Cuanto aguantará el elástico y ¿Nunca más?



Cuanto aguantará el elástico y ¿Nunca más?

PERFIDUS PATIENTIA NOSTRA

Cuanto aguantará el elástico  

Toribio, desea expresar sus disculpas hacia aquellos parroquianos que lo siguen en su twitter personal por haber caído en los mismos yerros que muchas veces ha cuestionado, al tratar de forma indebida, incluso haciendo uso de la coprolalia hacia el Excelentísimo Presidente de la República y su distinguida familia. Pero, “patientia mea hoc defatigatus” después de haber escuchado esa tremenda apología de virtudes ciudadanas, patrióticas y democráticas, de un asesino confeso, Guillermo Tellier, a quien la misma justicia que con tanto rigor ha condenado y sigue condenando a militares después de 50 años, estimó que el delito estaba prescrito. Autor intelectual del atentado al Presidente de la República,  mi general Pinochet en la cuesta de Las Achupallas, un 7 de septiembre de 1986, que le costó la vida a cinco miembros de su seguridad y 11 heridos; encargado militar del brazo armado del PC, el FPMR,

Internó por Carrizal Bajo toneladas de armamento para generar una guerra civil en el país, cargamento del cual hasta la fecha solo se han encontrado dos terceras partes del embarque; gestor además del financiamiento de dicho organismo mediante el asalto a los Bancos, que eufemísticamente denominaban expropiaciones. Llamó además a rodear la pasada Convención Constituyente en un intento de desestabilizar el país: “sostuvo que surgía la necesidad de rodear con la movilización de masas, el desarrollo de la Convención Constitucional, impidiendo que las cocinas y el tecnicismo legal oscurezcan el sentido final de dicho organismo. 

Como se atreve el señor Boric a enaltecer el carácter democrático de dicho individuo y situarlo como un referente, cuando más tarde llamó a defender el triunfo del Apruebo en las calles si los porcentajes del referendo por la Constitución son estrechos. Con su slogan de “un pie en la calle y otro en el Congreso”, instó al presidente Piñera a renunciar a su cargo si no tiene la capacidad de gobernar frente a manifestaciones y llamara a nuevas elecciones, protesta por todos conocida y que si no fuera por Carabineros de Chile, La Moneda habría sido tomado por un horda de inadaptados y delincuentes.

Como puede considerarlo demócrata si ante el fallecimiento del dictador de Corea del Norte, Kim Jong II, envió el pésame de su partido al heredero en la dictadura, su hijo Kim Yong Un: “El PC expresa al pueblo de la República Popular Democrática de Corea, al Partido del Trabajo y en particular a usted y su familia nuestras condolencias por el fallecimiento del compañero Kim Jong Il”. Boric en una demostración inapelable de su descriterio y de su afinidad cada vez mayor a los comunistas ─como acertadamente lo señalara Jaime Bayly─ decretó Duelo Nacional por dos días. Pero fue más lejos aún en su velorio, demostrando cuan estúpido e irreverente puede llegar a ser el actual mandatario, al destacar al Tellier como hombre digno, orgulloso de la vida que había vivido, y hoy día, cuando estamos próximos a conmemorar 50 años, hay otros que mueren de manera cobarde para no enfrentar a la justicia, en un clara alusión al general de brigada Hernán Chacón, quien a sus 86 años optó por el suicidio antes de la humillación de sufrir una condena de 25 años, víctima de un proceso espurio como nos tiene acostumbrado la Corte Suprema.

         En su infantilismo y bobería crónica, como aludió Bayly, o producto de carencia de neuronas no se percató que además de insultar y denostar a la familia del afectado, sino a todos aquellos chilenos que han sufrido la pérdida de un familiar o ser querido por causas similares, estaba tratando de cobarde a quien se ha esmerado en seguir e idolatrar, el extinto Salvador Allende, y con ello a todos sus familiares: La senadora Isabel Allende, hija del su gurú; la ministro de Defensa Nacional Maya Fernández, hija de Beatriz Allende y nieta de Salvador Allende. Beatriz, como asesora de su padre fue mucho más radical que él, ya que abrazó la causa del Che Guevara y se quitó igualmente la vida en La Habana con un disparo, seguramente agobiada por una profunda depresión, ya sea por el desenlace del Gobierno Militar o al comprobar en carne propia la realidad cubana; no dejó nota indicando las razones, tan solo que sus hijos fueran criados por la Payita, su amiga, ex secretaria y amante de Allende.

           En lo personal, si mi madre estuviera viva diría que eres un tipo de pacotilla,  un pinganilla, pililo y peliento pese a tu condición social y “buen pasar”; ordinario y mal educado pese a tus estudios. Incapaz de culminar con éxito tu carrera en dos oportunidades; destacaste como dirigente estudiantil gracias a tu verborrea y al discurso para la galería ignorante, con la que continúas haciendo uso como mandatario. Políticamente eres de una continua inconsistencia ideológica, reafirmando lo que reconociste de no estar preparado para llegar a La Moneda ─lo que se valora tu honradez─ tal como el hecho de haber tenido gestos exploratorios en tu juventud con la homosexualidad y de padecer de problemas de salud mental. Desde tu última cuenta al Congreso y en reiteradas oportunidades has apelado a la unidad nacional, a la necesaria cohesión,  para enfrentar una nación unida al cumplirse los 50 años del Golpe Militar, pero es de la “boca para afuera”, por tu inconsecuencia y de muchos de los que te rodean que siguen alimentando el odio, la descalificación, el juicio moral, zahiriendo a quienes piensan distinto y tratando de imponer su verdad como la única y auténtica.

