Política y gobierno



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Canciller Van Klaveren sufre portonazo tras recibir a AMLO: un asaltante fue baleado por carabinera

Publicado por Felipe Delgado
La información es de Carlos Godoy y Miguel Araya

Domingo 10 septiembre de 2023 | 00:14

Miguelángel Araya | RBB

 

Dos detenidos, uno de ellos baleado por una carabinera, dejó un portonazo sufrido por el canciller Alberto van Klaveren en Vitacura, quien regresaba a su hogar luego de recibir al presidente de México.

El canciller Alberto van Klaveren sufrió un portonazo durante la noche del sábado en Vitacura, cuando llegaba a su hogar tras recibir al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El ilícito se produjo en calle Las Hualtatas, luego que el secretario de Estado asistiera al Aeropuerto de Santiago en medio de las actividades por la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.

En total, fueron seis delincuentes los que protagonizaron el delito, que finalmente fue frustrado por una carabinera escolta del ministro que realizó disparos.

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De este modo, se concretó la detención de dos sujetos, ambos adultos de 26 y 24 años, con amplio prontuario policial. Incluso, uno de ellos tiene una causa por homicidio.

Los sujetos intentaron ocultarse en un domicilio del sector, distante a 50 metros del lugar donde ocurrió el portonazo, pero igualmente fueron atrapados.

Uno quedó baleado en el hombro izquierdo tras los disparos de la uniformada, por lo que fue llevado a un recinto asistencial. El otro aprehendido, en tanto, fue trasladado a constatar lesiones.

Igualmente, se les encontró un banano con un arma marca Famae con encargo por robo desde la comuna de Puente Alto.

Van Klaveren en buenas condiciones tras portonazo

La coronel y prefecto de la zona Santiago Andes de Carabineros, Allison Larrañaga, indicó que de todo el grupo, solo dos de ellos intentaron concretar el delito, uno portando un arma. Todos se desplazaban en un auto que había sido robado este mes en Providencia.

La uniformada explicó que el portonazo se produjo con el ministro arriba del vehículo y que la funcionaria policial descargó todos los tiros de su arma fiscal para frustrar el hecho.

Larrañaga aseguró que los delincuentes no realizaron disparos, por lo que Van Klaveren se encuentra en buenas condiciones, como también la funcionaria policial y el chofer del secretario de Estado.

Finalmente, indicó que el caso se indaga como un intento de robo de vehículo.

Los otros cuatro integrantes de la banda se encuentran prófugos. Por ello, un helicóptero de Carabineros recorrió el sector para detectar si los sujetos seguían en el lugar.

La investigación quedó a cargo del OS9 y el Laboratorio de Criminalística de Carabineros.

 

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El día de la marmota

Columna de Gonzalo Cordero:

El personaje de Bill Murray despertaba todas las mañanas para descubrir que estaba en el mismo día que había vivido innumerables veces antes. Su vida se había detenido en esa jornada que, como verdadera maldición, se repetía una y otra vez. La angustia del protagonista se transmite a los espectadores, porque plantea una situación que choca contra la esencia de la vida: el devenir, la evolución, el curso interminable del ciclo biológico.

A veces a las personas y a las sociedades les ocurre realmente lo mismo que le sucede alegóricamente al personaje de Murray, se detienen en un momento o en una etapa que son incapaces de superar y es efectivamente una maldición.  Sin evolución no hay esperanza y sin esperanza tampoco hay desafíos nuevos, el fondo de la tragedia del personaje aquel es que al estar condenado a repetir una y otra vez el mismo día había dejado de vivir, el día de la marmota es otra forma de morir.

Mañana, 11 de septiembre, los chilenos viviremos nuestro día de la marmota. Cinco décadas después el mundo es otro completamente distinto, estamos en otro milenio, internet, la globalización, la inteligencia artificial, el rol de la mujer en la sociedad; en fin, son tantos y tan profundos los cambios que han configurado otra humanidad. Pero nosotros nos levantaremos con la ansiedad de saber qué va a suceder, cuánta violencia habrá en las calles, el subsecretario del Interior nos pide, a quienes vivimos en Santiago, que evitemos ir al centro, las clases en un par de comunas ya están suspendidas y colegios y oficinas funcionarán prácticamente medio día.

