Política y gobierno



Política y gobierno

Y su reforma les explotó en la cara

Marcela Cubillos Sigall 

El ministro Cataldo “desinforma” cuando dice que en la crisis de Atacama “no ha fallado el Gobierno, sino el Estado”. Aunque es notable que un comunista le eche la culpa de algo al Estado, esas reformas tienen padres y madre. Fueron empujadas y aprobadas durante el segundo gobierno de Bachelet. Ella, sus ministros de Educación, el Partido Socialista (gran promotor de la “Nueva Educación Pública”), y el Frente Amplio, junto con el PC, han fracasado en su agenda educacional y deben hacerse responsables del daño que han causado a miles de niños y jóvenes.

Frustraron las trayectorias de vida de los estudiantes más vulnerables, simplemente porque se encerraron en su ideología. La calidad nunca fue el objetivo, sino la excusa. La igualdad, solo un eslogan, porque los niños de menores recursos han sido los más perjudicados. El “fortalecimiento de la educación pública”, una mera consigna, porque terminaron por destruirla.

Parlamentarios y ministros de izquierda, desde sus cómodas oficinas, diseñaron un sistema para experimentar con las vidas de otros. Salvo excepciones, ninguno de ellos sometería a sus hijos al modelo que inventaron. ¿O alguien se los imagina aceptando que la famosa tómbola les diga adonde les “toca” estudiar a sus hijos? ¿O que les cierren la puerta en sus narices diciéndoles que el esfuerzo personal de sus niños no vale nada? Nunca han escuchado, o al menos eso parece, el testimonio de una madre que, teniendo la vida en contra, se esforzó para que su hijo fuera a clases en vez de estar en la calle, y le digan que la asistencia tampoco importa al momento de postular al colegio de sus sueños. Porque para la izquierda su hijo es un “privilegiado” que tuvo la “suerte” de tenerla a ella de mamá.

Se advirtió que la Nueva Educación Pública traería más centralización, mayor burocracia, afectaría la calidad de buenos colegios, y sería un campo libre para la captura política. Todo lo que hoy está ocurriendo.

Como ministra de Educación, fui acusada constitucionalmente (libelo que fue rechazado) por recorrer Chile escuchando a los jóvenes que estaban sufriendo los efectos de las reformas de Bachelet; por involucrar a los apoderados en lo que se hacía desde el ministerio; por querer cambiar en el Congreso lo que era evidente que ya no funcionaba. Pero no se podía. Lo que correspondía era “implementar sin chistar”.

Incluso, ante un proyecto de ley presentado, diputados del Frente Amplio pidieron, a minutos de iniciada su discusión, el cierre del debate. Así de incómodo les era escuchar argumentos. Se negaban, también, a recibir a los padres en la comisión de Educación. Y a la par que “avanzaban” en sus reformas, impedían crecer a colegios particulares subvencionados gratuitos de buen desempeño y destruían los liceos emblemáticos.

Si se le hiciera una prueba de ADN a la Nueva Educación Pública, quien no podría negar su paternidad sería el exsenador Carlos Montes (PS), hoy cuestionado ministro de Vivienda por el “desvío” de fondos a fundaciones políticas. Semanas antes de que su partido presentara la acusación constitucional, criticaba airadamente: “A la ministra la veo en una contrarreforma”. Efectivamente. Lo estaba ahí y sigo ahora.

No bastan simples ajustes o mayores recursos que terminen en más amigos de parlamentarios oficialistas contratados.

Es de esperar que ahora, que la realidad les explotó en la cara, se abran a revisar todas sus reformas educacionales, que solo han provocado mayor desigualdad y menor calidad.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el domingo 29 de octubre de 2023.

 

 

El plebiscito que el gobierno de Boric no tiene cómo ganar

Sergio Muñoz Riveros 

El gobierno lleva solo un año y 7 meses de mandato, pero da la impresión de llevar mucho tiempo más debido a la acumulación de gruesos errores y pasos en falso, que ha sido su sello. Cada semana, un nuevo problema autogenerado. En el Encuentro Anual de la Industria, organizado por la Sofofa, Boric criticó a El MercurioLa Tercera y La Segunda por difundir “malas noticias”, lo que despertó enormes aprensiones acerca de cómo él entiende la libertad de prensa. La Asociación Nacional de la Prensa expresó inmediatamente su repudio, al que se sumaron la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias.

