La entrevista
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La entrevista
Si se toman en serio las respuestas del nuevo ministro del Interior en la reciente entrevista publicada en “El Mercurio”, habría que concluir que él cree que hoy los chilenos nos dividimos en tres grupos: un 30% que siempre fue y será enemigo de las esclarecidas reformas que persigue el régimen; un 20% que las entiende y las aplaude, y un 50% de tontitos que están un tanto amurrados porque todavía no entienden los maravillosos efectos que esas reformas tendrán en un impreciso futuro. Si ese es, en verdad, el diagnóstico que el nuevo jefe del gabinete tiene de la actual situación chilena, no cabe duda de que su ministerio será una regresión y el segundo tiempo de la señora Bachelet será peor que el primero.
Por Orlando Sáenz R.
No hay duda de que esa clasificación maniqueísta de la opinión pública chilena desnuda la confusión entre concepto abstracto de reforma, en el que todos los chilenos estaban de acuerdo hace dos años, y el pésimo contenido concreto de las planteadas por el gobierno Bachelet, con el que está en desacuerdo la enorme mayoría nacional, incluidos en ella los más movilizados partidarios iniciales de este gobierno. No comprender esa capital diferencia entre el concepto abstracto y el concreto contenido es precisamente el defecto que ha terminado por convertir a la Nueva Mayoría en la Vieja Minoría.
Todavía peor es la incapacidad, al parecer muy compartida por el nuevo ministro de Estado, de distinguir la diferencia entre el respeto al derecho de manifestación, en que todos estamos de acuerdo, y la praxis de hacerlo atropellando el derecho de la ciudadanía a la tranquilidad, a la seguridad de sus personas y propiedades, a la disponibilidad de servicios básicos que necesitan los seres humanos para existir, trabajar y realizarse.
El reiterado y consentido abuso del derecho de manifestación tiene estrecha relación con la delincuencia y el terrorismo mapuche que están ahogando a Chile, pues transmite poderosamente el mensaje de impunidad que los alienta decisivamente. Por eso es que el mayor servicio que el nuevo ministro del Interior le podría hacer a su gobierno es el de esgrimir un puño firme, capaz de restaurar la plena gobernabilidad del país. Nada en la entrevista que comento permite siquiera columbrar ese puño firme, cuando su carencia es un lujo que el país simplemente no puede seguir soportando.
En este último aspecto, los homenajes del ministro Fernández al Partido Comunista solo pueden atribuirse o a una refinada ironía o a una casi conmovedora desubicación. ¿Es que todavía no ha leído los informes de inteligencia sobre los agitadores que le “mueven la calle” al mismo gobierno de que ese partido es miembro?, ¿es que todavía no ve las fuerzas que están detrás de las majaderas manifestaciones estudiantiles, la ocupación de edificios públicos, la paralización reiterada de servicios básicos para tomarse de rehén al ciudadano respetuoso de la ley?