En La Moneda, un Presidente que nació más de una década después hará escuchar el discurso de aquel día de Salvador Allende, despidiéndose y anunciando que más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas. Emoción, puños en alto, probablemente lentes al estilo de entonces y, en el fondo, como susurro ambiente se oirá “el pueblo unido…”. Allende y Pinochet, violencia, acusaciones, la democracia como objeto del delito: “tú la destruiste. No, tú la destruiste”.

 

La repetición

Columna de Max Colodro
:

 

El personaje de Bill Murray despertaba todas las mañanas para descubrir que estaba en el mismo día que había vivido innumerables veces antes. Su vida se había detenido en esa jornada que, como verdadera maldición, se repetía una y otra vez. La angustia del protagonista se transmite a los espectadores, porque plantea una situación que choca contra la esencia de la vida: el devenir, la evolución, el curso interminable del ciclo biológico.

A veces a las personas y a las sociedades les ocurre realmente lo mismo que le sucede alegóricamente al personaje de Murray, se detienen en un momento o en una etapa que son incapaces de superar y es efectivamente una maldición.  Sin evolución no hay esperanza y sin esperanza tampoco hay desafíos nuevos, el fondo de la tragedia del personaje aquel es que al estar condenado a repetir una y otra vez el mismo día había dejado de vivir, el día de la marmota es otra forma de morir.

Mañana, 11 de septiembre, los chilenos viviremos nuestro día de la marmota. Cinco décadas después el mundo es otro completamente distinto, estamos en otro milenio, internet, la globalización, la inteligencia artificial, el rol de la mujer en la sociedad; en fin, son tantos y tan profundos los cambios que han configurado otra humanidad. Pero nosotros nos levantaremos con la ansiedad de saber qué va a suceder, cuánta violencia habrá en las calles, el subsecretario del Interior nos pide, a quienes vivimos en Santiago, que evitemos ir al centro, las clases en un par de comunas ya están suspendidas y colegios y oficinas funcionarán prácticamente medio día.

En La Moneda, un Presidente que nació más de una década después hará escuchar el discurso de aquel día de Salvador Allende, despidiéndose y anunciando que más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas. Emoción, puños en alto, probablemente lentes al estilo de entonces y, en el fondo, como susurro ambiente se oirá “el pueblo unido…”. Allende y Pinochet, violencia, acusaciones, la democracia como objeto del delito: “tú la destruiste. No, tú la destruiste”.

En 1990, cuarenta y cinco años después del fin de la segunda guerra mundial, un grupo de países, entre los que estaban Alemania y Francia, firmaron el acuerdo de Schengen, que hoy lo integran más de 25 países. Con él se puso fin a las fronteras y Europa se convirtió en un espacio común. Atrás quedaron campos de exterminio, bombardeos, invasiones, millones de muertos, tortura, hambre y humillaciones recíprocas.

Cincuenta años después del 11 de septiembre nosotros no somos capaces de convertir nuestro país, el único que tenemos, en un “espacio Schengen”, en el que podamos circular libremente con nuestras ideas, nuestra visión de la historia, nuestros valores.  Alguien preguntaba esta semana en una carta ¿qué hemos aprendido?

Lamentablemente, muy poco. Por eso, mañana no viviremos un 11 de septiembre, sino “el” 11 de septiembre, el único que conocemos y repetimos una y otra vez, estancados, divididos, enojados. Muriendo de otra manera.

Por Gonzalo Cordero, abogado

En 1990, cuarenta y cinco años después del fin de la segunda guerra mundial, un grupo de países, entre los que estaban Alemania y Francia, firmaron el acuerdo de Schengen, que hoy lo integran más de 25 países. Con él se puso fin a las fronteras y Europa se convirtió en un espacio común. Atrás quedaron campos de exterminio, bombardeos, invasiones, millones de muertos, tortura, hambre y humillaciones recíprocas.

Cincuenta años después del 11 de septiembre nosotros no somos capaces de convertir nuestro país, el único que tenemos, en un “espacio Schengen”, en el que podamos circular libremente con nuestras ideas, nuestra visión de la historia, nuestros valores.  Alguien preguntaba esta semana en una carta ¿qué hemos aprendido?

Lamentablemente, muy poco. Por eso, mañana no viviremos un 11 de septiembre, sino “el” 11 de septiembre, el único que conocemos y repetimos una y otra vez, estancados, divididos, enojados. Muriendo de otra manera.

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