Derechos Humanos en Chile
Derechos Humanos en Chile
Caso quemados:
Carta de un Prisionero Político Militar NO publicada por El Mercurio:
Santiago, 25 de Septiembre de 2023
Sr.
Director:
En la edición de “El Mercurio” dominical, el Coronel Waldo Ojeda Torrent, prisionero militar en Colina , ha dado una clarificadora y absolutamente real entrevista para exponer el drama que vivimos personal subalterno de los diferentes Regimientos por los que pasó SERGIO ARELLANO STARK, al mando de la llamada “Caravana de la muerte”.
En dicha entrevista, el Coronel Ojeda, muy claramente, deja establecido la similitud de procedimientos aplicados por Arellano en las Unidades militares obligando a su personal a compartir y comprometer la responsabilidad de los fusilamientos que ordenó ejecutar, y de esa forma, contaminarlos judicialmente.
El General Comandante de la División, con asiento en Antofagasta, con jurisdicción y mando superior en los regimientos de Copiapo, Antofagasta y Calama, dio alojamiento, comió y desayunó durante 2 noches con Arellano, y no tuvo idea de sus acciones en su Zona, y si lo supo, no tomo ninguna medida para detenerlo cuando siguió a Calama, después de haber actuado en Copiapo y Antofagasta, salvo culpar a los cuatro vientos al General Pinochet.
¡Debió haberlo sabido! Personal militar ha sido condenado por presumirse que “debieron haberlo sabido” situaciones similares que se vivieron.
En resumen, tras el paso de Arellano y su Caravana, quedaron cientos de muertos. Otros cientos de oficiales y Suboficiales, todos de grados subalternos fueron encarcelados con penas draconianas en los penales de Punta Peuco y Colina.
El General Joaquín Lagos, Comandante en Jefe de la I División de Ejército , fue condecorado post- mortem con 14 medallas por el P.C según consigna el diario “La Nación” de 12 de Abril de 2003 bajo el título “Honores a un General. Las estrellas de un Guerrero”; y Arellano no pisó jamás un recinto de detención muriendo plácidamente en su casa o en el hospital, después de haber sido defendido por años por miembros del partido político de sus simpatías y hasta por el Cardenal Silva Henriquez, según me confesó, ya retirado, el Juez Juan Guzman en su oficina de calle Bulnes.
Esta es una página negra de nuestra historia en la que un General y su comitiva dejó una huella de muerte a lo largo del país, empujó a la carcel a Oficiales, Suboficiales subalternos de Regimientos del país e infringiendo, me atrevo a decir – intencionadamente -, un daño inmenso hasta el día de hoy a sus familias y al Gobierno Militar.
Hernán Núñez Manríquez
Teniente 1973, Regimiento Calama
Prisionero Militar