Nadie imaginó que este gobierno se iba a descapitalizar a un ritmo tan vertiginoso. La raíz de ello es el diagnóstico sobre la realidad nacional con que el Frente Amplio y el Partido Comunista llegaron a La Moneda. Redentores de un país que no necesitaba redención, creyeron incluso que, si se presentaban como herederos de la Unidad Popular, iban a ser aplaudidos por la mayoría. Como si hubiera sido parte de un plan para “enterrar el neoliberalismo”, Boric y sus colaboradores desalentaron la inversión y deprimieron la economía. ¡Lograron el “decrecimiento” que pedían los colectivos de la Convención!

Boric sobrevivió a la abrumadora derrota del 4 de septiembre de 2022 porque la institucionalidad se lo permitió. Lo salvó la Constitución vigente, pero no parece haber adquirido conciencia de ello. Tendría que haber actuado con cierta modestia y sentido de los límites, pero no lo hizo. Sin el auxilio de algunos exconcertacionistas, su gobierno estaría mucho peor, pero ni con eso le alcanza. Por ejemplo, no es claro lo que representa hoy Mario Marcel como ministro de Hacienda. ¿Atajar goles, quizás? ¿Y basta con eso?

En este contexto, el desenlace del segundo proceso constituyente va tomando el aspecto de pura pérdida para las fuerzas oficialistas. Se podría decir que, cualquiera que sea el resultado, ya perdieron. Se quedaron sin discurso respecto de un asunto que levantaron como la primera de las “transformaciones estructurales” que llevarían a cabo. Todos sabemos que el proyecto refundacional de la Convención les llenaba el gusto a Boric y a quienes, como la expresidenta Bachelet, apostaron a ojos cerrados por su aprobación.

Probablemente mal aconsejado, Boric no se dio tiempo para reflexionar sobre las razones del rechazo al proyecto de la Convención, que fue también una contundente muestra de desaprobación a su gobierno. Se ilusionó con que un segundo proceso constituyente borraría su derrota y le permitiría cobrarse revancha. Se equivocó en toda la línea. La votación del 7 de mayo confirmó que el mapa político había cambiado drásticamente en solo un año y que, como consecuencia de ello, su gobierno navegaba contra la corriente.

Ahora, el oficialismo no sabe cómo actuar frente al plebiscito que tendrá lugar dentro de 7 semanas. Si el proyecto elaborado por el Consejo Constitucional y la Comisión Experta es aprobado, se reafirmará en líneas generales el orden constitucional de la transición, base del progreso de Chile durante 30 años. Será un espaldarazo a la democracia liberal que la izquierda gobernante buscó desmantelar. Boric tendría que firmar ese texto en el momento de promulgarlo, y eso se parecerá, sin duda, a la firma de una rendición.

Si el nuevo texto es rechazado, querrá decir que la mayoría del país opta por mantener la Constitución vigente, a la que todos los partidos oficialistas han calificado como la “Constitución de Pinochet”. O sea, la Constitución que permitió que, de los ocho gobiernos elegidos entre 1989 y 2021, ¡seis hayan contado con la participación del PS, el PPD, la DC y los radicales, y dos de estos con la participación del Partido Comunista!

Ninguno de esos partidos ha dado una mínima explicación al expresidente Ricardo Lagos por haber desdeñado el valor de su firma en la actual Constitución. Debería caérseles la cara de vergüenza por haber aplicado la vieja receta totalitaria: “mentir, mentir, que algo queda”.

Respecto del orden constitucional, los partidos gobiernistas actuaron con descaro populista a partir del segundo gobierno de Bachelet. La Constitución fue un pretexto para agitar las aguas y conseguir mayor poder. Y aprovecharon el intento golpista de 2019 para crear un cuadro de crisis que les permitiera pescar a río revuelto. Llegaron a La Moneda, es cierto, pero ahí los tenemos, confundidos e incompetentes, mientras el Ministerio Público investiga los casos de corrupción.

Atrapados en su propia trampa, ahora buscan alguna excusa para oponerse al nuevo proyecto de Constitución, pero solo consiguen balbucear consignas generales. Para su desgracia, están contribuyendo a crear un escenario político en el que, de una u otra manera, el plebiscito va adquiriendo el carácter de una nueva confrontación entre quienes aprueban y quienes desaprueban la gestión de Boric. Con la información disponible, los electores se orientan a votar a favor o en contra del gobierno.

Es hora de cerrar la aventura constituyente que fue impuesta hace 4 años del modo “social” que todos vimos, y que solo trajo desorden, demagogia e incertidumbre a la vida nacional. El nuevo proyecto de Constitución cumple adecuadamente con las exigencias de una democracia moderna, y merece el apoyo de los ciudadanos.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Ex-Ante el domingo 29 de octubre de 2023.

 

Un buen resumen de lo que sucede en nuestro país: