EL FORMALIZADO EQUIVOCADO



EL FORMALIZADO EQUIVOCADO

                                 Por  Humberto Julio Reyes

            Si yo, estimado lector, fuera una persona que no pone mucha atención a las noticias que acaparan titulares y comentarios, podría suponer que se está formalizando al General Yáñez por omisión respecto a su deber de hacer todo lo necesario por imponer el orden y garantizar nuestra seguridad.

            Pero no, se le está formalizando justamente por omitir el debido resguardo de la integridad física y mental de aquellos que, en mayor o menor medida, violentaron el orden y causaron daños, aun no reparados, de la más variada índole.

            Arriesgando parecer “políticamente incorrecto”, diré que, más allá de la tristemente famosa “primera línea” y los vándalos y saqueadores de ocasión, los imprudentes “que pasaban por ahí o salieron a curiosear”, también contribuyeron decisivamente a entorpecer la imposición del orden, confundiendo y dispersando a las fuerzas armadas y de orden, que debieron salir a las calles a impedir que la anarquía terminara por arrasar con todo lo que valoramos.

            Se me dirá que una cosa no quita lo otro, que el orden debe imponerse con absoluto respeto a los derechos humanos, como si ello fuera tan fácil. Pero lo concedo y pregunto entonces:

            ¿Y dónde están los formalizados por provocar el estallido social que devino en cuasi golpe de Estado?

            ¿No hay ninguno transcurridos casi cinco años?

            ¿No hay ministros en visita investigando con celo y condenando con rigor, aunque sea con presunciones, a los hechores de tanto mal?

            Perdón, me olvidaba que esa desaparecida figura sólo se mantiene, al igual que un sistema penal derogado, sólo para investigar delitos de hace medio siglo y siempre que se suponga hayan sido cometidos por miembros de las fuerzas armadas y de orden.

            En este mundo al revés que parece ser hoy nuestro querido Chile, el poder judicial lleva la delantera. Para muestra otros dos botones.

            Días atrás un distinguido abogado que fue por años ministro de la Corte Suprema, precisamente de la segunda sala (penal), en carta a un diario de circulación nacional y bajo el título “Acusaciones”, nos recordaba “las infames (sic) acusaciones deducidas hace unos años por un grupo de parlamentarios contra tres magistrados”, precisamente de esa sala, “imputándoles – abusivamente y sin derecho – el grave ilícito ministerial de prevaricación por haber aplicado la ley chilena vigente sobre libertad condicional a ciertos condenados.”

            Bueno, quien así protesta prevaricó por años, contribuyendo con su voto a enviar a prisión a ancianos enfermos, en lugar de votar contra las sentencias dictadas por las instancias inferiores en desconocimiento de las leyes vigentes.

            Otro botón es la reciente resolución originalmente recaída sobre un recurso de casación interpuesto por el Consejo de Defensa del Estado, respecto a sentencia de la corte de apelaciones que aprobó una indemnización de $ 10.000.000 para cada familiar de la víctima en un juicio de derechos humanos, sin que se demostrara la forma en que se llegó a determinar dicho monto.

            Aceptado, para mi grata sorpresa, el criterio de dicho Consejo, la sala procedió a continuación a triplicar dicho monto, sin que se expresaran razones para tal aumento, cosa que ya no me sorprendió, siendo lo habitual la generosidad para conceder beneficios en la parte civil sin que pareciera existir al respecto limitación alguna, sea presupuestaria o de sentido común.

            Estas curiosidades, por llamarlas de algún modo, pasan inadvertidas para quien no es parte en alguno de estos procesos, pero a mí no me extrañaría que alguno de quienes fueron arruinados por la incapacidad del Estado para protegerlos, se querelle en la causa del General Yáñez y sus antecesores “contra quienes resulten responsables por omisión”, aunque ello pueda enredar a la fiscalía.

            ¡Y también podrían querellarse quienes fueron enviados a cumplir una misión imposible, usando elementos que finalmente sólo causan daños que no disuaden, en lugar de usar sus armas!

            Para espantar a algunos arrojados luchadores de la primera línea y a la turba que veíamos todos los viernes en la plaza Baquedano, unos pocos disparos al aire, quizás los tendría aun arrancando a perderse.

            Tampoco descartaría a quienes han sido implacablemente perseguidos por la justicia y estiman que las autoridades responsables de la seguridad  no los han respaldado como debiera esperarse.

            Con tanta querella podrían finalmente aparecer los que sí merecen ser formalizados por la destrucción causada y que aún no es restaurada.

            Total, como se decía en un popular programa radial de años atrás, soñar no cuesta nada.

2 de octubre de 2024.