¿Nueva constitución…se justifica y necesita realmente???
¿Nueva constitución…se justifica y necesita realmente???
¡¡¡Ganó CHILE!!!
El resultado del plebiscito fue además de contundente claro: continuamos con la Constitución actual. Diferente es que como toda obra humana necesite de actualizaciones y mejoras, para lo cual existen las instancias legales que deben seguirse en el Congreso.
No permitamos que malgasten mas recursos económicos con otra aventura y que dediquen esa plata a mejorar la salud y educación de los más desposeídos.
Por tanto:
¡ Cuidado con caer en el engaño para Chile; después de los resultados!
¡ Que no nos roben el triunfo !
El triunfo es categórico; pero no fue la derecha la que ganó; ¡ gano Chile! .Fue la izquierda la que perdió; en su intento de dividirnos y atentar en forma mañosa contra la democracia.
1. ¡ Nunca más cupos reservados!
Una democracia real implica : un ciudadano = un voto.
2. No más el planteamiento de un país plurinacional . Chile es un solo país ; y nuestra cultura es la de un país mestizo; fusionado culturalmente. Un país que en su lenguaje cotidiano, ha incorporado múltiples palabras de los pueblos originarios ; el mestizaje es genético y cultural . No más divisiones que nos debilitan como nación . ¡ No más contemplaciones con el terrorismo en la Araucanía, que no representa al pueblo mapuche ! Los mapuches son tan mestizos como el resto de los chilenos. Un poco más ; un poco menos , no hace la diferencia , ¡ somos una sola nación !
3. ¡ Cuidado con los derechos sociales garantizados.! ¿ Mejoras sociales ? :
¡ De todos modos ! ;
Pero con prudencia . La bancarrota del Estado. ( Default) , por un gasto fiscal irresponsable ( Y muchas veces con una hipertrofia del aparato del estado terriblemente ineficiente; que se intenta financiar con impuestos. conduce a la miseria del Pueblo y los impuestos torpemente aumentados , a la detención del crecimiento.
4. ¡ Cuidado ! . No hagamos que esta victoria se transforme en una victoria Pírrica
Hay mucho más que decir; pero que esto sea el principio de un estado de alerta
¡ No más dedo metido en la boca ; ! . La izquierda dura no se rinde y se aprovecha de nuestra debilidad. ¡ Cuidado con un nuevo proceso constituyente que nos deje en las mismas !
Si mantenemos la estupidez que hemos demostrado; la izquierda nos seguirá engañando.
¡ Dejemos de engañarnos ; el estallido social no fue algo espontáneo ; fue algo planificado; con un objetivo específico; por una pequeña minoría, muy hábil y maquiavélica.
Calma y frialdad, al momento de tomar decisiones.
No más engaños por parte de la izquierda.
Una disputa más de fondo
Por Gonzalo Rojas S.
También hay una disputa entre el Rechazo y el Apruebo al interior de cada persona que vota Rechazo.
No nos engañemos: hay actitudes de quienes votamos Rechazo que no se condicen con nuestras convicciones. En efecto, con frecuencia no somos los que debiéramos ser.
Nos quejamos de la proliferación de textos izquierdistas, tanto en papel como en las redes, pero no nos esforzamos por desarrollar y desplegar una investigación y una divulgación equivalentes.
Criticamos el cuasi monopolio que las izquierdas tienen en la docencia en Humanidades -profesores de historia, de lenguaje, de filosofía, etc.- pero cuando un hijo plantea la posibilidad de dedicar su vida a esas tareas, se le disuade con argumentos sociales y económicos.
Apuntamos con el dedo a las ONGs que desde el extranjero y desde Chile, con platas estatales y particulares, financian desde la sublevación en la Araucanía, hasta los grafittis de muros en poblaciones, pero cuando llega el momento de poner las lucas para apoyar iniciativas de bien, en fin, hay otras prioridades.
Criticamos la penetración cultural de las izquierdas en nuestros ambientes, pero no tenemos reparo en permitir que la ideología de género cope universidades católicas o que los homenajes a grupos musicales que predican el odio figuren en la agenda de prestigiosas universidades privadas.
Exigimos que las derechas se unan para enfrentar elecciones y desafíos legislativos, pero no trepidamos en aceptar que regalen la cancha al adversario vulnerando el derecho y las instituciones… con tal de parecer unidas.
Renegamos de nuestra historia desde 1973 en adelante, venerando a jóvenes intelectuales que no han comprendido la radicalidad de las disputas con el marxismo, incluso a pesar del 18 de octubre.
En fin, abandonamos la Patria -platas que se van, personas que se van- porque no vaya a ser que haya que enfrentarse de nuevo a una crisis terminal.
Si todo esto no se corrige, un resultado electoral positivo no servirá de casi nada.
Metáforas
Por Juan Ignacio Brito
Antes de mostrarse arrepentida, la animadora del evento “cultural” en Valparaíso acusó a los “bots del Rechazo” de ser incapaces de comprender que el acto del colectivo trans Las Indetectables era una “metáfora”. Quizás su soberbia le impidió ver que era ella la que no entendió: todos captaron muy bien la alegoría.
Porque la “performance” no fue otra cosa que una metáfora del octubrismo. Desde 2019, la sociedad contempla cómo los extremistas incendian, amenazan, cancelan, golpean, insultan y destruyen a su antojo todo lo que huela a tradición, pasado, “neoliberalismo”, propiedad privada, urbanidad, respeto institucional y costumbres.
Nos hemos convertido en rehenes de un grupo de afiebrados. La quema de buses, estaciones del Metro, museos e iglesias; la destrucción del mobiliario urbano; el asalto a estatuas de próceres; el saqueo de locales comerciales; el pintarrajeo garabatoso de cuanto muro encontraron a su paso; los actos “culturales” ordinarios; las provocaciones a la policía; la larga toma del INDH; las agresiones de los “overoles blancos” en distintos liceos; la cancelación de las voces disidentes; los bloqueos del tránsito; el matonaje de “el que baila pasa”; las “visitas” en cicletadas masivas a casas de autoridades; las funas y amenazas; los episodios vergonzosos durante la Convención…
¿Pudo alguien pensar que de este conjunto alarmante de “metáforas” emergería un resultado aceptable? No es casualidad que de un embarazo brutal como el descrito haya nacido un imbunche constitucional como el que votaremos este domingo. Un texto que más parece un recetario para destruir al país que una ley fundamental para rescatarlo.
Para algunos, la propuesta de la Convención y el proceso que condujo a su redacción representan el grito liberador de un pueblo aherrojado por décadas que rompe sus cadenas. Pero hay razón para creer que es, simplemente, el reventón impune de una minoría radicalizada que actúa ante la perplejidad de una mayoría que quiere cambios y una élite acomplejada luego de años de desidia y ombliguismo.
La reacción ante la “metáfora” de Las Indetectables es una nueva señal del hartazgo creciente con el octubrismo. Ya antes vimos aberraciones similares en marchas o programas de TV. La diferencia es que ahora ya no existe estómago para seguir soportando insensateces. Hasta el gobierno se vio forzado a condenar el acto, quién sabe si por convicción o necesidad. Como sea, la reacción de La Moneda evidencia que se ha ido perdiendo la paciencia con el extremismo. Por supuesto, el test ácido respecto de este cambio de actitud lo rendiremos este domingo en el plebiscito constitucional. Allí sabremos si existe o no una mayoría hasta hoy silenciosa que ponga atajo al descaro de los enfervorizados y comience el difícil retorno al sentido común.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera, el miércoles 31 de agosto de 2022.
Chile de rodillas
Por Vanessa Kaiser
Hace unos días alguien me contó su conversación con un venezolano, chofer del transporte, sobre la situación del país. Asombrado quedó cuando entre las miradas por el espejo y las maniobras automovilísticas le dijo que estaba seguro de que el 18 de octubre no había sido obra de los chilenos. “¿Por qué crees eso?”, le preguntó. La respuesta nos podría dejar un par de horas masticando: “Porque los chilenos son cobardes”.
Tenga o no tenga razón, la verdad es que no hay que ser sociólogo ni miembro de algún servicio de inteligencia para reconocer que, desde hace un tiempo, una gran mayoría de chilenos está de rodillas, afectada por el mal de la cobardía. Algunos, como Sergio Micco, han dado señales de empezar a recobrar algo del coraje perdido, diciendo verdades incómodas y levantando dedos acusatorios en contra de esos que, siendo minoría, han capturado gran parte de nuestras instituciones al punto de haber logrado que se plebiscite un proyecto que desmiembra el país, destruye los fundamentos de la democracia y enemista a los ciudadanos. Hagamos una breve reseña de la historia reciente de nuestra cobardía.
