Mañana un día importante para Chile, vote informado:
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La constitución, un debate abierto |
Mientras los plazos se acortan y las dudas crecen, la discusión constitucional ha seguido avanzando -quizá con menos certezas hoy sobre el cumplimiento de los plazos de lo que había hace algunos días. Y en este ambiente de interés constitucional, varios han comenzado a plantear demandas sobre lo que debería o no tener el nuevo texto, mientras los sobrevivientes de la comisión que redactó la actual carta fundamental han salido a defender el texto que algunos ya comienzan a enterrar. Lo hizo primero el abogado Raúl Bertelsen en La Tercera Domingo, donde critica la falta de defensores de la constitución del 80 y la ignorancia que hay en torno a ese texto -“me parece pavorosa”, dice. Y luego la ex rectora de la Universidad Gabriela Mistral Alicia Romo en La Tercera PM donde alertó sobre los riesgos de una Asamblea Constituyente. Los que abogan por ella, asegura, “pretenden la destrucción del país“. Es claro que la discusión constitucional sigue despertando interés, al menos de la élite política e intelectual del país. Y lo que se viene -si finalmente se concreta- para unos es una oportunidad, para otros, un riesgo.
Pero ¿será realmente legítima esa nueva constitución? ¿Podrá superar los problemas de origen que para un sector tiene el actual texto? Sobre eso las opiniones también están divididas. Para Max Colodro no cabe duda que el actual debate constituyente ha sido impuesto por una minoría. “En la última elección presidencial, los ciudadanos proclives a una nueva constitución tuvieron múltiples opciones -desde Carolina Goic a Eduardo Artés-, pero una aplastante mayoría absoluto escogió a un candidato que no tenía la constitución en su programa”, escribe y agrega, para no dejar espacio a la duda sobre su visión, que ese objetivo, el de la nueva constitución, “ha sido impuesto por una minoría que ha violentado las reglas de la democracia, actores que han utilizado la movilización pacífica y violenta como un elemento de chantaje”. Así, para Colodro “no hay ninguna posibilidad de hacer las cosas bien e impedir que la nueva constitución sea hija del saqueo”, en clara referencia a las palabras del constitucionalista Patricio Zapata que había llamado a evitar que esta fuera la constitución de los saqueos. Un conclusión preocupante.
Quizá, ante ese escenario, es válido leer lo que plantea Álvaro Ferrer en una columna publicada el martes pasado. “Pretender que nuevas y mejores normas -por cierto necesarias y urgentes en muchos casos- lograrán automáticamente el cambio conductual es una ilusión determinista que solo generará mayor frustración, escribe. Para él, la clave está en cada uno. ” No le echemos la culpa de todos nuestros males a un papel , ninguna constitución reemplazará la decisión personal de buscar el bien particular bajo razón del bien común”. Pero como siempre, confiar en el cambio individual a veces tiene más de voluntarismo que de realidad. Por eso, las demandas sobre qué incluir en el nuevo texto y cómo hacerlo seguirán creciendo. Un tema de esa discusión lo relevó la decana de Derecho de la U. Alberto Hurtado, Miriam Henríquez que insistió en la necesidad de una paridad de género en el “órgano constituyente” -un tema que complicó la discusión de la comisión técnica. “La paridad está íntimamente vinculada con la democracia puesto que busca el ideal de igualdad de las personas, de hombres y mujeres (…) Cualquier infrarrepresentación de las mujeres constituiría una pérdida para la democracia”, sostiene.
Pero en medio de esa discusión y del debate sobre los quórums que marcó los últimos días Luis Robert , de IdeaPaís insiste sobre un punto que es finalmente el que genera inquietudes en varios sectores: cómo el panorama actual determinará el resultado de ese nuevo texto constitucional. “En un contexto cada día más incierto, donde no sabemos si el proceso constituyente se desenvolverá en paz o con un miedo social cada vez más creciente (…) la alternativa de la ‘hoja en blanco’ será más bien una hoja muy marcada por quienes se impongan por la fuerza. En ese escenario todo puede terminar en un texto tan teórico como ajeno a las personas”, escribe, y concluye con un punto que también ha estado en la discusión por estos días: ” hoy jugar a la moderación se parece a la revolución“. Sobre esa moderación quien más ha insistido es el periodista Patricio Fernández, quien incluso propuso crear un partido “amarillo”. Y en una reveladora entrevista de Daniel Hopenhayn en La Tercera Domingo insiste sobre el punto: “De algún modo, es un llamado a la calma más que al furor. Y no tiene nada que ver con ser DC ni tibio de carácter. Todo lo contrario, para mi los blandengues son los que hoy vociferan lo mismo que todo su entorno”.
