FORMAS DE CONMEMORAR



FORMAS DE CONMEMORAR

Por  Humberto Julio Reyes

Hará cosa de un mes atrás, un amigo con quien mantengo continuo y franco intercambio de opiniones sobre la contingencia, me confesaba que estaba tratando de imaginar cómo desarrollar una columna de los 50 años para un medio de circulación nacional.

Él quisiera invitar a conmemorar no sólo los horrores, como se presume que lo hará el relato “oficial” y programa asociado, sino también los errores cometidos por él mismo y los partidarios de la Unidad Popular.

Aclaro que se trata de un “converso” que, si bien reconoce lo equivocado que estuvo, tampoco  puede olvidar lo sufrido a consecuencias de ello, cosa que me parece absolutamente comprensible.

Dicho de otra manera, en cierta forma lo comparo con Rojas y Ampuero que han hecho reiteradamente su mea culpa pero sin jamás concederle algo positivo al Gobierno Militar.

A estas alturas permítanme una pausa “etimológica” sobre el sentido de una conmemoración (con memoria) recurriendo a términos sinónimos que a veces pueden implicar formas muy distintas de hacerlo.

Cito los que he encontrado para conmemorar:

Celebrar, rememorar (revivir), evocar, recordar, festejar y solemnizar.

Puse entre paréntesis “revivir” ya que sería la diferencia de rememorar con simplemente recordar ya que uno puede tener muchos recuerdos pero no necesariamente los “revive” rememorándolos.

Pareciera entonces que el simple recuerdo es neutro, pudiendo ser malo o bueno, pero todos los otros sinónimos de conmemorar encierran un sentido positivo.

Se celebra el aniversario de matrimonio o los cumpleaños; se rememora una gesta gloriosa; se evoca el perfume o la voz de un ser querido que ya no está; se festeja un triunfo deportivo o académico y se solemniza con un Te Deum u otra ceremonia laica.

¿Tendría sentido rememorar tristes recuerdos como el mal recibido en forma injusta o abusiva?

¿Alguien recuerda o ha oído hablar de conmemoraciones de la Guerra Civil de 1891 o anteriores revoluciones?

Por ello estoy con quienes sostienen que es tarea de los historiadores registrar los hechos, tal como recientemente lo hizo Gonzalo Rojas Sánchez en brillante “clase magistral” virtual, sin intentar tampoco imponer una visión o interpretación en particular ya que ésta siempre podrá ir siendo modificada como producto de sus investigaciones.

Todo lo hasta aquí expresado me lleva a concluir que, en mi modesta opinión, nada habría que conmemorar, al menos en público o en forma oficial, pudiendo los simples ciudadanos optar por alguna de sus formas “sinónimas”.

Habrá quienes celebren con champaña, quizás en la privacidad de su hogar; otros evocarán a los caídos de ambos bandos, en misa los creyentes o visitando sus tumbas; seguramente muchos reflexionarán respecto a los errores cometidos antes y después del 11 de septiembre de 1973; ¿pero “revivir” agravios? ¿con qué fin sino para eternizar divisiones?

¿Algún nostálgico de la Unidad Popular, no renovado como los socialistas, por puro masoquismo rememorará lo sufrido a partir del 11, toda vez que la conmemoración es sólo a partir de esa fecha?

En estos ya casi 50 años, cada vez que me preparaba para asistir a la tradicional misa por los caídos (todos) evocaba inevitablemente a los que conocí y murieron el mismo 11 y posteriormente, a los que no conocí salvo por aparecer en los listados de bajas, en su mayoría jóvenes soldados de planta o conscriptos que se limitaron a cumplir con su deber, obedeciendo las órdenes de sus superiores.

No deliberaron ni complotaron ni conformaron una asociación ilícita para delinquir. Al igual que sus superiores, y a diferencia de los políticos, nada hicieron para producir la peor crisis interna del siglo XX pero perdieron la vida a causa de ella.

A los caídos en acto del servicio se agregan los fallecidos en prisión y los que actualmente están privados de libertad o procesados en interminables instancias judiciales.

¿Cómo podría conmemorar y sumarme de esta forma a quienes apelarán a la victimización para ocultar errores y responsabilidades?

Estoy con los que ya han dicho basta y quien quiera rememorar con conocimiento de causa puede recurrir al libro de su historiador favorito, si lo tiene, y quedar satisfecho con su versión.

20 de abr. de 23