EL FENOMENO DEL NIÑO
EL FENOMENO DEL NIÑO
“Parece que no era tan niño”
Las imágenes que ningún chileno pudo haber dejado de ver dan cuenta de la brutalidad de los daños ocasionados tanto a las personas, como a sus bienes materiales; y en la destrucción de campos y ciudades, afectando gravemente la conectividad de pueblos y localidades, dejando a muchas familias aisladas, privadas de energía eléctrica, agua potable, comunicación, etc., etc., con el agravante de que muchas de las personas siniestradas ya en el mes de junio, han vuelto a perder lo poco y nada que habían alcanzado a recuperar. Todo parece indicar que el mentado Niño, no era tal, muy lejos de la imagen del niño de carne y hueso. Cabe agregar, coincidente o no, a los desastres naturales se suman los del ámbito político, en especial al capitán del buque que ha perdido la maniobralidad del timón y está apunto de conducirnos a un arrecife. Por si fuera poco el aumento de la cesantía y el encarecimiento de la canasta familiar, como consecuencia de este “Niño” demasiado travieso e hipercinético, tiene a gran parte de los chilenos con la soga al cuello.
Pero aun así, los acompañantes del piloto Elmer no parecen darse cuenta, en especial el ministro de Hacienda, que todo lo encuentra muy bien, parejito ─parodiando al Coco Legrand─ que al parecer ha mostrado una vena roja que no se le conocía, lo que habla muy bien de los antiguos consejeros del Banco Central que lo tenían mimetizado. Hasta el más iletrado tenía conocimiento lo que se venía con el Niño, lo decían todos los días los medios de TV hasta la saciedad, “pero como si no lloviera”. Había que esperar que quedara la crema en las regiones afectadas para que se movilizaran los diferentes ministerios y su majestad declarara el Estado de Catástrofe (E. de C.) ─según lo que escuché y leí por siete días─ cuyo decreto hasta este momento no ha sido publicado en el Diario Oficial. ¿Se le habrá olvidado al mandatario? Como afirma un viejo y querido amigo, nada que haga el Gobierno es improvisado, por muy malo que sea, todo está debidamente estudiado. No olvidemos que el actuador embajador en Brasil decía que había que meterle inestabilidad al país para alcanzar el poder, y su ex calvo ministro felicitaba y agradecía por Twitter a los “cabros” por saltar los torniquetes.
Toribio que no tiene pelos en la lengua, afirma que de ex profeso el Gobierno no lo ha hecho. El presidente con aprobación del Congreso lo puede hacer incluso por más de un año, pero que este órgano lo puede suspender a los 180 días si las condiciones que motivaron su declaración han sido superadas. Y aquí viene la papa: Declarado el E. de C. las zonas quedarán bajo la dependencia inmediata del Jefe de la Defensa Nacional que designe el Presidente de la República, quien asumirá la dirección y supervigilancia de su jurisdicción con las atribuciones y deberes que la ley señale. El presidente puede restringir las libertades de locomoción y de reunión; disponer requisición de bienes; limitaciones en el ejercicio de propiedad y adoptar todas las medidas que sean necesarias para el pronto restablecimiento de la normalidad en la zona; medidas que pueden ser delegadas total o parcialmente en los Jefes de la Defensa Nacional, en virtud de las cuales tienen una serie de deberes y atribuciones que están contemplados en la Ley Orgánica Constitucional. ¿Se imaginan Uds. el temor del Gobierno que bajo estas circunstancias alguien se salga de madre? Con Gobernadores, representantes del presidente y el resto de las autoridades metidos a la fila. Eso no pasaría, obviamente, pero prefieren que el caos perdure por más tiempo antes de asumir ese riesgo.
Muy a menudo se escucha que Carabineros se demora en concurrir cuando una urgencia o emergencia le es solicitada, en igual forma que las instituciones de la Defensa Nacional, o bien, que estas no actúan haciendo uso de sus armas de fuego como acaba de ocurrir en la macrozona sur. Pero ello no obedece a desidia o falta de voluntad. Pruebas al canto.
En 1930 la población total de Chile era de 4.200.000 habitantes y Santiago, según el Censo superaba levemente 700.000 personas. La dotación de Carabineros de Chile eran 6.000 individuos, es decir 1,4 policías por cada mil habitantes, muy próximo a lo que los organismos internacionales consideran por cada 1,000 personas, que es 1,8; cifra que fue determinada en base a un promedio elaborado por la ONU. En la actualidad, la población de Chile es aproximadamente 20 millones y la dotación de Carabineros es alrededor de 55.000 individuos, lo que daría una cifra repartidora de 2,7 policías por cada mil habitantes y que aparentemente estaríamos mejor que el promedio de la ONU. Pero una vez más la ONU recomienda políticas que no reflejan la realidad de cada país. La dotación no obedece a un estándar formal y no es una constante universal como pretende dicho organismo, sino depende de la realidad de cada nación en cuanto al contexto demográfico, geográfico, y de las condiciones de seguridad existentes. Sin perjuicio de lo anterior, está claro que el Chile de hoy es muy diferente al de 100 años atrás, no tan solo por el aspecto poblacional, sino por el desarrollo económico, modernización del país y exigencias de seguridad muy superiores a las existentes hace un siglo, lo que trae como consecuencia alcanzar por lo menos una proporción que permita satisfacer ampliamente sus necesidades. Toribio da fe en tiempos pasados de la cercanía de la población con Carabineros de Chile, su presencia permanente en los barrios era percibida favorablemente hace varias décadas, de hecho tuvo la oportunidad de conocer la 4ª. Comisaría de Carabineros por estar jugando a la pelota en la calle.
En cuanto al Ejército, y me imagino que en las otras instituciones ocurre un problema similar, si bien la modernización ha alcanzado altos niveles así como en la preparación de su personal ─lo que no tuvimos oportunidad de vivir las viejas generaciones─ es obvio que a partir de mediados de la década de 1980 se ha ido materializando un progreso constante, sin embargo, la autoridad política ha tomado decisiones nefastas afectando la seguridad de la nación ─según piensa modestamente Toribio─ cual fue la eliminación del Servicio Militar Obligatorio y la disminución drástica del contingente llamado a cumplir con esta obligación. Hace unos decenios cerca de 20.000 jóvenes eran llamados anualmente a cumplir con la ley, en la actualidad apenas superan los 6.000, lo que ha obligado como parte de la modernización a modificar la orgánica institucional, desapareciendo en consecuencia varias unidades regimentarías, que además dieron vida y contribuyeron al desarrollo por largos años a las ciudades donde se encontraban radicadas.
Y así hoy vemos las consecuencias. Los señores políticos y los mandos institucionales han olvidado que las Fuerzas Armadas además de rol constitucional por las cuales existen, permanentemente se les imponen otras tareas. Nuestro querido Chile ─como señalara el poeta─ es una larga y angosta faja de tierra, con una muy loca geografía, recorrida de Norte a Sur por dos cordilleras; surcadas de ríos que las atraviesan y que vierten sus aguas al mar; coronado por volcanes a lo largo de toda la Cordillera de los Andes, los cuales cada cierto tiempo no solo bostezan sino vomitan fuego y cenizas sobre las poblaciones; y por si fuera poco somos unas de las naciones más sísmicas del mundo.
En relación con su empleo operativo en la macrozona sur para enfrentar el terrorismo, mientras no se modifiquen las absurdas reglas de uso de la fuerza los problemas subsistirán, lamentablemente, con la pérdida de confianza de la población por sus Fuerzas Armadas. Los Estados de Emergencia acotados, o la protección a infraestructura crítica, ha sido la forma elegida pór los parlamentarios para lavarse las manos, eludir y enfrentar el terrorismo como corresponde, siendo incapaz de establecer el Estado de Derecho. No a las medias tintas, Estado de Sitio y operación militar como corresponde, caso contrario cada día nos acercamos más a la situación de Colombia con el narcoterrorismo incluido que ya lleva más de sesenta años y el día de mañana emulando a Petro o a Ortega, tengamos a Llaitul ocupando la presidencia.
Fernando HormazábaL Díaz
General de Brigada (R)