Infórmese sobre la Constitución
- Con relación a la cuestión de la “nueva” constitución que muchos, políticos, analistas, teóricos, comentaristas, de todos los signos. Dan como un hecho, sin detenerse a examinar el asunto en su real complejidad.
2. Resulta ilustrativo leer la breve pero interesante entrevista que adjunto, de D. Raul Bertelsen R. Uno de los protagonistas en la redacción de la constitución del 80.
3. D. Raúl es quizás, la voz más autorizada para hablar de ésta materia. Más aún considerando que fue presidente del Tribunal Constitucional.
Raúl Bertelsen, redactor de la Constitución de 1980: “La ignorancia que hay de los contenidos de la Constitución me parece pavorosa”.
Autor: Fredi Velásquez Ojeda
De la comisión que redactó la Constitución de 1980 sobreviven solo Alicia Romo y él. Ambos fueron rectores de universidades y se mantienen en contacto, hablando de aquella época, pero también de los tiempos que corren. Han sido testigos del estallido social y del acuerdo parlamentario que podría establecer una nueva Constitución para Chile tras casi 40 años. Los dos defienden la vigencia de su Carta Magna. En esta entrevista, Raúl Bertelsen explica sus razones.
Sentado en su oficina de la Universidad de los Andes, el abogado Raúl Bertelsen (74 años) recuerda que en 1977 fue invitado a integrar la comisión Ortúzar. El grupo de ocho juristas venía trabajando desde 1973 por encargo de la junta de gobierno militar en la redacción de una nueva Constitución política. Una Carta Magna que se ratificó en 1980 mediante un cuestionado plebiscito, con la firma de Augusto Pinochet. De ahí el simbolismo que adquiere el origen del texto en la discusión actual.
Cuenta Bertelsen que la comisión redactora se llegó a juntar seis veces a la semana en el Congreso de Santiago. Eran reuniones matinales con Enrique Ortúzar, ex ministro de Jorge Alessandri, a cargo del grupo de personas que discutió el texto que hasta hoy le da forma al Estado.
A la denominada comisión le sobreviven solo Alicia Romo, ex rectora de la Universidad Gabriela Mistral, y él, quien también fue rector en la Universidad de Los Andes. Ambos se mantienen en contacto, hablando de aquella época, pero también de los tiempos que corren.
Los dos defienden la vigencia de su Carta Magna.
¿Qué tan importante fue participar en la comisión que trabajó por la Constitución de 1980?
Haber participado en la redacción de la Constitución del país es indudablemente uno de los grandes desafíos académicos y profesionales que tuve en mi vida, y es, efectivamente, un logro significativo. También por haber trabajado con un equipo humano de gran categoría académica y humana. Yo era uno de los mas jóvenes con Jaime Guzmán, entonces, claro, veo cómo se han ido muriendo. Queda uno como superviviente.
¿Qué significa para usted todo el cuestionamiento a la Constitución?
Yo estoy convencido de que la Constitución ha sido muy buen instrumento de gobierno, que ha permitido la acción de presidentes de distintas corrientes políticas, los cuales no concurrieron en su momento a aprobar la Constitución, pero sí la utilizaron como instrumento de gobierno. Bajo la Constitución del 80 no ha habido grandes conflictos entre los órganos del Estado como los hubo en los años 50 y 60. El cuestionamiento revela, a mi juicio, un conocimiento muy superficial, muy ignorante sobre la Constitución. El debate ha dado la oportunidad de dar a conocer lo que realmente significa.
¿Y en eso ve algo positivo?
Sí, pero el que quiera conocer la Constitución tiene formas de hacerlo, partiendo por tener un texto y leerlo; no son necesarias las destrucciones para conocer la Constitución.
¿No piensa que la renovación es importante? ¿Que quizás esta Constitución quedó anacrónica?
En lo absoluto. Pienso que la Constitución sigue siendo un muy buen instrumento de gobierno y, al mismo tiempo, un sistema de protección de los derechos humanos muy eficaz. Es necesario que se hagan ajustes parciales, como los que se efectuaron el año 2005, pero sustituirla completamente no lo estimo necesario.
¿Siente que le han faltado defensores?
Sí. Han faltado.
¿Le ha extrañado la posición de algún político o abogado?
Prefiero no dar nombres. No quiero polémicas innecesarias, conozco muy bien personas que defendían la Constitución y ahora no lo hacen.
“Es falso que el TC es una tercera Cámara”
¿Qué elementos urgentes debía abordar la Constitución de 1980 que no estaban en la antigua institucionalidad?
