Política y gobierno
Política y gobierno
Incidentes en Santiago: Terroristas “conmemorando” el 11 de Septiembre:
Los peligros de la censura y la instalación del discurso único
Por Andrés Barrientos
A 50 años del fin del desastroso gobierno de la Unidad Popular, las izquierdas han puesto en marcha toda la maquinaria nacional e internacional que les da soporte al discurso único que han intentado instalar desde ocurridos aquellos hechos del quiebre institucional. Más allá de la rica y necesaria discusión que se debe dar sobre las causas, lecciones y consecuencias que nos llevó a ese episodio, me centraré en los hechos y mecanismos que siguen proliferando dentro de los aparatos de propaganda para referirse a estos temas.
Aquí es donde las palabras del Premio Nobel de Literatura, Alexander Solzhenitsyn, en su ensayo “Live not by Lies” nos trasladan a esos momentos de angustia y opresión colectivista, donde insta a comprometernos a vivir apegados a la verdad, “porque cuando los hombres renuncian a mentir, la mentira sencillamente muere”.
Ese es el llamado que Solzhenitsyn nos hace, para que efectivamente podamos detectar cuándo y cómo la manipulación política se pone frente a nuestras narices y en el caso chileno con recursos de los contribuyentes. Por ejemplo, bajo la sutil instalación por decreto de una comisión contra las noticias falsas o “fake news” por parte del Ejecutivo, ésta efectivamente puede suponer en un futuro la instalación de reglamentaciones para suprimir la libertad de expresión de los ciudadanos o medios de prensa. En su primer informe, cita una investigación de Valenzuela et al. (2019) que concluye “las personas de tendencia derechista más propensas a creer en noticias falsas que las de tendencia izquierdista” ¿Cuál es la barrera? ¿Cuál será el límite futuro de esta comisión asesora? Independiente de esas preguntas, es complejo el precedente que se instala dentro del discurso de lo público.
Por otra parte, sobre el fin del gobierno de la Unidad Popular, más que sacar las lecciones de los hechos de la época y condenar los excesos de toda índole vinculados al uso de la violencia política o vulneraciones a derechos humanos, los sostenedores de las izquierdas han realizado una campaña sistemática para esconder toda la verdad. En ello, el gobierno chileno ha dispuesto más de 1.100 millones de pesos para conmemorar dicha fecha, solo para efectos de propaganda, eventos y actividades de su ideología y visión excluyente de la historia, sin contar las entregas que se hace año a año vía ley de presupuestos a instituciones vinculadas con la instalación de un solo relato o discurso, como es el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que desde 2011 ha recibido más de 21 mil millones de pesos por parte de los contribuyentes, con el beneplácito del congreso nacional e independiente del color de gobierno de turno.
Asimismo, dentro de las declaraciones de prensa o vocerías de gobierno, los discursos han estado centrados en sembrar la división dentro de la población. Fue el mismo Presidente de la República, Gabriel Boric, quien comparó el fallecimiento de un dirigente del PC con un brigadier en retiro que se quitó la vida a los 86 años tras ser acusado de asesinar al cantautor Víctor Jara, señalando que: “Teillier murió como un hombre digno; hay otros que mueren de manera cobarde para no enfrentar a la justicia”.
Esa falta de reconocimiento del desastre político, económico y social provocado por el gobierno de la Unidad Popular, se evidencia en las nuevas generaciones de la izquierda radical, así lo explicita también el exsubsecretario, José Miguel Ahumada, donde enaltece el rol de Allende en dicho gobierno y ve de manera insólita como un gran desafío reivindicar la agenda de dicha época, señalando que: “La UP no fue un gobierno preso del ‘maximalismo’, sino la continuación del largo camino de la construcción (aún inacabada) de una república democrática” (Jacobin, 2023).
Tras visitar los más diversos memoriales o museos en Europa del Este y comparando los que se han instalado en Chile se puede evidenciar esa falta de apego de nuestros compatriotas para establecer una lectura amplia a los fenómenos que han dividido nuestro país. En Tallinn, Estonia, pude visitar el Museo de la Libertad, donde se enseña a las nuevas generaciones la importancia sobre la protección de la democracia y la libertad, así también el emotivo e imponente Memorial de las Víctimas del Totalitarismo frente al mar báltico, donde se recuerda y conmemora a todos los que sufrieron bajo el yugo soviético. Así, mientras en nuestro país, un sector político se atribuya la cultura y verdad histórica para sí mismo, cada vez nos alejaremos más de encontrar esa concordia necesaria para la cohesión social. Aunque, quizás, en un futuro próximo podamos ver en otras generaciones un apego mayor por dilucidar la verdad ante hechos ocurridos en nuestro pasado republicano.
Este tipo de declaraciones o análisis de la situación nacional por parte de las nuevas generaciones —principalmente por parte del social comunismo— son sumamente nocivas para buscar la concordia y una reconciliación a nivel país. Y en ello, vemos cómo el discurso de la nueva izquierda —para sorpresa de muchos— dista considerablemente de lo avanzado por parte del centro político durante la década de los noventa, en base a intentar dar garantías de no repetición de políticas que agreden el corazón de la vida, la libertad y la propiedad. Por este mismo motivo, la formación de las nuevas generaciones seguirá siendo clave para rebelarse contra todos aquellos que quieran sostener la mentira como una verdad única e inamovible.