Política y gobierno
Política y gobierno
¿Presidente y gobierno mentiroso o ignorante?
Firman un documento que parte con una gran mentira, nuestra historia democrática está llena de interrupciones, o no saben que en estos 140 años ha habido guerras civiles de 1851, 1859 y 1891, más la caída de Alessandri en 1924 y para que seguir…
¿Cómo ex-presidentes que se suponen “cultos” se prestan para firmar una falacia?
Es muy interesante la firma del documento propuesto por el presidente Boric, del cual han adherido los ex mandatarios, cuyo mandato – en sus tiempos – fue asegurar la constitución y el estado de derecho. Vaya cosa, han firmado – seguro de buena fe e intención – pero no han sido capaces de representar que hoy no vivimos en un Estado de Derecho.
¿Cuándo será posible llegar al Estado de Derecho que todo chileno merece?
Basta ver un poder judicial que se inmiscuye en aspectos legislativos y además desde una emoción de venganza inmesiricorde, procesa, acusa y condena masivamente, hechos que bien investigados sería posible identificar a los principales responsables; también donde las presunciones, ficciones jurídicas y secuestros permanentes hacen gala y el poder legislativo y ejecutivo nada observan, bajo el cínico argumento del respeto a la independencia de los poderes. A estas alturas ¿quién puede creer en la real independencia de los poderes del Estado?
¿Quién puede creer que el actual ejecutivo y su desarticulado gobierno, tienen real vocación de asegurar La Paz y el Estado de Derecho, cuando fueron los mismos que destruyeron – con una planificada violencia – tantos bienes públicos y privados a lo largo de chile – a partir de un 18 de octubre, actividad que no ha cesado, con la inmigración descontrolada, violencia en el sur, en el norte, narcotráfico, violencia estudiantil al libre albedrío de una juventud idealista, y como si fuera poco, la seguridad ciudadana cada día más amenazada?.
La firma del señalado documento y tantos otros semejantes, nada señalan de las causas del 11 de septiembre y el deterioro irrecuperable del gobierno de la UP; nada señalan de los logros de la Dictadura, que tan feliz les hace en señalar peyorativamente; nada del aporte de las FFAA y Carabineros hoy instituciones casi decorativas, impedidas de cumplir la razón de ser de sus existencias.
Como cierre magnífico de este panorama – y en la silenciosa convicción de que Allende, no ha sido el mejor presidente de la historia de chile, concepto que se instaló comunicacionalmente, en el gobierno de Bachelet 1, hoy aparece en Gloria y Majestad Piñera, como el demócrata inigualable, donde Camila Vallejos y otras autoridades del gobierno, lo han absuelto como el tirano y violador de los derechos humanos que fue amenazado y sería perseguido en todo el mundo, por los mismos que hoy lo suben al altar de las más nobles virtudes ciudadanas. La inconsecuencia es terrible, tanto del gobierno, como del nuevo sin igual demócrata.
¿Cuántos compromisos se han firmado? El por La Paz del 15 de noviembre, donde el partido Comunista y extrema izquierda no adhirió. Etc.
¿Cuál es el plan político estratégico, que de acuerdo al compromiso firmado y comentado, hará posible recuperar el Estado de Derecho y la tan manoseada Democracia, para el Pueblo?
Pueblo, palabra mágica ocupada con falsa emoción de su preocupación por ellos, que no hace posible, que por su solo enunciado, se logren los cambios que chile, con urgencia requiere.
Firmar por la democracia, respeto a los derechos humanos, medio ambiente, respeto a los tratados y relaciones internacionales; cuidado y respeto con las emociones de los animales; etc.
Son solo palabras; no genera esperanza posible, pues para que ella exista, debe sustentarse en bases firmes que hoy chile no las tiene y lo que teníamos se ha ido debilitando con una velocidad jamás soñada.
Finalmente, se debe asumir, que la mirada y puesta en acción de la democracia, tiene grandes diferencias en su aplicación según las ideologías que les inspira, a los señalados firmantes. Ninguno de los firmantes puso como condición, volver al estado de derecho; una vez ocurrido aquello, recién firmó.
Ante tal panorama sólo podemos decir que fallan las 3 C: *Incongruencia, Inconsistencia e Inconsecuencia*, por lo tanto *Poco Creible*
*¿Quo Vadis Chile?*
Son solo palabras; no genera esperanza posible, pues para que ella exista, debe sustentarse en bases firmes que hoy chile no las tiene y lo que teníamos se ha ido debilitando con una velocidad jamás soñada.
“Moralina” frenteamplista, superioridad moral y moral objetiva
Por Vicente Hargous Fuentes
El llamado “caso convenios” destapó una fuerte crisis para el Gobierno, Revolución Democrática y el Frente Amplio en general. Una crisis que impactó sobre todo por la incoherencia entre la prédica moral savonarolesca con la que entraron en el escenario político y la práctica corrupta de sus miembros una vez que llegaron al poder. La nueva izquierda en Chile creció capitalizando la praxis de apuntar acusatoriamente a todo el mundo, a izquierda y derecha… pero a la hora de los quíhubo ni siquiera fueron capaces de reconocer sus errores, con la salida de Jackson por la puerta de atrás. Es comprensible que el escándalo haya sido mayúsculo y que genere una rabia no menor en la población. La moralina con la que se erigieron sobre el pedestal de ser superiores, de ser los puros, chocó fuertemente con la realidad de la inmoralidad más baja, llegando a extremos tan burdos que parecen difíciles de creer.
Pues bien, el debate constitucional ha puesto sobre la mesa este concepto: la moral. La moral siempre se ha incluido entre los límites al ejercicio de varios derechos fundamentales. “Que no sea contrario a la moral, las buenas costumbres o el orden público”, es una de las fórmulas clásicas de nuestra tradición constitucional. Y sin embargo, precisamente es la izquierda académico-frenteamplista la que ha abogado por eliminar este requisito. “¿De qué moral están hablando?”, nos dicen. Asumen un relativismo moral discursivo, contradictorio con la moralina que predicaban siendo oposición, que a su vez es incoherente su praxis objetivamente inmoral.
Desde que se abrió la caja de pandora de corrupción del gobierno, voces de diversos sectores políticos han hablado de un “peligro de moralizar”. Alguno podría pensar que, en ese sentido, sería mejor no hablar de “la moral” en la Constitución ¡cuando lo que falta aquí es precisamente hablar de moral! No es el exceso de moralidad lo que había en el Frente Amplio, sino inmoralidad, manifestada en la soberbia discursiva de autoconsiderarse puros, en la total ausencia de probidad de su praxis y, en el debate dentro del Consejo Constitucional, en querer eliminar el reconocimiento público de la moral como límite al ejercicio de los derechos.
Querer alcanzar un estándar ético decente mediante la eliminación de todo estándar ético es tan absurdo como querer ahorrar sin saber cuánto se gana y cuánto se gasta, o incluso mediante el despilfarro; o querer adelgazar sin criterios claros de qué comer y qué no comer. La moral nos permite saber cómo ser buenas personas, nos muestra que es mejor empeñarse de manera firme y perseverante por el bien común y que eso redunda en una mejor comunidad política.
Frente a esta clase de argumentos saltan los relativistas en sus distintos pelajes, con todo tipo de argumentos, pero en los hechos nadie se atreve a negar que los escándalos de corrupción son objetivamente algo que está mal, algo feo (ya Platón mostraba en su diálogo Gorgias que eso nos dice algo de si la acción es justa o no). Así como tampoco lo negarían respecto de ningún genocidio. Y eso es justamente porque existe un estándar objetivo, un baremo de medición, un criterio que nos permite saber si una acción es en sí misma buena o mala, con independencia de que esté permitida por ley. De hecho, algunos de los trapos sucios que han salido –como diversas contrataciones de figuras de la Convención para diversos Ministerios– no son ilegales, pero de que son feos, son feos.
A veces nos quedamos con las disquisiciones y peleas menores sobre dilemas éticos difíciles, en la dificultad para saber qué está bien o mal en uno u otro caso, y eso nos hace olvidar la cantidad inmensa de acciones que sabemos que son corruptas, feas, injustas o, en definitiva, malas. La Declaración Universal de Derechos Humanos, al igual que muchos preámbulos de tratados internacionales, reconocen “la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. El difícil derecho natural es lo que está detrás de todo esto, y es precisamente lo que falta en nuestra política y en nuestro derecho: reconocer que hay, como Sófocles pone en boca de Antígona, “unas leyes no escritas e inquebrantables de los dioses, que no son de hoy ni de ayer, sino de siempre”. Hay una moral objetiva (aunque pueda ser difícil de conocer en ciertos casos), la moral, y es importante que sea reconocida jurídicamente.
Los relativistas quieren imponer en el debate constitucional la amoralidad pública, cuando lo que necesitamos es moralidad pública. El problema del Frente Amplio no fue su superioridad moral, sino su bajeza moral. Lo peligroso no es la moral, sino la inmoralidad… Y esta es razón suficiente para reconocer constitucionalmente la moral como límite al ejercicio de ciertos derechos.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el sábado 26 de agosto de 2023.
QUE ARDA TROYA: