COSAS DE PEROGRULLO
COSAS DE PEROGRULLO
Por Humberto Julio Reyes
A setenta días del próximo plebiscito, me he obligado a expresar algunas ideas que pueden ayudar a tomar una decisión preliminar, toda vez que aún no se conoce el texto definitivo que será sometido a votación popular.
Me adelanto a pedir excusas si ellas parecen extremadamente simples, simplonas incluso, ya que son producto de la independencia frente a los partidos políticos, tal como ocurre con la enorme mayoría de nuestros conciudadanos quienes, al igual que yo, nunca han concedido a este proceso la prioridad que sí le asignan quienes dirigen los partidos o militan en ellos.
Parto por postular que los consejeros habrían hecho su mejor esfuerzo por conciliar las iniciativas populares con el texto elaborado por los expertos y que algunos pretendían y siguen
pretendiendo que fuera definitivo, por absurdo que parezca, ya que aceptarlo implicaría que la elección democrática de los consejeros debía ceder frente a la designación efectuada por los partidos políticos y que replica el equilibrio relativo del parlamento.
Algo de ello adelanté en columna del 30 de abril del presente año – me excuso por la autorreferencia – titulándola “La trampa de los expertos”, ya que era evidente que se pretendería aferrarse a dicho texto como un mal menor frente a otro que probablemente se alejara de los “bordes” para representar más fielmente el resultado del 4 de septiembre. Una forma de ganar por secretaría.
En consecuencia, existirían a lo menos las siguientes opciones, comenzando por aquella que parece menos conveniente por prolongar indefinidamente la actual incertidumbre:
Votar en contra para promover un tercer proceso que satisfaga las aspiraciones más cercanas a un texto parecido al rechazado en septiembre.
Votar en contra y promover la aceptación del texto de los expertos apelando a que reflejaría un equilibrio entre los extremos.
Votar a favor y poner fin a la incertidumbre, al menos por un tiempo razonable.
Puedo suponer que un tercio estaría ya por votar en contra y posteriormente se decantaría por una de las dos primeras opciones.
Igual probabilidad le asigno ya al “apruebo”.
Siendo así, el tercio restante que inclinará la balanza depende, nuevamente, de quienes con criterio independiente y pensando solamente en lo mejor para Chile, como usted y yo estimado lector, decidamos una vez conozcamos el texto definitivo.
De Perogrullo dirán muchos, sí, por ello el título de la columna.
Agrego una personal consideración: ayuda también a tomar decisión conocer a quienes ya han adelantado su voto en contra, entre ellos a quien se le atribuye la paternidad del proyecto rechazado en septiembre, conocido popularmente como “el mamarracho”. También es de Perogrullo.
7 de oct. de 23