¿Nueva constitución…se justifica y necesita realmente???



¿Nueva constitución…se justifica y necesita realmente???

ANÁLISIS DEL PLEBISCITO DEL 04. SEP. 2022

Por Daniel Arellano Walbaum

Como primera reflexión del contundente triunfo de la opción “rechazo” en el plebiscito del 04 de septiembre, es que nadie se lo esperaba.
Si bien unas pocas encuestas se acercaban a un 59% favorable a esa opción, estas eran consideradas “exageradas y poco realistas”.
Había variables que dificultaban los pronósticos, tales como la obligatoriedad del voto, los relatos en las redes sociales de ambas opciones, la inclinación de los medios de comunicaciones masivos hacia la opción “apruebo” y la desvergonzada participación del gobierno, liderada por el presidente de la república, defendiendo la opción que les era necesaria para desarrollar su programa de gobierno, es decir, aprobar la propuesta de la Convención.
¿Qué sucedió? Ensayaremos de dar una respuesta o una probable explicación a este “curioso” comportamiento del pueblo chileno, que de curioso no tiene nada si se analiza desde la perspectiva del inconsciente colectivo nacional, es decir, de esa fuerza que nos une como chilenos y que se entiende como una percepción formada por vivencias acumuladas en el devenir de una comunidad y que es transmitido inconscientemente de generación en generación, o en un grupo afín. Es un conocimiento profundo, que dice relación con la supervivencia y naturaleza del hombre, y que da cuenta de aquellos atributos derivados de la larga evolución del ser humano, como son, la cooperación, solidaridad, altruismo, justicia y la creatividad.
Este conocimiento profundo que nos une como chilenos, un pueblo mestizo forjado a partir de la llegada de los españoles, tiene como marco la geografía, resaltando la cordillera y el mar, que nos impone un aislamiento que no es fácil de superar. Agreguemos terremotos y desastres naturales, que definen al pueblo chileno como “hijos del rigor”, en una tierra en donde nada es fácil. Esa impronta nacional, ese inconsciente colectivo que lleva más de cinco siglos de gestación, no es posible de manipular o cambiar por medios físicos o construcciones culturales humanas. Y esto último fue lo que la Convención Constituyente intentó hacer.
Por mencionar algunas, entre muchas otras aberraciones, trataron de imponer una “plurinacionalidad” ficticia y sin fundamento; la destrucción de la instituciones republicanas; ignorar y denostar nuestros símbolos, costumbres y tradiciones; generar una división cultural entre chilenos; acabar con la propiedad privada e imponernos una cultura de asesinos permitiendo la muerte de seres indefensos como los niños que están por nacer o los ancianos. Ante esas intenciones, el pueblo chileno reaccionó en defensa de sus libertades y del sentido común, rechazando una propuesta aberrante, indecente y destructiva de la nación.
La contundente victoria, por amplio margen, de la opción “rechazo” en todas las regiones y en 338 de las 346 comunas del país es elocuente y permite desechar, completamente, lo que la propuesta de constitución ofrecía. El pueblo chileno, guiado por su inconsciente colectivo, sabe que la actual constitución es buena, le ha sido útil para desarrollar su proyecto de vida, permite otorgar paz y tranquilidad (otra cosa es que los gobiernos no cumplan la obligación de mantener el orden público), ha logrado el desarrollo del país y permite efectuar los cambios necesarios para adaptarse a nuevas circunstancias mediante un proceso de “evolución” y no de “revolución” (tarea en la que los políticos han sido ineficaces).
¿Qué debemos hacer o cuáles son nuestras tareas ahora?
En primer lugar, cuidar lo que tenemos. Este es un país difícil, con recursos limitados y una geografía complicada.
Como segunda tarea, mantener y fomentar nuestras tradiciones y costumbres, que tienen una historia de más de cinco siglos, en donde se ha derramado sangre, sudor y lágrimas. Tenemos nuestra propia forma de hacer las cosas y no necesitamos recetas ni ideologías de origen extranjero que tanto daño han causado a nuestra convivencia nacional. Creamos en nosotros mismos.
Una tercera tarea es reconocernos como nación forjada con el aporte de muchas culturas, en un territorio diverso, bello y desafiante, en donde toda dificultad, dado nuestro aislamiento geográfico, tenemos que resolverla con nuestros propios recursos.
Y lo esencial: reconozcamos el valor que cada uno aporta al desarrollo de nuestro país, niños, jóvenes, adultos y ancianos, que representan el futuro, la fuerza, el vigor y la experiencia. Todos tenemos un lugar y algo que aportar.

Miremos con esperanza el futuro y mantengamos la alerta ante personas con ideas destructivas de nuestra nacionalidad, rechazándolas con la misma fuerza que rechazamos esta aberrante propuesta constitucional. Para ello exijamos a nuestros líderes políticos buenos candidatos que nos representen y supervisemos sus acciones. Con la fuerza de un lápiz y un trazo, podemos cuidar nuestra Patria, tal como lo hicimos el 4 de septiembre pasado.

Vea el costo de un nuevo proceso:

https://twitter.com/CHILENOSCORAZON/status/1567728082999513088?t=zL3lhD6P5AJpQzewgTkcBg&s=08: