Sedición e injerencia de poderes internacionales

Sedición e injerencia de poderes internacionales
Por Carlos A. Casanova
En las semanas transcurridas desde mi último comentario,
hemos presenciado un auto-desenmascaramiento de los revolucionarios chilenos y
una creciente injerencia del socialismo internacional sobre los asuntos de
Chile. Estas observaciones me permiten afirmar, sin tenor a equivocarme, que
Chile se enfrenta Al peligro más grande para su existencia que haya enfrentado
desde su fundación por Pedro de Valdivia. Ni siquiera en 1973 fue tan grande el
peligro que enfrentó Chile, ni en la Guerra del Pacífico ni con la invasión
napoleónica de España ni en la Independencia.
Hugo Gutiérrez y Carmen Hertz han proclamado a los cuatro vientos
que desconocen a las autoridades legítimas de la república, en nombre de una
supuesta “soberanía popular” (¿se refiere al 3% de aprobación del
PC?); y que desconocen la Constitución de Ricardo Lagos. Se han quitado la
careta republicana y han mostrado la Gorgona de la tiranía plebiscitaria, que
fue la tiranía de Adolfo Hitler y de Hugo Chávez.
En la misma línea se ha manifestado Luis Mesina, quien ha
recomendado que (en caso de ganar el sí El 26 de abril) la Convención
Constituyente, en violación a la Constitución y a su reciente reforma,
desconozca en su primera sesión toda autoridad al Derecho, se declare soberana
y disuelva el Congreso.
Lo que han hecho estos señores se llama incitación a la
sedición. El objetivo de esa sedición está claro. Lo decía una pintada que
fotografié a comienzos de enero en la calle París: “este año muere
Chile”. El objetivo es matar a Chile, como El objetivo de Lenin fue matar
a Rusia, tal como lo ha mostrado Solzhenitsyn. Por eso destruyen todo a su
paso, por eso queman la bandera y faltan el respeto a los símbolos y monumentos
patrios, por eso pretenden vengarse por medio de la destrucción cuando por fin
una juez llama al pan, “pan” y al vino, “vino”. Si la república no es suicida,
debe estar preparada para defenderse. No podemos permitir que una banda
revolucionaria le haga Chile lo mismo que hizo a Venezuela a partir de 1999.
Y hemos visto los tentáculos internacionales del socialismo.
Aquí vino el señor Baltasar Garzón a promover la revolución y el asesinato de
Chile. Ese señor abraza la ideología totalitaria que ha usurpado el nombre de
los “derechos humanos” y que autoriza a desear y aplaudir la muerte
de algunos ciudadanos y proteger todos los desmanes de otros. Por eso fue
removido del Poder Judicial español en una decisión unánime de la Sala Penal
del Tribunal Supremo, porque escuchó y grabó conversaciones entre unos acusados
y sus abogados, violando con descaro el derecho a la defensa. Ése es Garzón; un
antiguo juez parcial, que considera que sus enemigos políticos no tienen
derechos, y que ha venido a Chile a terminar de quitarse la careta, a procurar
que la república y sus autoridades no puedan usar la fuerza legítima para
defender tanto la república como a los ciudadanos u otros habitantes de Chile.
Allí también está la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, que en el pasado ha actuado en acuerdo con Bachelet para imponer a los
chilenos la ideología de género, en claro abuso de sus facultades y en un
ataque frontal a la institución familiar, protegida por la Constitución de
Lagos. Viene ahora no en calidad de tribunal, sino a intervenir en asuntos
internos de la república que deben ser dilucidados en procedimientos judiciales
equitativos. El griterío y las denuncias no prueban violación alguna a los derechos
humanos, y menos cuando los denunciantes pertenecen a un movimiento totalitario
que usa la palabra como un arma, no como vehículo de la verdad. Si ha habido
violaciones de derechos humanos, deben ser investigadas en un procedimiento en
que se den garantías a los imputados. –Ojalá tomara nota la Comisión de todos
los incendios y ataques terroristas de todo tipo a que ha sido sometida la
población civil por parte de grupos que parecen semilleros de paramilitares,
como los camisas pardas de los nazis, las S.A.
Chile debe despertar. Como decía, enfrenta el mayor peligro
de vida o muerte de su historia. Hay un fuerte movimiento sedicioso adentro, y
está conectado con un fuerte movimiento internacional. No quiero cerrar sin
añadir dos palabras sobre el contexto internacional: yo exhorto a los chilenos
a apoyarse en sus propios recursos para defender la Patria. Hay que ser muy
prudente cuando se busquen apoyos extranjeros. Venezuela ha sufrido varias
veces pérdidas enormes por confiar en quien no debía. Cuando Rodríguez Torres
ya no podía tolerar el genocidio de su propio pueblo, las autoridades
norteamericanas entregaron al gobierno de Maduro una lista de los que se habían
conjurado con él para poner fin a la tiranía, que inmediatamente los redujo a
la cárcel o a la muerte. Además, el año pasado Mike Pence y Marcos Rubio, junto
con Juan Guaidó, causaron una tragedia semejante a la de Bahía de Cochinos.
Dieron esperanzas a la población de que Venezuela sería liberada, pero dejaron
después su apoyo en meras palabras: miles de policías y militares se fueron al
exilio a su tumba gracias a las maniobras de estos oscuros personajes. De todos
los Estados que integran las Naciones Unidas, la ONU, sólo Polonia y Hungría
son confiables, y quizá Ucrania y Croacia.
Pero si Chile sabe usar sus propios recursos, puede repeler
esta agresión, con la ayuda de Dios. Pero, para eso, debe seguir el ejemplo de
Honduras, que en el año 2009 supo detener por los medios republicanos la
sedición que iba a acabar con la república, aunque la cabeza de dicha sedición
era nada menos que el presidente electo, Manuel Zelaya.