          Por las razones antes señaladas, apelo a las mismas palabras del recién fallecido, de quien fuiste guardia de honor –tu aproximación con el PC es irrebatible e incuestionable– junto a dos de tus ministros en sus funerales,  el inclaudicable demócrata, de quien en un verdadero epitafio señalaste: Compañero Guillermo: Gracias por tu vida entera dedicada a construir un país más justo. Gracias por tu generosidad en abrir caminos. Tomamos la posta

           Presidente Boric, le llamo a renunciar a su cargo si no tiene la autoridad para gobernar frente a su incapacidad de establecer el Estado de Derecho en la macrozona sur, combatir la delincuencia, el narcotráfico, el crimen organizado, la desbordante inmigración irregular; mantener al país en un clima de incertidumbre e inseguridad social y económica producto de su persistencia en un proyecto fracasado y repudiado por la inmensa mayoría de los chilenos en las elecciones pasadas. No le pido que sea “cobarde” porque no tendría el valor de serlo, sino que simplemente renuncie y llame a elecciones. Los chilenos no podemos continuar siendo víctima de un paciente psiquiátrico.

 

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)

 

 

¿Nunca más?

Por Juan Pablo Zúñiga Hertz 

“Nunca más”. Crecí escuchando esa pequeña frase. Sea porque crecí en el seno de una familia del otro lado de la vereda de los que repetían el “nunca más”, o bien por una suspicacia interior, la cuestión es que nunca me pareció convincente la real intención de quienes la repetían. Esta vieja frasecita, repetida como un sabroso mantra, más me sonaba a un slogan o a uno de los tantos clichés de ciertas sensibilidades.

El “nunca más” tiene en sí mismo el peso de la injusticia y el de ese sesgo implacable que hizo de la frase un lucrativo negocio. Es injusta y sesgada pues apunta a “nunca más” los eventos post 11 de septiembre de 1973, muchos de los cuales resultaron traumáticos para una parte de la nación y que no se los desconozco, pero hace precisa omisión de los eventos traumáticos de entre 1965 y 1973 que también generaron dolor y secuelas hasta los días de hoy en otro sector de la nación. Esos son los otros “nunca más” que han sido sistemática y meticulosamente silenciados.

No pretendo hacer el concurso de las “Mater Christi” y ver quién gana en ser el que más sufrió. Todo Chile sufrió y es el sesgo intrínsecamente injusto que muestra una verdad parcial el que ha extendido el sufrimiento por más de medio siglo. Ese sesgo, que ha funcionado como un dedo que insiste mañosamente en mantener la herida abierta, ha sido nefasto para la nación por su carácter divisivo. Asimismo, se insiste en él pues resulta ser conveniente para algunos, por decirlo suave. Siendo así, si todo Chile sufre, ¿cuál es la diferencia entre los unos y los otros?

La diferencia radica en que quienes sufrieron el odio, la cancelación, la violencia, la persecución, el crimen y, por qué no decirlo, la tortura, el robo y la expropiación, entre 1970 y 1973, guardan silencio. Fuimos silenciados. Nuestro pasado y el sufrimiento vivido no cuenta. Es un mito, dicen algunos. Ante ello había dos caminos: victimizarse o arremangarse las mangas y seguir adelante trabajando. La primera opción nunca fue plausible, primero porque no es parte de la naturaleza del chileno hijo del rigor y, segundo, porque al ser silenciados luego de montarse una historia en la cual nuestro sufrimiento no tiene arte ni parte, resulta imposible apelar a ello. Por lo tanto, tomamos el camino de seguir adelante.

¿Y qué hay de los otros? Bueno, la historia usted la sabe. Hubo algunos conversos, otros que siguieron su vida tal como los mencionados anteriormente y otros que decidieron aprovechar las ventajas del “nunca más”. En esta última categoría, hay dos grupos: los que rumiaron sus pesares alimentando odios a fuego lento durante décadas y otro que sacó provecho financiero y de poder político. A estos últimos los conocemos muy bien con nombre y apellido. Ahora, los del primer grupo son de aquellos personajes que siempre miraban con sospecha el desarrollo del país en décadas pasadas, aquel personaje que expelía resentimiento por doquier pero que quedaba ahí, rumiando sus odios. El problema vino con lo que podemos llamar como el “empoderamiento de los enrabiados” durante la última década que terminaron por darse un festín de destrucción en la insurrección de octubre de 2019 y acabaron muchos de ellos sentados en el poder ejecutivo o saboreando las delicias del dinero fiscal, sea a través de pitutos, sea a través de una fundación de dudosa procedencia.

Después de décadas de “nunca más” cada vez hay más personas que se convencen de que no era más que una frase publicitaria, llena de sentimientos, nostalgias, que evocaba lagrimones, pero que en el fondo estaba destinada encarnar una versión nacional del viejo lema “divide para conquistar”, metamorfoseada en “divide para lucrar”. Cuánto tiempo más seguiremos escuchando la misma letanía resulta difícil de prever. Es tanto lo que han conseguido con la frasecita del “nunca más” que me temo que ante la posibilidad de que la frase caiga en la obsolescencia, sean propiciadas las condiciones para que suceda un “otra vez” y así recomenzar el ciclo.