Bueno, uno fue la elección del Presidente. Que fuera en dos vueltas. Después que la posibilidad del Tribunal Constitucional declarara fuera de la ley grupos que propagaran ideas violentas o totalitarias. Después, una regulación mucho más completa de los derechos humanos, el derecho a medioambiente y a la educación. Por primera vez aparece la protección a la salud, a desarrollar actividades económicas y a un recurso de protección eficaz. Es uno de los cambios mayores que, hasta hoy, nadie discute.
¿Qué discutieron sobre el Tribunal Constitucional?
Uno de los temas que se discutieron fue si se mantenía o no, porque había sido creado ya en la reforma de fines del gobierno de Eduardo Frei Montalva, en el año 70, y tuvo una mala actuación. No es un invento chileno: existe en Europa, va a cumplir un siglo y se tomaron ideas de constituciones europeas democráticas, como Alemania, Francia.
Es un punto de conflicto importante hasta ahora…
Sí, es importante, sobre el cual se dicen muchas falsedades.
¿Como cuáles?
Como que es una tercera cámara. Y no es cierto. Cuando escucho esto me da vergüenza por las personas que lo dicen. ¡Cómo pueden ser tan simples en su juicio y tan desconocedores de lo que hace el Tribunal Constitucional! Es un eslogan no cierto, que se ha repetido, pero que no tiene asidero alguno.
¿Cómo toma hoy las críticas que se hacen a esta Constitución? Todo el estallido social deriva en que el texto se pueda cambiar.
Lo que dicen se estudiará en su momento. Pero cuando empiezan todas estas acciones violentas… De la nueva Constitución no se hablaba nada, es cuestión de revisar la prensa. Después empieza a surgir la idea. La gran crítica que se hace a la Constitución es a su origen, no a su contenido. Lo que me extraña a mí es que no se tengan en cuenta dos grandes reformas constitucionales, una de las cuales me tocó intervenir, que fue a fines de 1989, para el plebiscito del No y luego en 2005, bajo la presidencia de Ricardo Lagos.
En la primera gran reforma, Pinochet y los militares lograron las cuestionadas “leyes de amarre”, en que a pesar salir del gobierno, siguieron influyendo…
Yo no sé. Los senadores institucionales eran nombrados; cuatro por el CDE, que eran los excomandantes. El Consejo de Seguridad nombraba dos de los siete del Tribunal Constitucional y los nombramientos que hicieron fueron excelentes. El expresidente Pinochet era integrante del Consejo de Seguridad Nacional y era irrelevante. El que quiera conocer la realidad tiene los elementos suficientes: prensa, las sesiones, los discursos…
¿La crítica a la Constitución de 1980 tiene que ver con la forma más allá del fondo?
Sí, efectivamente. Es cuestión de escuchar lo que se dice o se grita. En cuanto al contenido, no hay grandes críticas. Si yo dijera “hagan una encuesta y que la gente diga qué le parece mal de la Constitución”, no van a poder dar una respuesta. Un señor que hablaba en la televisión decía que se incluyera el derecho a la salud y ya está en la Constitución. Es decir, la ignorancia que hay, a mi juicio, en materia de contenidos en la Constitución es pavorosa. Por eso no deja de ser interesante este interés que ha habido por comprar ejemplares de la Constitución. Menos mal.
“Hubo libertad para escribirla”
¿Y qué le parece a usted esa crítica? Hay un cuestionamiento a la carga simbólica que la Carta Magna conlleva.
La Constitución del 80 fue aprobada en un plebiscito, con participación de la ciudadanía, y hubo libertad para votar que sí o que no. El actual Presidente votó que no. Es de las paradojas que hablan bien de la Constitución del 80. Desde su aplicación, de 1990 en adelante, todos los presidentes que han gobernado fueron personas que votaron en contra de la Constitución y, sin embargo, la Constitución les ha permitido hacer una acción de gobierno sin mayores inconvenientes.
Pero justamente se critica ese plebiscito y se plantean dudas sobre la legitimidad del proceso…
Sobre el plebiscito de 1980, conozco bien cómo se efectuó. El de 1925 no lo conocí, pero lo estudié. Comparando, el del 1980 fue mucho más democrático. Y, como le digo, hubo reformas consensuadas el año 89 y una gran reforma en el 2005, en que incluso desaparece la firma de Pinochet y es sustituida por la del Presidente Lagos.
Pero una Constitución hecha en medio de una dictadura, sin oposición, sin partidos políticos y con libertades restringidas, está sujeta a que se cuestione su legitimidad. ¿No lo siente así?
