GABRIEL BORIC, LAS FUERZAS ARMADAS Y LOS 50 AÑOS DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
GABRIEL BORIC, LAS FUERZAS ARMADAS Y LOS 50 AÑOS DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
Por : Richard Kouyoumdjian InglisVicepresidente Directorio AthenaLab y director de la Liga Marítima de Chile
Echo de menos un “nunca más” de los políticos de izquierda y derecha, asumiendo sus responsabilidades por la crisis que generaron en el 73 y años previos, una crisis política, social y económica que no fueron capaces de resolver en tiempo y forma, y que no fue generada por las Fuerzas Armadas.
Estamos en junio de 2023, un mes en donde hace 50 años se produjo la primera acción militar en contra del gobierno de Salvador Allende. El 29 de junio de 1973 se alzó el regimiento blindado N°2 al mando del teniente coronel Roberto Souper. Fue una acción aislada, mal planificada y que fue fácilmente sofocada por el mismo Ejército de Chile. Sin embargo, esta acción reflejó muy bien el ambiente de crispación, odio y violencia que había en Chile hace 50 años y la grave crisis institucional que vivía la república.
El 11 de septiembre de 1973 se realiza una operación militar conjunta y con el apoyo de las policías que buscaba neutralizar a un enemigo interno, lo que no es entendible en los días de hoy, pero totalmente razonable bajo la lógica de la guerra fría en la que se enfrentaban la URSS y sus aliados contra los EE. UU. y sus amigos. El problema es que en Chile de 1973 tanto EE.UU. como la URSS a través de Cuba interfirieron abiertamente en los asuntos internos del país obligando a que unos tomaran un bando y los otros el opuesto, y todos conocemos los muy lamentables resultados cuando se aplica una solución militar a un problema político, pero que producto de la incapacidad del sistema institucional sobrepasado, la situación estaba pronta a terminar en una guerra civil, distinta a la que se vivió en 1891, pero que podría haber tenido consecuencias similares en términos de chilenos muertos.
Los hechos ocurridos se deben analizar en el contexto de esa época y quizás sólo los mas viejos realmente entienden lo que ocurrió en el Chile del 73, un Chile en donde generales y almirantes, en servicio activo, habían sido incorporados al gabinete como ministros de Estado, en donde las fuerzas armadas peinaban el país aplicando la ley de control de armas y adicionalmente estaban siendo requeridas para el control del orden público afectado por los extremos políticos y sus brazos armados. Chile en el junio de hace 50 años era un desmadre político, social y económico, y el ejecutivo estaba lejos de bajar la pelota al piso, y ello en gran medida porque tenía un bajo respaldo político, era minoría en el Congreso y solo había sido elegido por un tercio del electorado.
50 años después la situación quizás no califica para desmadre, pero perfectamente puede ser calificada de muy compleja, al punto de que las fuerzas armadas están siendo empleadas en forma permanente en la macrozona sur y en la norte, con provincias como las de Arauco, Biobío y la región de La Araucanía bajo mando militar por más de un año, y tropas desplegadas en la frontera norte bajo la aplicación del concepto de infraestructura crítica. La presidencia al igual que la de Allende, tiene un bajo nivel de soporte y está bajo mucha presión para dar soluciones a los problemas de seguridad en las ciudades de Chile, a la insurgencia que asola la macrozona sur, y a la inmigración y crimen transnacional que trata de aprovecharse de nuestras extensas fronteras en el norte.
Gabriel Boric al igual que Salvador Allende, 50 años antes, usa a las Fuerzas Armadas para fines de seguridad interior y los deja a cargo de zonas que están bajo excepción constitucional o declaradas como críticas, como es el caso de la frontera con el Perú y Bolivia. Se saca fotos con los mandos en jefe y los felicita por el trabajo realizado, los invita a ceremonias donde en ocasiones se ven expuestos innecesariamente a temas de orden político, propios de la contingencia que estamos viviendo, y permite que las actos conmemorativos de los 50 años se metan dentro de los cuarteles como son los emblemáticos casos del memorial que se quiere instalar en el Regimiento Copiapó o la reciente visita a la Isla Dawson de quienes estuvieron presos en el lugar acompañados de sus familiares.
No andemos reclamando después si la política se mete a los cuarteles o si los militares se ven involucrados en temas políticos, ya que, desde hace algún tiempo, y no solamente en este gobierno, los estamos llevando en esa dirección, siendo que deberíamos estar haciendo exactamente lo contrario. Nuestra historia demuestra empíricamente que cada vez que buscamos la ayuda de las fuerzas armadas para temas que no les son propios terminamos mal, tal como lo demuestra la guerra civil del 91, o en la historia del siglo 20, la crisis política que va del 25 al 33, y la antes mencionada toma del poder en el 73.
Los mensajes que vienen del mundo militar no desconocen lo ocurrido en el pasado. Las nuevas generaciones piden mirar al futuro y no quedarse pegados en lo que ocurrió hace 50 años donde como personas no tuvieron ninguna participación, ya que la gran mayoría ni siquiera había nacido.
Los 50 años del 11 de septiembre, en la forma en que lo está abordando el gobierno es peligroso, pues para satisfacer al 30% de la población que representan sus adherentes, está incomodando a una gran mayoría, exacerbando las divisiones y reviviendo el clima de odio, violencia, intolerancia y ruptura de la convivencia que se vivió durante el gobierno de Allende.
Si van a recordar el pasado y celebrar a Salvador Allende, por favor, háganlo sin forzar a las Fuerzas Armadas a ser parte de esas actividades. Las Fuerzas Armadas son de todos los chilenos y así deben permanecer.
Para cerrar, solo echo de menos un “nunca más” de los políticos de izquierda y derecha, asumiendo sus responsabilidades por la crisis que generaron en el 73 y años previos, una crisis política, social y económica que no fueron capaces de resolver en tiempo y forma, y que no fue generada por las Fuerzas Armadas.
Publicada por El Mostrador
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