Comenzó cuando los que hoy gobiernan se llamaban pingüinos y reclamaban por la calidad de la educación, movilizando a estudiantes que perdieron varios meses de clases y no consiguieron otra cosa que empeorar su propia educación y la de todos sus compañeros. Su mejor representante es el Presidente Boric, que ni siquiera tiene título universitario. Ya en esos tiempos la clase política y los profesores de vocación se pusieron de rodillas permitiendo que el desmadre y la violencia se impusiera como forma de conseguir las demandas políticas de la extrema izquierda. ¿Era la calidad de la educación una demanda de la izquierda? No, ese, como siempre, fue solo el disfraz. Lo que ellos buscaban era la captura de una generación que sirviera a sus propósitos políticos. Y lo lograron. La semilla del octubrismo se sembró con la incorporación a las universidades de miles de estudiantes que se transformaron en la materia prima para el adoctrinamiento. Desde entonces se impuso en las universidades el asambleísmo, punta de lanza del PC y movimientos afines. Y es que muchos de esos jóvenes, por su pésima base escolar, poco estudiaban; más bien convirtieron a las universidades en un campo de batalla política. Esa es la generación que no solo silenció y atemorizó a compañeros, profesores, decanos y rectores, sino que tiene hoy a Chile completo de rodillas. Ellos son el piso y oxígeno de la revolución.
Del octubrismo nació el mal llamado “mamarracho”. Y digo “mal llamado” porque estamos frente a un diseño institucional que presenta equilibrios perfectos entre la política identitaria, la ecotiranía, la cultura de la cancelación y los objetivos del marxismo clásico. ¿Cómo llegamos al punto de plebiscitar el fin de la integridad territorial del país, de la democracia, del Estado de Derecho y de la igualdad política entre los ciudadanos? Estando de rodillas frente a un grupo llamado Primera Línea -héroes del Festival de Viña- y de sus comparsas terroristas. La señal más clara de la genuflexión nacional ha sido nuestra incapacidad de llamar por su nombre los sucesos del 18-O. ¿Se imagina que, por ejemplo, en Nueva York, Madrid o Berlín, se quemen un edificio, iglesias y varias estaciones de metro al unísono y las autoridades le hablen a la ciudadanía de un “estallido social”? Evidentemente, en cualquier país del mundo desarrollado eso se llama terrorismo.
Fue la genuflexión de las autoridades ante la masa de indignados por la falta de servicios públicos y descaro de ciertos sectores políticos y empresariales la que impidió que se diera el tratamiento que correspondía al terrorismo, primero, y a las agrupaciones violentas, después.
En el contexto descrito, las FF.AA. y de Orden han tenido que hacerse cargo de la falta de voluntad política para poner un límite a la violencia en las calles y al avance del narcoterrorismo, al punto que peligra la supervivencia de Carabineros, el Ejército se defiende de ataques a sus regimientos con chorros de agua y la Armada permanece en silencio sepulcral frente al retiro de la estatua de José Toribio Merino y los ataques políticos y judiciales a varios de sus miembros. Solo falta que la Fuerza Aérea se transforme en Uber de inmigrantes ilegales. No, no es una caricatura, es perfectamente coherente con el proyecto de Nueva Constitución.
La ciudadanía también está de rodillas. No alcanza a ver que la destrucción de Carabineros es siempre un objetivo del marxismo, que la plurinacionalidad es una estrategia del socialismo bolivariano para transformar a Chile en tierra del narcotráfico y abrir posibilidades a la recuperación de los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico, ni que la “sodomización” de la bandera es un acto de pornoterrorismo. Si le quedan dudas puede leer la obra de Diana Torres y Pablo Raijenstein. Estos “grandes pensadores” explican que: “El pornoterrorismo no sólo es un arma discursiva, sino una práctica de desobediencia civil y sexual que nos muestra que mientras tengamos cuerpos, perseverar en la sumisión social nunca será una salida.” ¿Por qué nadie en la esfera pública lo explica? Porque muchos periodistas adhieren al octubrismo, otros no van a arriesgar el pellejo y la minoría que aún pueda adherir a cierta ética profesional, vive arrodillada.
Con todo el país de rodillas, la revolución goza de buena salud. Si no fuera por el desmadre de los representantes del Apruebo, probablemente, sería incontenible. Así las cosas, la llama de la esperanza se mantiene encendida gracias a unos pocos sujetos funados bajo las rúbricas de “extremos” o “amarillos” y, más recientemente, la rebelión de una parte del Deep State que filtró el nexo entre Héctor Llaitul y el gobierno a través de su ministra de Desarrollo Social, Jeanette Vega. Es de esperar que el ejemplo dado por miembros de la PDI reviva el coraje de muchos y que las mayorías decidan ponerse de pie para rechazar la violencia, el octubrismo y un proyecto que sepultará por mucho tiempo el destino de los chilenos bajo los escombros a los que nos va a reducir un triunfo del socialismo del siglo XXI.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el martes 30 de agosto de 2022.