El gran argumento es este. Créeme que es este. No fueron las condiciones ideales, pero hubo libertad. Hubo una gran concentración en el Caupolicán. Habló el expresidente Frei Montalva, los comunistas mostraban carteles. El que quiso votar que no, votó que no. Y, además, si las condiciones no fueron las óptimas, la reforma de 1989 y del 2005 fueron impecables.
¿Qué condiciones podrían haber mejorado la percepción de esta Constitución?
Que hubiera partidos políticos funcionando.
¿Sintieron presión del gobierno militar?
El presidente fue una vez por razones protocolares. Envió un documento en el momento en que hubo una reunión para ver en qué estaba, pero no hubo nunca una orden de “usted ponga tal cosa”… Eso no es cierto.
El derecho a la salud, la calidad de la educación o las pensiones, ¿es justo achacarles esas demandas a la Constitución?
No. Si hay que imputar a alguien es a la legislación. Le voy a explicar brevísimamente. En materia de derechos, sobre la protección a la salud, la Constitución establece que tiene que haber cotizaciones obligatorias, naturalmente no dice que tenga que ser el 7%. Establece que pueden participar instituciones públicas o privadas, no habla de las isapres, y por eso es que en Chile hay instituciones públicas y privadas. Dice, además, que el Estado debe asegurar el acceso. Bueno, si no lo aseguran, no es porque la Constitución no lo quiera, es porque no se ha cumplido con el objetivo. En materia de seguridad social, es parecido. Dice que tiene que haber cotizaciones obligatorias. Por supuesto que no dice que tiene que ser el 10%. Lo que sí dice es que tienen que participar instituciones publicas y privadas. En materia de educación, hay libertad de enseñanza. Y la Constitución garantiza la gratuidad en los niveles básicos y medios, y en las etapas finales de la educación parvularia. Pero no dice la fórmula.
En términos económicos, se discutió sobre cómo se iba a ordenar el país. Hay un sector que cuestiona la influencia que tuvieron los Chicago Boys, considerando que eran el equipo económico del gobierno de Pinochet.
Hay que precisarlo. Se discutió y esto debió haber sido en los meses de abril y mayo de 1978, lo que se llamaba el orden público económico, entonces ahí se invitó a quienes eran los ministros de Hacienda, Sergio de Castro -que fue muy poco-, Baraona, que era ministro de Economía, y Roberto Guerra, que era el fiscal del Banco Central. Ahora, si uno ve lo que quedó en la Constitución, no establece un sistema económico. Lo que se ha dicho no es cierto, porque puede haber empresas del Estado, solo que exige que sean creadas por una ley de quórum calificado.
Pero se ha cuestionado que es un texto que sienta las bases para un neoliberalismo sin contrapesos.
No. Es una Constitución en que se limita la actividad empresarial del Estado. No se eliminaron las empresas del Estado, incluso una norma transitoria dijo que las actividades empresariales que el Estado estaba realizando se mantendrían mientras una ley no la modificara. Expresamente se mantiene en la Constitución la nacionalización del cobre, se mantiene la reserva al Estado de los hidrocarburos líquidos y gaseosos. Se hace posible la actividad empresarial del Estado previa autorización por una ley de quórum calificado. Lo que sí, es que se estableció por primera vez en una Constitución la libertad para realizar actividades económicas sujetas a la regulación real. En la Constitución del 80 no hay un capitalismo salvaje.
¿Siente que este posible cambio es necesario?
No. Estoy convencido de que la Constitución actual permite un cambio de políticas públicas destinadas a mejorar el sistema de pensiones y mejorar el sistema de salud, pero, como le digo, no veo que las propuestas que se hacen estén impedidas por la Constitución…
Más allá de la forma, como decía antes…
Bueno, si quiere seguir hablando de la forma después de 40 años, sigan hablando de la forma. A mi juicio, eso fue más que superado en la reforma del 80 y del 2005.
¿Hay alguna autocrítica que se haga respecto de la formulación de este escrito?
Uno no es adivino. El mundo en 1978 es muy distinto al de 40 años después. No existía internet y esas cosas, pero la Constitución, en algunos puntos, fue abierta. Y cuando se ocupó de la libertad de expresión, dijo que la libertad de emitir opinión y de informar sobre cualquier tema y por cualquier medio, no lo específico, entonces quedó abierto todo (…) La Constitución, además, fue adelantada a su tiempo. En 1976 casi no había constituciones en el mundo que reconocieran el derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación.
Por último, ¿es Jaime Guzmán el padre de esta Constitución, como tanta gente cree?
Me atrevería a decir que es uno de los comisionados, que tuvo una participación permanente y relevante, pero no en todos los artículos prevaleció lo que propuso Jaime Guzmán. La mayor parte hubo acuerdo, entonces, no puede decirse que es el único autor de la Constitución.