros representantes es la negación de la
sociedad en que queremos vivir, nuestra única actitud -después de unas
reflexivas vacaciones- es dejar de estar plácidamente “al cateo de la laucha”
porque… ¡gato con guantes no espanta ratones!
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